Montreal, el segundo y último Gran Premio del malogrado Riccardo Paletti

Recuerdo estas y otras anécdotas. Pero sobre todo recuerdo un GP de Canadá de hace 40 años, el de 1982. Y recuerdo a Riccardo Paletti, con sus gafas y sus rizos.

Mientras se recuerda en Imola a Ayrton Senna y Roland Ratzenberger, fallecidos en aquel infausto fin de semana de 1994, pocos recuerdan en Canadá a Riccardo Paletti. Bueno, quizás tampoco recordarían a Ratzenberger de no hacer fallecido en el mismo Gran Premio que Ayrton.

Riccardo Paletti era la octava vez que pisaba el paddock como piloto del equipo Osella. Pero de las siete ocasiones anteriores sólo dos veces había conseguido clasificarse para la parrilla; el Osella no daba para más. No sólo eso, sino que, en una de estas dos ocasiones, pese a haberse clasificado, no tomó la salida porque debió ceder su coche a su jefe de filas que lo había accidentado en el warm-up.

En la arrancada, Didier Pironi se quedó clavado; su Ferrari se había quedado con el embrague enganchado. Raul Boesel no logró esquivarlo por completo; una de sus ruedas tocó la rueda trasera de Didier; el brasileño se cruzó, fue embestido por Eliseo Salazar y Paletti, que se encastró en la trasera del Ferrari, salió despedido en un trompo y se llevó por delante a Geoff Lees.

Pironi se bajó de inmediato para socorrer a Paletti, consciente de la violencia del choque, que había dejado destrozada la parte delantera del Osella. Llegó Sid Watkins y se dio cuenta que estaba inconsciente, pero antes de que pudiera actuar el Osella estalló en llamas. Entre Pironi y los comisarios, en 20 segundos controlaron el fuego y Watkins pudo continuar su labor: las piernas del italiano estaban destrozadas, se necesitaron 20 minutos para sacarlo del coche y llegó al hospital ya muerto. La violencia del choque había provocado múltiples hemorragias internas.

Paletti era un piloto que comenzó de forma tardía en automovilismo, a los 19 años, pero tenía talento y un padre que tenía prisa porque su hijo llegara a Fórmula 1. A los 19 corrió en F-Super Ford, a los 20 estaba en Fórmula 3 y con 21 debutó en Fórmula 2, primero con Mike Earle y al año siguiente con Onyx. Riccardo quería un tercer año en Fórmula 2, pero su padre, importador de Pioneer en Italia entre otros negocios, tuvo la oportunidad de patrocinar a Osella y le empujó para que saltara a la categoría reina.

Sigo conservando en la memoria las imágenes de aquel accidente de 1982. El golpe fue espectacular, seco, directo; dicen que a unos 160 kilómetros/hora. Hoy, posiblemente no habría sufrido ni un rasguño, pero la seguridad entonces no era la actual. Descanse en paz Riccardo Paletti.