Primera etapa y primera odisea para Sergio Vallejo

“Casi tuvimos que dormir en el desierto. Hubo un cúmulo de circunstancias que nos hicieron perder mucho tiempo y llegar de noche a las últimas dunas, que eran de máximo nivel de dificultad”, ha explicado Sergio.

El gallego explicó que “primero nos paramos para ver como estaba Diego [el hermano y copiloto habitual de Sergio, que corría el Dakar con Óscar Fuertes y sufrieron un importante vuelco en los inicios de etapa], después sufrimos dos pinchazos y más adelante llegó un tercero. Estuvimos una hora intentado reparar al menos una de las tres ruedas pinchadas y más o menos lo logramos”.

Pero no acabó todo ahí. Cuando llegaron a las dunas grandes se encontraron que el sistema de auto-hinchado no funcionaba “y era un problema porque había muchos coches atascados y caímos en una olla [agujero de arena blanda, a modo de los ‘bunkers’ de los campos de golf] y por si fuera poco nos quedamos sin marcha atrás. Hubo que avanzar metro a metro con las planchas y tardamos cuatro horas para hacer un kilómetro”.

Al salir de allí, se había hecho de noche “y era muy difícil conducir casi sin luces. Pero lo peor no era eso. Al finalizar la especial, era imposible rodar sobre el asfalto con la rueda reparada. No había otra que esperar al camión de asistencia para recuperar una rueda nueva, porque teníamos 200 kilómetros de carretera por delante. Llegamos a las 2 de la mañana”.

Pese a llegar fuera de control, los mecánicos de Astara les echaron una mano y Vallejo salió hoy, aunque al parecer dio rápido media vuelta y volvió al campamento sin que hayan trascendido los motivos. 

Sergio quería estar en pista “para seguir aprendiendo. Ahora toca ser pacientes y aprender. Como consuelo, Laia Sanz me dijo que la etapa era realmente difícil”, pero está claro que ahora deberá esperar a reengancharse con la ‘Dakar Experience’ para seguir aprendiendo.