La lluvia escapa a las competencias de Pirelli

Pirelli está prisionera por dos aspectos. De una parte, la goma usada para los neumáticos de lluvia extrema y los intermedios es la misma y se debe llegar a un compromiso para que haya agarre suficiente en los primeros y que los segundos no se degraden a la velocidad de luz.

Pero de otra, no se puede aumentar el drenaje de agua que hace el neumático sin aumentar con ello el indeseable efecto espray que es lo que deja a los perseguidores sin visibilidad. Un efecto espray además difícil de predecir porque la aerodinámica de cada coche modifica la estela que lanza.

En otras palabras, para evitar o limitar el efecto espray se necesitan otras soluciones: ruedas más estrechas, ruedas carenadas, faldillas que rompan el espray, etc. Estas dos últimas soluciones seguramente limitarían también la posibilidad de que el neumático trasero pudiera lanzar virutas de goma o 'detritus' sobre el coche que sigue.

También es posible trabajar sobre el asfalto de los circuitos, que frene todavía más… Aunque quizás con ello la degradación de los neumáticos de seco aumentaría de forma notable. Y, desde luego, el coste de la solución sería muy elevado para las pistas.

Hay otros detalles que ayudarían, aunque serían insuficientes. Uno de ellos es la abolición de la regla de parque cerrado, que permitiría a los equipos variar la configuración del coche para adaptarlo a las condiciones y dar un mayor control del coche al piloto. Pero éste no es un problema técnico sino de reglamento deportivo.

En cualquier caso, hay un nivel de máximos por encima del cual no se puede correr. Pero esto pasa en todos los deportes. En el tenis desde que la lluvia tiene una cierta intensidad. En el fútbol no tanto por la intensidad del momento sino como por el agua acumulada. En todos los deportes se dan suspensiones por lluvia.

El problema del automovilismo no está tanto en que sea más o menos difícil de pilotar, sino en las condiciones de seguridad. No se puede correr si en la pista hay grandes charcos o corrientes de agua, y menos en Fórmula 1, si no existe una visibilidad mínima suficiente.

El problema es claro y la solución, cada vez más necesaria si, como estamos viendo, el cambio climático hace que las lluvias aumenten su frecuencia y sobre todo su intensidad.