CURIOSIDAD

Ferrari Rossa, precursor de los Monza SP1 y SP2

José Miguel Vinuesa
17/11/2018 09:47

Hace unas semanas se presentaron dos modelos de Ferrari muy especiales: los Monza SP1 y SP2, primera especie de un proyecto de modelos exclusivos y de altas prestaciones. Sus formas, inspiradas en modelos de competición del pasado de la marca, dejaron asombrados al público. Pero en el año 2000, Pininfarina ya anticipó lo que surgiría 18 años después. Hablamos del prototipo Ferrari Rossa.

El mundo pudo verlo por primera vez en el stand de la legendaria casa de diseño en el Salón de París del año 2000. Técnicamente, no se trataba de un Ferrari, puesto que el proyecto no provenía de la casa de Maranello, sino que era un modelo que había fabricado por voluntad propia Pininfarina, como homenaje por los 70 años de su nacimiento. Y lo hacía, cómo no, con un Ferrari especial, como muestra del estrecho vínculo de ambas empresas.

Con un 550 Maranello como base, modelo también diseñado por Pininfarina, se buscó crear una 'barchetta' biplaza que condensara lo mejor del pasado con la mirada al futuro, simbiosis que siempre ha caracterizado a Pininfarina. No era, sin embargo, un modelo que pudiese circular por las carreteras, pese a ser plenamente dinámico y contar con el magnífico motor V12 de 5.5 litros y 485 caballos de su donante. Con ello, y su bajo peso, pasaba de 0 a 100 en 4’5 segundos y alcanzaba los 300 kilómetros por hora.

Expuesto el modelo, con el atractivo que causó a todos los que lo vieron, éste pasó a la colección privada de coches de Pininfarina, que lo mantuvo hasta 2007 y luego lo vendió, de modo que hoy en día está en una importante colección colección privada junto a otros ejemplares de la marca, entre los que se incluye, cómo no, el legendario F40.

Pininfarina no sólo cambió la forma y el estilo del 550 Maranello, en un diseño realizado por Ken Okuyama, que se encargó poco después de diseñar el magnífico Enzo Ferrari, de ahí que algunos rasgos, como el frontal, nos recuerden al superdeportivo. Resultaba interesante la visión del motor saliendo del capó, o los laterales, con un paso de rueda delantero que rememora al precioso Ferrari Testarossa de finales de los años 50. Dos elegantes barras antivuelco y un gran parabrisas le daban todavía más un aire retro. La trasera, muy compacta, era de líneas muy limpias y sobrias, con dos grupos ópticos dobles de forma rectangular muy discretos.

También se modificó el interior para rememorar los viejos tiempos. Aparecía, sin embargo, una pincelada de futuro con la pantalla montada en la consola central. Al igual que el 550 Maranello, la única Rossa jamás fabricada mantuvo la tradicional palanca de cambios en H manual, con tres relojes de aire retro y un volante rectangular, moderno, pero con aires también del pasado.

El precio de algo único es siempre difícil de estimar, más aún porque este coche jamás salió a subasta, y la venta que realizó Pininfarina se hizo privadamente y con total discreción. Pero sin duda, algo con este atractivo diseño y con un rendimiento tan interesante –el 550 Maranello ya era estupendo, así que nada puede llevarnos a pensar que el Rossa no lo sea– no será en absoluto económico. La exclusividad es siempre costosa.

Y entonces, Ferrari lanzó este año un automóvil especial muy similar en filosofía a la Rossa de Pininfarina, el speedster Monza SP2 que se lanzará a una producción limitada. Junto con el Monza SP1 monoplaza, estos dos son parte de la nueva serie de Icona, por lo que puede estar seguro de que habrá más caballos que mirarán hacia atrás al ilustre pasado de la compañía. Pero el precursor de ambos es este Ferrari Rossa que Pininfarina regaló al mundo hace ya 18 años.