Los tés

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José M. Zapico
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03 Mar 2017 - 14:39

En la escena de Los Morancos, Omaita se cruzaba por un pasillo con La Antonia. Esta última llevaba un manojo de bolsitas de té colgando de la mano y trincadas por las etiquetas de un puñado. Su ficticia progenitora le cuestionó que para qué iba así por la vida. La respuesta fue “es que me voy a sacar el carnet de conducir y me han dicho que haga muchos tés”.

En la Formula 1 degustan muchos tés pero se hacen menos tests de lo que les gustarían. Los coches ruedan mucho en el mundo virtual de los computadores de análisis CFD, en los túneles de viento y en los simuladores, pero lo que es tocar el asfalto pocas veces se había probado en el mundo real como ahora.

Solicitas el pase de prensa y unos días antes del evento te llega un email con la confirmación del departamento que dirige Matteo Bonciani, un amable bigardo italiano de casi dos metros, que habla un español bastante decente. Llegas a la pista y te das cuenta de que entrar y salir de un talego es más fácil. Control de tu coche cuando llegas a la puerta; otro control en la propia puerta; bajas hacia el parking y otro encargado de seguridad te revisa el pase en la entrada. Te lo vuelven a mirar antes de acceder al paddock, lo atraviesas de sur a norte y en la escalera del edificio de boxes otro tipo con chaleco amarillo y walkie talkie te lo mira. El cancerbero de la sala de prensa, una chica, tiene en propiedad unos ojos preciosos que se clavan en tu credencial antes de permitirte pasar. Le enseñas tu pase de pecho, y asiente con la cabeza. En total, seis controles. Lo que te extraña es que los periodistas de las carreras no peguen palos en las sucursales bancarias, es mucho más fácil y ya saben como se hace.

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En la sala de prensa saludas a los amigos, te haces el tonto y conviertes en invisibles a los enemigos y te presentas ante la jefe de prensa. Miriam Ramos es una discreta morena de formas suaves y sonrisa fácil que termina todas sus charlas con un “¿necesitas algo más?”. El jamón del GP de España debería ser para ella.

Bajas a dar un paseo por la Avenida de la Velocidad, también conocida como el paddock. No hay edificios ni restaurantes, pero hay camiones que se despliegan como un transformer y hospitalities en los que te echan de comer si dispones del pase adecuado. El primer sopapo psicosocial no te lo llevas con el ruido, el brillo o por cruzarte con un piloto, sino cuando ves a una pareja. Hay muchas, pero ninguna como ésta. Ella es invidente, no puede ver, pero la Formula 1 es tan algo tan grande que a base de olores, vibraciones y sonidos un ciego puede sentirla. Han venido desde Holanda. Charlas con ellos y él te invita a tocarla, a darle la mano. Ella sonríe. Te estremeces y te das cuenta de lo afortunado que eres porque tienes ojos y te funcionan. Te deja casi mal cuerpo pero como ella sonríe tu también lo haces porque sabes de alguna forma, de alguna manera, la aprecia.

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Por el camino te cruzas con Zak Brown y Sean Bratches. El primero es el nuevo jefe comercial de McLaren, camina con la cabeza por delante de su cuerpo, cargado de hombros y su voz es firme. A su lado, el comercial de Liberty Media que camina como Denzel Washington. Espalda recta, balancea sus hombros y la cabeza se desplaza como enganchada a los cables de un tranvía. Les saludas, giran sus cabezas, y responden con amabilidad y cara de “¿quien será el idiota este?”.

Se lía barullo a tu alrededor, algo pasa. Una nube de fotógrafos rodea a alguien a quien no puedes ver. A su alrededor hay una segunda capa humana; son aficionados que han pillado un pase VIP. “Es Prost”, te suelta alguien. En el mercado de la memoria hay pilotos viejos y estatuas ambulantes, y el gabacho es de los segundos. Forma más follón a su alrededor que muchos corredores actuales. Nada más verle, el mago y mentalista Anthony Blake que me acompaña y mide 1,92 metros, suelta un “ostras, que bajito es” -usó otras palabras-. Le sorprenden los 165 centímetros del tetracampeón. Tiene cierta lógica. Cuando los chavales empiezan su carrera en el Karting los más altos pesan más, sus coches no corren y ganar es más complicado. Ser pequeño a veces tiene sus ventajas, chicas.

No es día de Gran Premio pero hay varias tiendas abiertas en la zona comercial. Dos las llevan unos guiris y la tercera, unos tíos de Cádiz. Te das cuenta cuando les dices…

—Jefe, ¿que vale esta taza de Red Bull?

—Pega un respingo, como si hubieras metido un chispazo por el culo. —¿Jefe? ¿Cómo que jefe? ¿Jefe deeeeee qué?

En Cádiz existe cierta rivalidad vecindaria entre los capitalinos y los jerezanos. El primer toro que salió a la plaza de la ciudad del vino tenía unos cuernos gigantescos y se llamaba 'Maestro'. Sólo para putearlos, los de Cádiz llaman ‘maestros’ a los de Jerez, y ‘los del pueblo rico’ llaman 'jefes' a los de la capital. Ambos se consideran insultos graves. Nota: si visitas Cádiz, elimina esos dos palabros de tu vocabulario so pena de meterte en un jaleo.

Por allí pasa un colega que por sus arrugas ya no cumplirá los setenta, y que parece un muestrario andante de las tiendas. Gorra de Ferrari, chaqueta de Lotus, camiseta de McLaren, pantalones de Renault, zapatillas Puma de Williams. O tiene una empanada mental de alucinar o es muy listo. Menudo follón tiene que liarse en su olla viendo cada salida porque se le acumula el trabajo a la hora de animar a sus pilotos y equipos… o sencillamente es que le gustan todos y por lo tanto gane el que gane siempre lo celebra. Bien jugao si es lo segundo.

De vuelta al paddock charlas un par de minutos con Adrian Newey, que cuando no va de uniforme adquiere aspecto de portero de colegio. Sonríe, es amable, pero no suelta ni una palabra cuando te ve el bloc de notas. Autógrafos y fotos si, información ni mijita. Otro que va de paisano y está irreconocible es Ross Brawn, que deambula entre la gente sin pase. No lo necesita, ¿pa qué? ¡es el amo!. El británico lleva en la cabeza un problema único: mantener el interés sobre la Formula 1 en el Siglo XXI de las redes sociales, la fibra óptica y el Internet. Entre sus ideas baraja organizar nuevas fórmulas de cómo correr, otra fisonomía de las carreras. Si los experimentos se hacen con gaseosa, es fácil que veamos sus prototípicas ideas en la GP2 y GP3, el jardín de infancia de la Formula 1.

Se arremolinan media docena de colegas alrededor de McLaren y sale Fernando Alonso. Avanza a grandes zancadas, no corre pero tampoco camina. Es como un marchador, porque quiere irse a lo suyo, a lo del coche. La gente consigue rebajar su ritmo para un par de selfies rápidos, pero poco más. Pasa de la valla colocada entre los trailers de su formación y cierra el DRS. Entra en su box y nada se vuelve a saber de él hasta que entra en pista en el que algunos tuiteros malévolos denominan “el autobús naranja”. Justo lo contrario pasa cuando Daniel Ricciardo se baja del Aston Martin que le trae del aeropuerto. Red Bull usa dos DB9 a modo de taxi para recoger a sus VIPs y llevarlos al circuito. Sólo he visto tanta gente alrededor del australiano cuando me crucé de manera accidental por la Gran Vía de Madrid con una firma de autógrafos de Los Gemeliers. Lo de este tío es bestial y lo mejor es que no dice que no a nadie. Fotos, firmas, posados, abrazos, besos, niños en brazos, y parece que la sonrisa se la esculpieron de fábrica al nacer. Le encanta, disfruta del calor de la gente y se nota. Esa dedicación no tiene precio. Te apartas del follón y casi te atropella un tío que pasa con uno de esos patinetes eléctricos con una sola rueda. Por el paddock casi no pasan vehículos de manera puntual; ya casi no se ven scooters, ni cochecitos de golf, chismes muy comunes antes. De vez en cuando ves algún deportivo de cagarse de las marcas involucradas en la F1, una carretilla elevadora con unos bidones, o una furgoneta con reparto de última hora, pero poco. De vez en cuando se cuela alguno con un chisme de estos, una bici, o algún gadget similar. Ni una sola Segway, por cierto.

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El Fondo Norte de Montmeló se embarulla de forma sistemática a las dos y cuarto. Es cuando en Red Bull y Toro Rosso permiten entrar a comer de gañote a los acreditados, justo cuando acaban los del equipo. Subimos la escalerilla y nos topamos con Steven, un gigantón negro de sonrisa contagiosa que nos mira y pregunta:

—¿Vas a hacerte otro té? Llevas ya tres.

—La respuesta es sencilla. —Es que es lo que hemos venido todos, a hacer tés. —Miro a mi derecha y me encuentro, como en la película "El resplandor", a los fantasmas de Omaita y La Antonia que me miran con cara de mala leche. Sonrío a Steven, hago una pedorreta a los ectoplasmas y me piro de allí con mi té en vaso de cartón antes de que me echen.

Sales y en menos de 200 metros te encuentras con Aldo Costa, Carlos Sainz padre, Helmut Marko, Niki Lauda, Toto Wolff, Christian Horner, Checo Perez, Esteban Ocon, Peter Sauber, Tatiana Calderón, Pascal Wehrlein, Joan Villadelprat, Josep Lluís Merlos y Noemí de Miguel... Al llegar al final del paddock, el Fondo Sur que preside Sauber, te paras al llegar a la valla, te miras a los pies y piensas: no eres de esto, eres sólo un turista. Esto es el reino de otros. Qué suerte venir de vez en cuando. Si los pilotos son los dioses y le rodean los santos que conforman sus escuderías, tú eres como esos testigos sin nombre que salen en el Antiguo Testamento. Testamento empieza por 'test', ¿no?

Matteo Bonciani
Test
prueba
Circuit de Barcelona-Catalunya
Barcelona
2017
Zak Brown
Sean Bratches
Virutas de Goma
McLaren
Liberty Media
Lotus
Renault
Williams
Ferrari
Adrian Newey
Ross Brawn
Fernando Alonso
Red Bull
Aston Martin
Toro Rosso
Carlos Sainz
Aldo Costa
Helmut Marko
Niki Lauda
Toto Wolff
Christian Horner
Sergio Pérez
Esteban Ocon
Peter Sauber
Tatiana Calderón
Pascal Wehrlein
Sauber
Josep Lluís Merlos
Joan Villadelprat
9 comentarios
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25 Jul 2017 - 15:52

Muy bueno, visto el circo desde un lado humano...

06 Mar 2017 - 15:34

buen articulo, me gustó la narrativa

04 Mar 2017 - 13:23

Buenooooo... parece que esta ha gustado. Celebro los abrazos que me pegçais, doy la bienvenida a los que no me conocían, prometo más. Preparo algo parecido para lo que tuve que usar un caso de visión nocturna. En la F1 pasan cosas... de noche. Gracias a todos!!!

04 Mar 2017 - 13:11

Muy grande el artículo, me he pegao unas buenas risas, todo un descubrimiento Virutas de Goma!

03 Mar 2017 - 19:48

Muy bueno el artículo...por cierto.... tengo dos cuñaos de Jerez...lo que me voy a reir cuando les llame y les suelte lo de maestro....xD

03 Mar 2017 - 19:28

Bestial el artículo! Gracias!

03 Mar 2017 - 19:26

Bestial el artículo! Gracias!

03 Mar 2017 - 17:47

+1000 virutas. Genial!!!

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03 Mar 2017 - 17:18

Precioso artículo. Cuanta razón. Un saludo.

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