Nilu: el hypercar inspirado en los Fórmula 1 de los '80 con un V12 de combustión pura y dura

El Nilu es un nuevo hypercar con motor atmosférico V12 y 1.000 caballos de potencia. ¡Qué raro se hace decir algo así en pleno 2024! Sin electrificación, sin las últimas ayudas tecnológicas de las otras opciones del mercado. Dice su creador que es placer puro de conducción. El desafío de los '60 y '70 recuperado. Obviamente, un juguete reservado a unos pocos.

Nilu27 es una nueva marca creada por Sasha Selipanov, diseñador muy reputado en el campo de los hiperdeportivos porque hasta hace poco estaba con Koenigsegg.

Aunque Selipanov es de los que cree que la forma sigue a la función, la filosofía Bauhaus, y dice haberse inspirado en la Fórmula 1 y Le Mans del pasado y en los clásicos italianos. Pero parece aerodinámicamente muy trabajado; no es sencillo conseguir una línea elegante y pura, de secciones transversales estrechas y longitudinalmente fluido, de suaves y esbeltas sinuosidades. Y que, además, resulte adecuado a las prestaciones previstas.

Destacan la cabina transparente o buena parte de le mecánica –motor, escape, suspensiones traseras– vistas. El chasis tiene una célula central de fibra de carbono, con dos subchasis delanteros y traseros tubulares en aluminio, que permite mejor acceso a la mecánica y una evacuación superior del calor del motor.

El interior es elegante y simple, amplio para un coche de sus características. Una sola pantalla, pero no es de infoentretenimiento o para controlar datos del coche o elementos auxiliares: corresponde a la cámara de visión trasera. Volante circular completo, sin interruptores o mandos. No es una elección estética, sino filosófica: no hay modos de conducción, configuraciones ni reglajes. Los mandos se corresponden a los de la era analógica. Y eso incluye el cambio de siete velocidades con la palanca en el piso, que desliza por una parrilla.

El volante, los pedales, el reposacabezas, los espejos laterales y otros ajustes son deliberadamente manuales, y se accede a ellos mediante palancas e interruptores aparentemente muy agradables.

"Mi camino en la industria nunca ha consistido en seguir reglas y ceñirme a las normas. Nunca tuve miedo de seguir mi intuición o perseguir mis sueños. Romper las convenciones es simplemente una consecuencia. Lo mismo ocurre con Nilu, un hypercar que descarta las tendencias y convenciones actuales en pos de una experiencia automovilística superior", señala su creador.

El meollo era conseguir un motor V12. Lo encontró en la otra parte del mundo, en las Antípodas, en Nueva Zelanda. Es obra de Hartley Engines. Un V12 de 6.5 litros, de arquitectura inusual porque el ángulo de la V es de 80 grados. Un motor de 'carrera corta', capaz de ofrecer 1.000 caballos. Pero visualmente llama la atención por sus escapes, tipo 'espagueti’, en el centro de la V. Por cierto, están impresos en 3D usando Iconel.

"Hemos estado trabajando silenciosamente en el diseño y la disposición de nuestro propio motor durante los últimos años, inspirándonos en los coches de Fórmula 1 de finales de los '80 y principios de los '90. Nos esforzamos por lograr el tipo de ingeniería que es cruda, entrañable, emotiva y, a veces, un poco loca", ha dicho Nelson Hartley, su creador.

El motor va acoplado a un cambio manual realizado por Cima, especialista en estas transmisiones. El resto de soluciones son 'clásicas'. Suspensiones por dobles triángulos –de gran longitud– y 'push rod', muelles y amortiguadores. Frenos carbocerámicos Brembo. Llantas AppTech –aunque diseñadas por Nilu– de 20 pulgadas delante y 21 detrás con neumáticos Michelin Pilot Sport Cup.

Inicialmente se fabricarán 15 coches, que serán montados en California por Aria Group. Pero la idea es de realizar otras 54 unidades 'street legal', así que se sobreentiende que los 15 primeros deben ser 'track days'.

“Mientras el mundo avanza hacia la electrificación, y por muy buenas razones, creemos firmemente que la atemporalidad de estos coches no sólo los mantendrá relevantes, sino que seguirán encontrando un lugar en las colecciones de los apasionados amantes de los coches”, sostiene Selipanov.

¿Y su precio? De momento se desconoce... pero pocos de los que nos juntamos por aquí podremos pagarlo. ¡Por no decir ninguno!