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¡Ya era hora!

01/02/2018 10:30

La Fórmula 1 dejará de contar con las 'grid girls' a partir de esta temporada. Era un secreto a voces que había cobrado fuerza en las últimas semanas, pero ayer tomó carácter oficial con un comunicado de Liberty Media.

Los dueños del deporte no aprueban la cosificación de la mujer, aunque el lenguaje que utilizan es tan sutil que uno no sabe si su decisión está motivada por sus valores personales o por el miedo a lo que dirán sobre su compañía.

Sea como fuere, es de aplaudir que los gestores de la categoría reina hayan reunido el valor para cuestionar una faceta tan arraigada en el imaginario colectivo de este deporte.

Es de un equilibrismo remarcable intentar sostener que la figura de las ‘paragüeras’ no entra en contradicción con los valores que se le presuponen a la sociedad moderna, más aún en un ecosistema en el que cada vez más partes implicadas trabajan para impulsar una igualdad real en todas las esferas de la competición.

Puede que la decisión de Liberty deje a más de una sin su puesto de trabajo, porque ellas son profesionales y no están en la parrilla de salida en contra de su voluntad. Pero ese argumento no puede airearse como excusa para justificar la sexualización de la mujer en el mundo del motor, pues es una lógica perversa y retorcida.

Es justo recordar que algunos Grandes Premios eran conscientes de que la situación actual no era equilibrada, como evidencia la irrupción de los 'grid boys' en algunos circuitos del calendario. Pero en aquellas carreras donde han estado, a menudo han sido objeto de comentarios y burlas tanto de pilotos como de aficionados.

Los prolegómenos y los detalles accesorios no forman parte del corazón de este deporte, o al menos ésa es la concepción de quien suscribe estas líneas. La Fórmula 1 son carreras, coches y personas. Son historias humanas que trascienden. Héroes que pasan a la posteridad y que aún serán recordados de aquí cien años, como ahora se recuerda a Rudolf Caracciola o Tazio Nuvolari.

Hay mujeres que lideran equipos –Claire Williams, Monisha Kaltenborn–, elaboran estrategias –Ruth Buscombe– y diseñan coches que ganan carreras –Francesca Venturi–. Fuera de los circuitos, se responsabilizan de los asuntos legales del deporte –Kate Beavan– o toman las riendas de la promoción del mismo –Chloe Targett-Adams–. En otras especialidades, sacrifican horas de sueño para ganar las 24 horas de Le Mans –Leena Gade–.

A nivel federativo, la Comisión Femenina de la FIA –liderada por Michèle Mouton– se esfuerza en romper el mito de que la Fórmula 1 es un 'mundo de hombres'. A nivel deportivo, iniciativas privadas como Dare To Be Different –Susie Wolff– trabajan para que las niñas de hoy sean las pilotos del mañana.

Ante este paradigma, uno ha de hacer un ejercicio de honestidad y reconocer que ciertos aspectos de este deporte merecían una profunda revisión. Bienvenida sea.

 

¡MIREN AL FÚTBOL!

En la Champions League, la competición de clubes más importante de Europa, los jugadores saltan al terreno de juego de la mano de un niño, que a menudo está jovial como si fuera el día de Navidad.

¿Por qué no implicamos a los niños en la Fórmula 1? Basta con ver la ilusión que muestran en el fútbol como para imaginar su reacción si pudieran acercarse a sus ídolos justo antes de una carrera.

La Fórmula 1 daría un pasito más en su afán por salir de su burbuja y su imagen saldría reforzada. Los niños lo disfrutarían y recordarían la experiencia de por vida. ¿O acaso ustedes no recuerdan el primer día que vieron un coche de Fórmula 1 en directo?

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