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Europa aprueba el dispositivo de control de velocidad obligatorio

16/04/2019 16:44

La Eurocámara ha aprobado la reforma que obligará a los fabricantes de coches a instalar diversos dispositivos de seguridad, entre los que se encuentra un controlador de la velocidad que nos avisará cuando superemos la máxima permitida.

El Parlamento europeo ha aprobado hoy la reforma que va a obligar a los fabricantes de coches a instalar de serie una serie de elementos de seguridad, entre los que se encuentra un sistema capaz de detectar la velocidad a la que vayamos y avisarnos si sobrepasamos el límite establecido. Se trata por tanto de un añadido cuyo cometido es simplemente hacerle saber al conductor que va más rápido de lo que debe, pero en ningún caso un limitador. Además es un sistema desconectable, algo que tendremos que hacer cada vez que arranquemos el vehículo, ya que por defecto viene conectado.

La nueva normativa, que aún necesita la aprobación de los Veintiocho para convertirse en ley, también contempla la inclusión de sistemas que alerten acerca de la somnolencia al conductor, de distracciones, de un abandono involuntario de carril o de una situación de frenado de emergencia. Además de todo esto, se quiere dar un paso adelante en lo que se refiere a los cinturones de seguridad.

Todas estas normas comentadas hasta ahora afectan a los turismos y furgonetas, ya que los camiones y los autobuses tendrán que añadir la instalación de cámaras o sensores para una marcha atrás segura y unas 'cajas negras' capaces de registrar lo que suceda en un hipotético accidente, sin dejar de lado la necesidad de mejorar la visibilidad de los conductores o la de eliminar ángulos muertos.

La entrada en vigor de esta nueva normativa se prevé para mayo de 2022, excepto en el caso de las mejoras en el apartado de la visibilidad para conductores de camiones y autobuses, que tardarán algo más en llegar debido a las dificultades estructurales que presentan estos vehículos. Con estos cambios se espera reducir el número de víctimas mortales en las carreteras europeas, que registraron 25.000 decesos sólo durante el año 2018.