Coches, primavera y alergias: todo lo que debes saber

Empezaremos por el elemento más importante: el filtro del aire, o también conocido como filtro de polen o de habitáculo. Se trata de una pieza generalmente rectangular de textura acartonada que se encuentra en las proximidades de los conductos de ventilación, inmediatamente detrás del cuadro de mandos. Si notas que la ventilación ha reducido el caudal sensiblemente y/o algún olor en el aire, es que el filtro está ya para cambiar, aunque debes haberlo hecho con anterioridad si ya ha cumplido los 15 o 20.000 kilómetros como máximo. Es un elemento barato y sencillo de sustituir que te evitará muchos problemas.

Otra de las cuestiones a vigilar por los alérgicos es el consumo de antihistamínicos a la hora de conducir, ya que muchos de ellos tienen efectos perjudiciales a la hora de mantenerse totalmente alerta. Provocan somnolencia, perjudican a los reflejos y la coordinación, e incluso pueden llegar a provocar efectos sedantes, por lo que la conducción no es aconsejable en caso de consumirlos. Hablamos, eso sí, de los antihistamínicos catalogados como H1, que producen los efectos descritos, por lo que en caso de necesitarlos, es mejor olvidarse del coche.

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Además de las alergias, la primavera también trae polen en grandes cantidades. De hecho, se ha adelantado su presencia, con ciudades como Madrid registrando este pasado fin de semana niveles altos de este elemento. Además ensucia el coche. Así que lo recomendable para evitar que el coche se nos ensucie demasiado, y sus conductos se llenen de polen, es intentar aparcar lejos de jardines o zonas con vegetación, donde su presencia es más acusada. En caso de encontrar el coche cubierto por polen, lo ideal es limpiarlo de inmediato con un trapo suave o uno de esos plumeros para coche, porque el polen puede llegar a pegarse, de modo que si no lo quitas acabarás viéndote obligado a ir al lavadero –y si eres alérgico estarás rodeado de tu mayor enemigo–.

Llegados a este punto, hay que entrar en otras consideraciones de cuidado. Así, la primavera supone la subida de temperaturas, y eso significa que debemos decir adiós a los neumáticos de invierno, en caso de tenerlos instalados. Las posibilidades de hielo o lluvias intensas se reducen conforme avanza la estación, por lo que debes llevar neumáticos adecuados, además de revisar la presión de los mismos –aunque esto debe hacerse al menos una vez al mes, independientemente de la estación–.

No está de más que revises las escobillas de los limpiaparabrisas. En climas con mucho frío, la goma puede haberse endurecido bastante y haber perdido eficacia, por lo que tocaría cambiarlas. Tengamos en cuenta que, aunque en primavera el sol y las temperaturas ascienden, también suele ser época de algunas lluvias, así que este dispositivo esencial tiene que estar listo para funcionar correctamente. Revisa los limpiaparabrisas tocando la goma, que debe estar blanda y responder a la presión de los dedos, y no estar dura como una piedra. Ni que decir tiene que debes revisar también el nivel del líquido limpiaparabrisas.

Luego hay cuestiones que son más generales, y no tan estacionales, pero que debemos recordar. Revisa las pastillas y discos de freno, sobre todo si notas que has perdido eficacia en la frenada, y si oyes algún chillido cuando aplicas el pedal. Controla los niveles de aceite y refrigerante, así como el nivel de carga de la batería, pues el invierno es duro para ellas. Piensa en aparcar en zonas a la sombra, porque el calor empieza a ser intenso. Puede ser muy incómodo y peligroso si conduces con demasiada temperatura en el habitáculo.

Y por último, si eres alérgico, procura conducir siempre con las ventanillas subidas y activar el aire acondicionado sólo en caso de necesidad. Con eso y el cuidado de tu coche, no tendrás problema en empezar a disfrutar de la primavera al volante.