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McLaren, o el vuelo del Fénix: así han pasado de la Q1 a la Q3

31/03/2019 12:31

Inversiones, fichajes, reestructuración de la directiva y un cambio profundo de filosofía son algunos de los pasos que McLaren ha tenido que dar para empezar a superar la etapa más dura de su existencia.

El abrazo de Mansour Ojjeh a Carlos Sainz tras terminar séptimo en la clasificación del GP de Baréin resume las emociones que recorrieron al equipo McLaren de punta a punta al situar a sus dos coches en una Q3 por primera vez desde Singapur 2017, y en un circuito mucho más representativo que aquél. Ciertamente no es aún tiempo de triunfalismos en Woking, pero el cambio de tendencia resulta innegable: digamos que si las andanzas de Zak Brown y compañía estuvieran escritas en la Divina Comedia, al menos habrían salido del Infierno para llegar al Purgatorio de la zona media de la parrilla.

Renovarse o morir. El equipo McLaren se halla inmerso en un proceso de metamorfosis hacia un nuevo proyecto deportivo, guiado por una filosofía que huye de la arrogancia y adopta un enfoque más realista, práctico y humilde. Es un reflejo de la nueva gestión de Zak Brown que, como hombre de márketing y gestor de personas, ha tomado definitivamente las riendas de la escudería. Los cambios han sido sustanciales: ahora está obligado a llevarla hasta buen puerto.

Uno de los primeros logros de Brown ha sido el de conseguir que los accionistas de McLaren Group no pierdan la fe en su escudería. La primera manifestación de esta fe ha sido el acuerdo para abordar una inyección de capital que supera el de temporadas anteriores, y que compensa las pérdidas económicas que reflejan las cifras del ejercicio 2017 –el balance financiero de 2018 todavía no se ha hecho público porque el año fiscal británico termina el 1 de abril–. El objetivo de Brown es que la fábrica disponga de recursos para trabajar sin preocupaciones, sin que el dinero sea un factor limitativo frente a las ideas o las pruebas. Eso se hizo evidente durante los test de pretemporada donde, por ejemplo, el equipo dispuso de tres alerones delanteros y de un cuarto que entonces estaba en producción para usarse en el GP de Australia. La escasez de fondos no les obligó a parar el desarrollo en 2018, pero sí que les limitó en la producción de piezas de repuesto. No fueron el único equipo en esta situación, pero en ocasiones debieron ser especialmente cuidadosos en pista para no estropear con los bordillos los bajos de los alerones… ¡porque no había más! Ahora no pueden perder el tren del desarrollo, y eso implicará invertir tanto como sea necesario; de momento, el próximo salto evolutivo del MCL34 se espera para el Gran Premio de España, en una carrera de desarrollo paralela a las que vemos en la pista.

 

UN GRUPO EN CRECIMIENTO

McLaren Group aglutina hoy en día tres grandes unidades de negocio. La competición, a través de McLaren Racing, es central con sus 806 empleados, y alimenta a las otras dos. Una es McLaren Applied Technologies, que traslada al mundo real una parte de la ingeniería de la Fórmula 1 y que, con un equipo de 526 personas, es rentable y eficiente. Y la última gran 'pata' es McLaren Automotive, el fabricante de coches superdeportivos que emplea a nada menos que 2.641 personas y compite de tú a tú con marcas consolidadas durante décadas como Ferrari o Lamborghini. Sobre todo este conglomerado responde el presidente ejecutivo Shaikh Mohammed bin Essa Al Khalifa, consejero de la familia real bareiní y máximo responsable del fondo Mumtalakat Holding Company, que posee el 56% de las acciones de McLaren y, por cierto, también apareció en la escena del abrazo que da inicio a este artículo.

La apuesta empresarial es enorme, y McLaren Racing conserva la estructura de un equipo grande, con un departamento de marketing y comunicación por encima de las 90 personas. Sin embargo, al mismo tiempo tiene que hacer malabarismos con su presupuesto. La era de los grandes patrocinadores es historia, por lo que es necesario hallar nuevas formas de contribuir a la financiación. Y es cierto que el coche cuenta con un buen número de logotipos, pero también que el departamento comercial ha cambiado la estrategia de pocos acuerdos y multimillonarios por otra en la que aceptan acuerdos más pequeños por cantidades que se hubieran rechazado inmediatamente cuando luchaban por victorias y mundiales –¿imaginan Huski Chocolate en el coche de 2007?–. El objetivo es que las arcas de la escudería reciban dinero fresco, mucho o poco. En pocas palabras, han pinchado la burbuja que Ron Dennis construyó con tesón y habilidad pero que hoy estaba fuera de mercado e incluso podía resultar extravagante para un equipo que no gana desde 2012.

Para redondear este plan posibilista, la salida de Fernando Alonso como piloto oficial constituye un alivio sustancial a la cuenta de gastos, decenas de millones de euros por temporada que podrán invertirse en otros departamentos; además, la permanencia del asturiano como embajador permite a McLaren trabajar todavía con el atractivo y el prestigio del bicampeón como activos, al tiempo que ofrecen a Fernando la posibilidad de mantenerse perfectamente fresco ante un eventual retorno; una sinergia perfecta.

En última instancia, a la dirección de McLaren le interesa que la escudería permanezca como un socio atractivo para sus anunciantes. Confía en que los acuerdos sean más lucrativos en cuanto mejoren los resultados, pero por el momento aplica una capa de humildad que también se traslada en la relación con las marcas. En conversación con distintos directivos de patrocinadores de la casa –presentes y pasados, que han pedido permanecer en el anonimato–, éstos afirman han percibido un cambio de actitud en el equipo, una mayor predisposición a escucharles y a atender sus necesidades, de manera que pueden rentabilizar mejor su inversión.

Este cambio de enfoque se apuntala de cara al público con una nueva política de comunicación. Fuera quedan los pronunciamientos épicos que abundaron en los últimos años de gestión de Ron Dennis y que incluso se maximizaron en los primeros pasos de Zak Brown en Woking. Ahora reina un perfil más discreto, que huye de las expectativas grandilocuentes que mutan fácilmente en frustración cuando no se cumplen.

La nueva McLaren bebe del consejo y visión de un grupo reducido de profesionales del marketing que se han incorporado a la empresa procedentes de la agencia CSM Sport & Entertainment. Entre el abanico de clientes de esta consultoría destaca la Fórmula E, cuyo auge en la opinión pública durante su corta historia está fuera de dudas.

 

EL CAMBIO TAMBIÉN LLEGA A LA PISTA

La revolución empresarial en McLaren se ha materializado en el MCL34, el coche de la temporada 2019, que ha nacido bajo la dirección interina de Pat Fry. El ingeniero tiene una visión distinta a la de Tim Goss y Matt Morris, que pusieron tal énfasis en el alerón delantero como pieza clave del coche que otros elementos no recibieron la atención necesaria. Eso ha cambiado, pues el nuevo monoplaza también considera la zona media de su chasis como un área clave en la generación de rendimiento. Prueba de ello es que el paquete de evoluciones del coche en el Gran Premio de Baréin afecta precisamente a los bargeboards, a esa zona central del coche. Incluso intentaron que las novedades llegasen directamente al Gran Premio de Australia, pero resultó imposible por motivos de producción. Nuestras fuentes confirman, por el momento, que el ritmo demostrado en Baréin no es un espejismo sino una realidad tangible, y apuntan a que el ritmo de carrera es uno de los fuertes del MCL34. Y la alineación de pilotos no es el eslabón débil de la cadena, con un Lando Norris todavía 'tierno' en tanda larga pero rápido a una vuelta y un Carlos Sainz que no solamente es veloz e inteligente en la gestión de carrera, sino que es un personaje reconocido en el paddock por ser emocionalmente estable, un buen hombre de equipo –lo hemos visto a lo largo de su trayectoria y confirmado con personal de pista y fábrica de McLaren–. Por tanto, una buena combinación de pilotos para afrontar una transición tan crítica.  

La cúpula directiva presente en los circuitos está también en plena metamorfosis. Desde que dimitió Éric Boullier, Zak Brown tiene poder absoluto sobre McLaren Racing. Eso comprende tanto el equipo de Fórmula 1 como la división de IndyCar, que ahora prepara las 500 Millas de Indianápolis. Si McLaren se decide a entrar en el WEC, Brown será también el hombre fuerte que pivote y supervise la operación.

Dentro del equipo de Fórmula 1, Andreas Seidl será la figura clave en calidad de director general. Este ingeniero alemán, con trayectoria en la categoría reina dentro del equipo BMW Sauber, es un brillante gestor de personas en el ámbito técnico y lo demostró en el programa de Porsche en LMP1. Hará pareja con Gil de Ferran, éste como director deportivo. Seidl se incorporará a su puesto el 1 de mayo y se encargará de la dirección efectiva, para conformar un binomio parecido al que existía en el pasado con Ron Dennis y Martin Whitmarsh, luego con Zak Brown y Éric Boullier. Mientras tanto, es De Ferran quien asume ese papel de forma interina, aunque la intención siempre ha sido que el brasileño juegue un rol más cercano a la consejería que a la dirección ejecutiva.

¿Y el rendimiento? De momento les ha llevado de caer con frecuencia en las Q1 –aun con el innegable aporte de Alonso como piloto– a entrar en las dos primeras Q3 de la temporada 2019. Si esto se perpetúa dependerá de la mencionada carrera de evolución, pero al menos cuentan con una ayuda: el motor Renault ha progresado sensiblemente respecto al año pasado, para situarse tan sólo un paso por detrás de Ferrari y Mercedes y a la par con Honda. En este aspecto sólo necesitan y piden que la casa del rombo mantenga el progreso y aporte la fiabilidad que les faltó tanto en los test de pretemporada como en el GP de Australia. Dos MGU-K han cedido desde febrero y en Viry-Chatillon ya trabajan en una evolución de la pieza.

 

MÁS ORGANIZACIÓN

La dinámica de trabajo también ha cambiado en McLaren. El núcleo duro del equipo, los ingenieros y mecánicos, son esencialmente los mismos que en 2018. Pero sí ha habido novedades en las cabezas visibles de cada departamento. El brazo técnico rendirá cuentas a Seidl. Al frente del mismo estará James Key, que desde el pasado 25 de marzo asume la dirección técnica una vez cumplido el periodo de cuarentena tras su fichaje desde Toro Rosso. El inglés supervisa a Andrea Stella y Pat Fry, directores de rendimiento e ingeniería respectivamente. Paralelamente, Simon Roberts –director de operaciones– y Paul James –gestor– también se coordinarán con Seidl en el día a día.

Todos estos cambios han generado una cierta preocupación en la base del equipo, pues existe mucho interés por ver cómo quedan definidos los roles, de modo que no se solapen ni entorpezcan, justo cuando las cosas han cambiado a mejor y se ha empezado a notar en la pista. En cualquier caso, distintos miembros del equipo, en departamentos y cargos muy dispares, apuntan a una mejora en el ambiente de trabajo y en la dirección técnica que les inspira un nuevo optimismo. Todos mencionan la cautela tras el prometedor inicio de la temporada, pero algunos apuntan que no estarán satisfechos hasta que McLaren vuelva a ganar una carrera. El tiempo dirá si lo consiguen, pero McLaren estaba obligada a reinventarse y eso ya ha sucedido. El Ave Fénix ha levantado el vuelo.