Manolo y Mónica Plaza o cómo vivir todas las desventuras del Dakar en dos días

"Rompimos la transmisión y un camión nos tocó por detrás y volcamos", explicó Manolo al llegar al campamento con el buggy hecho 'unos zorros' y sin saber si podrán tomar la salida en la tercera etapa ya que el rollbar puede estar tocado.

Afortunadamente padre e hija están bien. De hecho, hicieron las primeras reparaciones de fortuna, a la espera del camión de asistencia. Un camión de asistencia que no los vio y pasaba de largo mientras Mónica intentaba desesperadamente correr y alcanzarle.

Fueron unos seguidores locales de la prueba los que, con su Toyora, persiguieron al camíón y consiguieron que diera media vuelta y pudieron hacer una reparación de fortuna.

La pareja conquense, que disputa su tercer Dakar juntos, ya tuvo problemas en la primera etapa y perdieron casi cinco horas respecto a la cabeza. Un incidente que pudo haberles dejado ya fuera de carrera.

"Dimos un golpe en el kilómetro ocho y más o menos en el 20 se rompió un triángulo de suspensión. Cuando pusimos el gato, mi padre se pilló el dedo gordo de la mano y empezó a sangrar mucho", explicó Mónica.

Tuvieron que llamar al helicóptero médico para que le curase. Los asistentes querían dar unos puntos porque la herida era grande, pero ello significaba que debían abandonar. Manolo prefirió un vendaje y seguir en carrera.

"Después de esto tuve que reparar el coche siguiendo las indicaciones de mi padre porque él no podía usar la mano", explicó Mónica. Y, sobre todo, hubo que esperar al camión de asistencia para poder tener un amortiguador nuevo.

El dedo accidentado de Manolo Plaza

Las dos horas de espera hicieron que tuvieran que completar la especial de noche. "Hicimos 120 kilómetros de dunas enormes y adelantamos a unos 40 coches", señaló Mónica.

Lo peor aún estaba por llegar. Una trialera, con abundantes piedras, obligó a parar y a hacer una inspección a pie para ver por dónde podían pasar. "Por suerte no pinchamos porque se nos había roto el sistema de autoinflado", apuntó Mónica, que en plena noche encontró la ruta correcta en una zona de 12 kilómetros de dunas.