El Rallycross tiene buena salud; el Mundial, no

El Rallycross goza de buena –al menos más que aceptable– salud. El Mundial de Rallycross, por el contrario, está moribundo. Incluso el Europeo goza de una participación amplia y estable. Incluso a nivel español, de la mano de los N5 de Roberto Méndez, está experimentando crecimiento.

Tan moribundo que el promotor del campeonato, el mismo que cuida del Mundial de Rallies y que depende de Red Bull, ha arrojado la toalla y la FIA se ha visto obligada a buscar un promotor de forma urgente, casi desesperada.

¿Cuál es la razón de la caída? La misma que ha ocurrido tantas veces en automovilismo y que hemos visto escenificada preferentemente en el mundo de los Turismos.

En tres ocasiones, el éxito de las categorías de Turismos han llevado a los promotores a pasar de campeonatos nacionales y europeos a Mundial. Y en las tres, tras un éxito inicial ilusionante, ha llegado la realidad.

¿La razón? El salto de costes de un Europeo a un Mundial es brutal. La repercusión, por el contrario, no es notablemente superior. El retorno a la inversión es limitado. Buena parte de estos gastos hay que apuntarlos a los desplazamientos, la logística, que se disparan. Y llegando a un punto, todo se torna inasumible.

Ya sufrió un duro golpe el Mundial cuando se convirtió en eléctrico. El grueso de la participación se ‘refugió’ en el Europeo. Se intentó la solución desesperada de ‘La batalla de las Energías’, térmicos contra eléctricos… pero no ha aumentado para nada la participación, salvo que el equipo de Kristoffersson abandonó el eléctrico por el térmico. 

Todo ello lleva a una segunda reflexión. ¿De verdad hace falta un promotor? Es algo que no tengo muy claro… salvo por las retransmisiones por ‘streaming’.