Ser campeón con Ferrari y salir por la puerta falsa

La única excepción quizás, la de Michael Schumacher, aunque cuando decidió retirarse a finales de 2006 fue de una forma extraña e inesperada, "para no perjudicar a mi amigo Felipe Massa", llegó a decir Michael, aunque siguió vinculado a los rojos como embajador en una relación que se fue apagando hasta que volvió a la F1 con Mercedes.

Pero incluso el mismísimo Juan Manuel Fangio, que logró su cuarta corona con Ferrari, fue un visto y no visto en Maranello. Sólo corrió un año para ‘Il Commendatore’. La fugacidad de su exitoso paso por allí dicen que se debió a que Enzo Ferrari y su mujer, Laura Garello,  buscaron en el joven Peter Collins el sustituto de su recién fallecido hijo Dino y Fangio decidió buscarse un nuevo hogar porque además ‘El Chueco’ estaba convencido que Enzo digería mal la gran popularidad de la que gozaba Fangio y había un problema de celos.

Lo que sucedió a Fangio tiene un cierto precedente en Alberto Ascari, que dio a Ferrari dos títulos, los de 1952 y 1953, pero que se marchó en 1954 para correr con Lancia, pero el D50 no estuvo listo hasta el último GP por lo que corrió sólo esporádicamente con Maserati para acabar el año de nuevo con Ferrari en Monza y con Lancia en Barcelona… falleciendo más tarde tras un accidente en Monza probando el nuevo Ferrari Sport de Eugenio Castellotti pese a ser piloto de Lancia. El Lancia D50, que después sería Ferrari D50 y permitió a Fangio ser campeón en el 56, es el coche con el que Ascari cayó al puerto de Mónaco. Ascari ganó 13 GP con Ferrari, de los 27 que disputó para el Commendatore.

En 1958, Mike Hawthorn ganó el título in extremis en el GP de Marruecos; sólo ganó una carrera ese año y el pequeño Cooper de Stirling Moss puso las cosas muy complicadas al piloto de Ferrari. A finales de año Mike decidió pura y simplemente retirarse, el primer campeón que no quiso defender su corona. De poco le sirvió, pocos meses después falleció en un accidente de tráfico.

Phil Hill ganó el título para Ferrari en 1961, pero –en un precedente de lo que le sucedió a Jody Scheckter– el coche de 1962 fue un desestre y el ambiente en Ferrari era el de una bomba de relojería. En 1961, en Monza, donde Enzo Ferrari se encolerizó con el americano porque en clasificación no estuvo a la altura e incluso el joven Ricardo Rodríguez le superó, Phil no replicó con palabras: hizo que los mecánicos abrieran el motor y se vio una vávula dañada, lo que provocaba el bajo de rendimiento del motor que había denunciado el americano. 

Precisamente en Monza, el mortal accidente de Von Trips abrió las puertas del título a Hill; el alemán era más rápido, pero Hill era más seguro y regular. Para 1962 Enzo Ferrari quiso conservar el mismo coche, pero los británicos habían trabajado mucho; aunque en las tres primeras carreras aguantó el tipo y peleaba con el líder Graham Hill, a patir de ahí no logró sumar ningún punto más y decidió marcharse.

Phil se alió para 1963 con un grupo de ‘disidentes’ de Ferrari –el ingeniero Carlo Chiti y el director deportivo Taivoni– y pasó al nuevo equipo que estos formaron, ATS, un auténtico desastre, aunque Hill seguiría un par de años más en F1.

John Surtees tampoco escapó a las ‘iras’ del Commendatore y de hecho éste llegó a calificar al británico de traidor, despidiéndolo sin contemplaciones justo antes de las 24 Horas de Le Mans de 1966, pese a que hacía unas semanas había ganado para Ferrari el GP de Bélgica y era segundo del campeonato a un punto de Lorenzo Bandini e igualado con Jackie Stewart. "Sé lo que pierdo, pero quizás perdería más si lo confirmara".

Dos años antes, Surtees había dado el título de F1 a Ferrari, corriendo el último y decisivo Gran Premio, México, con un Ferrari blanco con raya azul, los colores de la NART –importador americano de Ferrari– para convertirse en el primer y único piloto campeón de la categoría máxima de motociclismo –500 centímetros cúbicos en la época– y de F1. Fue un título que debe a Lorenzo Bandini. Él llevó en esta última carrera a Graham Hill a cometer un error, lo que permitió a los dos Ferrari colocarse delante y después Bandini cedió la victoria a Surtees que pudo ser así campeón. Pero 1965 fue un poco fiasco –tras un título, vacas flacas en la Scuderia no ha sido algo inhabitual–, una temporada en la que en Maranello se vieron sorprendidos por la reacción de los equipos británicos y, aunque en los inicios de temporada parecieron defenderse, el final de año fue un desastre..

Pero entre Enzo y John había desconfianza. El primero pensaba que John se llevaba información para Lola y que quería equipo propio. Y el segundo, que Enzo y sobre todo el director deportivo Eugenio Dragoni, querían hacer campeón a Bandini, aunque quizás fueran celos por deberle el título. En aquella época Surtees comenzaba a correr la Can-Am con su propio equipo y un chasis Lola. Surtees no se quedó en la estacada: corrió con Cooper Maserati y todavía fue subcampeón.

Ni siquiera el gran Niki Lauda escapó a las iras del Commendatore, pese a sus dos coronas de 1975 y 1977. No sé si el accidente de Nürburgring del 76 tuvo algo que ver con ello; más que el accidente en sí o por el hecho de que abandonando voluntariamente en Fuji, bajo la lluvia, por considerar que en esas condiciones no se podía correr, le hizo perder el título de ese año en manos de James Hunt. Lo cierto es que Ferrari se mostró escéptico con respecto a la recuperación de Lauda y Niki comenzó a mirar alrededor, donde estaba Bernie Ecclestone, que se había hecho con las riendas de Brabham y contaba con el apoyo de Parmalat y los motores Alfa de Carlo Chitti, además de los servicios de Gordon Murray. Y para Ferrari eso sonaba a traición; el ambiente entre ambos fue gélido.

Dos años después, en 1979, Jody Scheckter logró el título para Ferrari. Pero el equipo entró en la ya casi habitual ‘depresión post corona’.  En 1979, Ferrari festejó el pleno, no sólo los dos títulos sino el subcampeonato de pilotos gracias a Gilles Villeneuve, el joven canadiense que había conquistado el corazón del veterano Enzo.  

Pero 1980 fue un desastre: Jody no sólo no sumó más de dos puntos sino que pasó por la vergüenza de no clasificarse para la parrilla en un GP. Tampoco Villeneuve brilló mucho más, sumando sólo seis puntos. La razón, el hacer caso a la vieja leyenda de ‘caballo ganador no se cambia’ y el T5 fue una simple evolución del T4, absolutamente insuficiente –por no decir errada– para contener la evolución de los rivales. La pérdida de motivación de Jody es total y la puerta de salida es casi obligada.

Ni siquiera el último campeón de F1 con Ferrari, Kimi Räikkönen, ha escapado a la dura ley de Maranello, cuando fue bajado del coche para hacer sitio a Fernando Alonso en 2010. Kimi, contra pronóstico, fue campeón en 2007, aprovechando las rencillas internas de McLaren entre Fernando y Hamilton. Tres años después se vio ‘despedido’ con el contrato roto para dejar su plaza a Fernando Alonso. Felipe Massa, pese a lo incierto de su recuperación tras el accidente en Hungría que pudo haberle costado la vida y que le causó lesiones en el ojo izquierdo, fue el preferido, en lo que era sin duda un trato humillante. 

Kimi aparentemente ni se inmutó. Se dedicó dos años a los rallies y volvió a Maranello –en 2014–. Y en 2018, pese a ser tercero del campeonato, sufrió un trato similar: Ferrari eligió a Leclerc como opción de futuro y aparcó a Kimi en Alfa Romeo. Pero el finés disfruta corriendo y lo demás le importa mucho menos… ha sido campeón del mundo, que era lo que quería.