Probamos el Mini Cooper eléctrico... ¡el único Mini Cooper que es nuevo de verdad!

¿Cómo que el eléctrico es el único Mini Cooper totalmente nuevo de la quinta generación? A pesar de que este modelo se va a seguir vendiendo con propulsores de combustión, es el de baterías el que parte desde cero a partir de una nueva plataforma. Los Mini térmicos, tanto de tres como de cinco puertas, se basan en la precedente, lo que no impide que su estética se haya adaptado a lo presente.

Dicho esto, el Mini Cooper eléctrico se divide en dos versiones, la E y la SE. La primera tiene 184 caballos de potencia y una batería de 40,7 kilovatios hora que permite una autonomía de 305 kilómetros. La segunda, con 218 caballos, incopora una batería de 54,2 kilovatios hora para un rango entre cargas de 402 kilómetros. También hay diferencia en la potencia de carga admitida por corriente continua, que es de 75 kilovatios en el primer caso y de 95 en el segundo. Recuperar el 80% de la autonomía requiere en ambos casos una media hora. En el caso de la carga por corriente alterna el máximo es de 11 kilovatios, potencia con la que el Cooper E necesita algo menos de cuatro horas y media de conexión para recuperar su autonomía completamente y el Cooper SE algo menos de cinco y media.

Con estos datos en la mano y un consumo energético que en ambos casos puede situarse en condiciones reales sin mucho esfuerzo en unos 16 kilovatios hora a los 100 kilómetros, parece recomendable apostar por la compra de la versión SE. Ese centenar de kilómetros extra de autonomía aporta un extra de versatilidad a un modelo que, incluso así, encuentra en el día a día urbano su hábitat natural. La diferencia de precio entre las dos versiones –al final del artículo detallamos todos los números– es de algo más de 3.000 euros, una cifra que no parece escandalosa cuando el coche cuesta de base poco más de 35.000 euros. Que sólo sean 5.000 menos que un Tesla Model 3 es un debate aparte...

RENDIMIENTO Y SONIDO... SÍ, SONIDO

La unidad que hemos probado del Mini Cooper es la SE. Los 218 caballos de su motor son una de las razones por las que éste es uno de los eléctricos de este segmento más divertidos que se pueden conducir hoy en día. Eso sí, su carácter cambia considerablemente con los modos de conducción –Mini los llama Experience Modes–, y de los tres que hay el denominado Go-Kart es el que saca todo el jugo.

Con este modo activado hay que tener cuidado de no pisar con demasiada vehemencia el acelerador desde parado porque el tirón del cuello es seguro. Más allá de eso, lo dicho, conducirlo es un gusto especialmente por carreteras viradas, donde el inmediato par de este tipo de motores permite salir raudo y veloz incluso de las horquillas más cerradas. Y sin pérdidas de tracción salvo que se desafíe más de la cuenta a la física, algo especialmente interesante al tratarse de un tracción delantera.

Lo que no nos ha gustado tanto es el sonido que se percibe desde dentro del vehículo, diferente al que emite al exterior y cambiante en función del modo de conducción seleccionado. Con el mencionado Go-Kart, si se aprieta fuerte el acelerador es excesivamente estridente, más propio de una nave espacial de las que salen en las películas de ciencia ficción que de un coche. Y además simula un petardeo de escape de una forma bastante distante de la realidad cuando se deja de dar gas. Una buena intención que no se ha ejecutado de forma brillante.

ESTABILIDAD A RAUDALES A CAMBIO DE RESTAR CONFORT

Mini lleva tiempo vendiendo que sus modelos se comportan como un kart. Lógicamente no es así de forma literal. Por muy pequeño y reactivo que sea, un coche es un coche y un kart es un kart. Pero hay que reconocer que el Mini Cooper eléctrico tiene algunos detalles que recuerdan a esos pequeños y endiablados vehículos. El principal es la agilidad, algo que se ve acompañado gracias a una dirección bastante reactiva. El tacto es preciso y agradable, aunque hubiese rizado el rizo la presencia de un aro del volante algo menos grueso.

El segundo punto a destacar y que puede recordar a un kart es su estabilidad. La capacidad de apoyo que tiene en las curvas el Mini Cooper no merece crítica alguna... aunque es la responsable de uno de los puntos negativos del coche, su confort. Afrontar las irregularidades del asfalto o unos badenes que cada vez tienen más protagonismo en la ciudad es incómodo. Es cierto que esta dureza siempre ha sido una de las señas de identidad del Mini, pero se ha llevado a un extremo excesivo si se tiene en cuenta que se trata de un vehículo urbano. He de reconocer, eso sí, que personalmente es un peaje que estoy dispuesto a pagar, pero es entendible que al comprador que busque un coche más funcional que divertido no le encaje.

CÓMO ES SU INTERIOR

El minimalismo moderno con el que la marca ha dotado a sus modelos desde que en 2001 naciese la reencarnación del Mini clásico de la mano del Grupo BMW se mantiene en este Cooper eléctrico. Y no sólo eso, sino que se ha llevado al extremo. No hay cuadro de mandos como tal –se ha reemplazado por un head-up display que se muestra sobre una superficie de cristal– y toda la información se fía a una pantalla situada en el centro del salpicadero que es totalmente redonda. Tiene un diámentro de 24 centímetros, que son algo más de 9 pulgadas, pero lo más importante es que tanto su resolución como su resistencia a los reflejos es óptima. También nos ha gustado el funcionamiento del sistema operativo, que es el Mini Operating System 9 y que permite control por voz, además de ser compatible tanto con Apple CarPlay como con Android Auto de forma inalámbrica.

Debajo de la pantalla central hay una serie de mandos físicos con los que controlar el sentido de la marcha, el arranque del coche –simula una llave de toda la vida– y los modos de conducción. Estos dos últimos mandos requieren incorporarse un poco para accionarlos, aunque todo hay que decirlo, quien escribe estas líneas mide 1,74 metros. Quizá con unos centímetros más de altura...

En cuanto al espacio disponible es el esperado en la parte delantera –aquí sólo nos ha chirriado la posición del abridor de la puerta, situado demasiado bajo y adelantado– y justo en la trasera. Se nota eso sí, que el piso está más elevado de lo normal debido a la presencia de la batería, algo que choca especialmente en el puesto del copiloto –en la zaga es más habitual que se note en los coches eléctricos–  pero que a la hora de conducir no resulta molesto. Por su parte, el maletero ofrece 210 litros de capacidad –dos maletas de viaje no muy voluminosas entran–.

PRECIO Y CONCLUSIÓN

¿Es el Mini Cooper un buen coche eléctrico urbano? Sí, con algunos peajes que hay que aceptar como el de la dureza de la suspensión. Pero es algo que ha ido con el carácter del coche más o menos desde su renacimiento. Si compras un Mini, lo haces con todas las consecuencias.

El precio base es de 35.250 euros para la versión de 184 caballos y de 38.850 para la de 218. Son cifras elevadas, estamos de acuerdo, pero posibles rivales como el Renault 5 de 150 caballos y el Peugeot E-208 de 156 caballos cuestan unos 32.000 y unos 37.000 euros respectivamente, ambos con poco más de 400 kilómetros de autonomía como tiene la variante más capaz del Cooper. ¿Hay diferencia? La hay, pero en la línea de lo que ha existido siempre entre Mini y marcas que se supone que están un pequeño escalón por debajo.