Me has hecho llorar, Billy Monger

El precio pagado por su pasión ha sido alto. Pero quizás en lo más alto del podio se sintió reconfortado sabiendo que, pese a las trabas, podrá seguir corriendo, que era competitivo, que iba a batirse.

No estuve en Donington. Pero de haber estado hubiera sido de las pocas veces que me hubiera acercado al podio, que hubiera aplaudido y llorado como un becerro, llanto desatado de emoción y alegría.

Es algo que pocas veces he hecho en las carreras, quizás porque, como periodista, debo evitar que las emociones distorsionen la realidad o mermen la capacidad de análisis. Pero hay ocasiones que bien valen dejarse llevar por la emoción: la primera victoria de Carlos Sainz en el Mundial de Rallies, el primer título de Fernando Alonso, el podio de Pedro Martínez de la Rosa, la victoria de Marc Gené en Le Mans han sido algunas de estas ocasiones, no las únicas, pero sí las más conocidas.

Seguro que habría sentido que ese podio era más que una victoria y que no representaba ni siquiera el resultado de una carrera de F3. Ese podio era algo así como si hubiera ganado el “campeonato de la vida”.  Y un campeonato no se gana en una carrera, sino en la suma de varias carreras. Monger comenzó a ganarse este podio en el mismo momento en que abandonó el hospital, habiendo dejado en el quirófano sus dos piernas. En ese momento que expresó su voluntad de no rendirse y se marcó un objetivo: volver a correr en monoplaza.

No es el primero que da este paso. Tampoco el último. En estás páginas hemos mostrado otros ejemplos de superación. Y todos los españoles amantes del automovilismo conocemos a Albert Llovera, Joan Lascorz y a Josep Busquets, por ejemplo. Y podíamos poner más ejemplos, sin duda como el reciente de Nathalie McGloin, Frederic Sausset, Alex Zanardi etc, incluido Robert Kubica. Incluso por patronos como Sam Smith o Frank Williams. 

Monger no es de familia acomodada. El pasado año pudo iniciar la temporada gracias a un programa de ayudas para pilotos con pocos recursos que había preparado el MSA, la federación británica.

Sus recursos eran escasos, pero su equipo JHR Developements, que en 2015 lo acompañó en la Copa Ginetta y en 2016 en la F4, y en 2017 tanto en F-Ford (4 victorias) como en la F4… hasta que tuvo el accidente, abrió inmediatamente en internet una cuenta para recaudar fondos. En sólo 24 horas se habían logrado 500.000 libras, entre las donaciones de algunos pilotos y expilotos de F1, Lewis Hamilton incluido.

Y este año Carlin le ha dado una oportunidad, aunque su coche está virgen de patrocinio: podía correr sólo este fin de semana en Oulton Park, pero a buen seguro que se ha ganado la continuidad. Seguro que encuentra fondos y ayudas para seguir. ¡Se las ha ganado! Y también nos ha dado una lección de superación y humanidad.

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