Racionalizar la producción: reducir variantes y opciones puede ser una necesidad

Durante mucho tiempo, las marcas han recurrido a las opciones como una forma de atraer a los clientes con el señuelo de personalizar el vehículo, apuntando a la ‘motivación emocional’. También para conseguir una fuente de ingresos extra porque algunas de estas opciones representarían un ingreso menor si fueran elementos de series.

Sin embargo, Tesla y los fabricantes chinos están desmontado este tipo de argumentos. El ofrecer opciones es un arma de doble filo, ya que complica la logística empresarial y la fabricación de los modelos.

La facilidad de fabricación y la ‘economía de escalas’ pueden suponer para los fabricantes un rendimiento económico parejo o incluso mejor que el recurrir a las opciones.

Los grandes fabricantes estadounidenses y alemanes, los más dados a ofrecer opciones, evalúan que la oferta a los compradores es excesivamente variada: modelos, motorizaciones, acabados, equipamiento, opciones, colores, etc.

Tesla, la marca en la que se fijan la mayor parte de directivos de los grandes grupos, tiene una oferta limitada de colores, interiores, etc. Todo lo necesario viene de serie y las marcas chinas que llegan a Europa siguen el mismo patrón. En ambos casos, las ventas van en aumento y Tesla se permite disminuir sus precios cada vez que la competencia aprieta.

El ahorro en la complejidad del montaje acaba abaratando éste, lo que se puede traducir en un mayor margen por unidad o en poder rebajar el precio; incluso jugar con ambos factores.

Un buen ejemplo de ello lo tenemos con las ‘series especiales’ que ofrecen muchos fabricantes de sus modelos. Series en un número y tiempo limitado, que les permite una producción ‘uniforme’ de una parte y de otra, una campaña de marketing específica.

Muchos grupos están implementando la estandarización de sus productos, reduciendo las variantes de motores y las plataformas en las que basan sus modelos. Ya no se trata sólo de abaratar costes de producción, sino también de I+D, amén de racionalizar compras y ahorrar en las facturas de los proveedores.

Es cierto que este camino había comenzado a ser desarrollado por los fabricantes tradicionales, pero la entrada en vigor del automóvil eléctrico obliga a acelerar el ritmo de este cambio.

Hace un año que Jim Farley, director ejecutivo de Ford, lo admitió a sus accionistas. "Tenemos que reducir nuestra complejidad para que nuestros costos de fabricación estén en línea con la competencia. No podemos seguir manteniendo esta complejidad en nuestros productos". General Motors también está por la labor, según ha explicado Mary Barra, su directora ejecutiva.

¿Hasta que punto sucederá esto?  Algunos analistas señalan que un 80% de las opciones, incluso más, podrían desaparecer del mercado sin que las ventas se resintieses. Algunas de estas opciones apenas se montan en unos centenares de unidades.

La rueda parece que se ha puesto en marcha, aunque requerirá algún tiempo. No se trata sólo de cambiar hábitos de relación con proveedores o de fabricación, sino también de marketing y venta.