El Ford Mustang nació hace 60 años... ¡en el tiempo de descuento!

Hace 60 años, cuando el altavoz de las redes sociales no era ni siquiera objeto de ciencia-ficción, el anuncio del Ford Mustang despertó euforia, necesidad, deseo. Todo era algo bien orquestado y los clientes que acudieron de forma avanzada a los concesionarios de la marca para verlo y encargarlo… se encontraron con los escaparates opacos, cristales tapados con papel, y las puertas cerradas. Pero ello no evitó que el 14 de abril, en Canadá, se entregase el primer Mustang a un cliente.

Fue el 17 de abril de 1964 cuando en el Salón de Nueva York se presentó el Mustang. Un par de días antes un selecto grupo de periodistas había tenido la ocasión de conducirlo entre esta ciudad y Detroit. Eso hizo que el 18 de abril hubiera amplias reseñas alabando el coche en más de 2.600 periódicos americanos.

Posiblemente ni Henry Ford ni Lee Iacocca, el padre del Mustang, pensaron en aquel momento que el Mustang iba a convertirse en un icono, en un objeto de culto y que iba a sobrevivir durante tanto tiempo.

Ford se jugaba mucho en el envite. Estaba en una situación delicada. Sus grandes modelos habituales parecían no atraer suficientemente a los compradores. La generación del 'baby boom' quería algo distinto, más en la línea de los deportivos europeos en lugar de los grandes americanos.

Pero pocos imaginan que este coche, auténtico 'best seller', nació contra reloj, fruto de una cierta necesidad y de la capacidad de improvisación de unos creadores que sabían que quemaban el último cartucho. Dicen que en las situaciones desesperadas los hombres son capaces de sacar lo mejor de sí mismos. Pero de ahí a presentar al comité de dirección un coche 'asimétrico' media un abismo.

Todo había comenzado sólo tres años antes, incluso menos. Lee Iacocca, ingeniero pero sobre todo hábil comercial, había sido llamado a trabajar en Detroit. Y se dio cuenta rápidamente que una cosa era lo que Ford proponía y otra lo que los clientes deseaban.

Iacocca no tocó las campanas a rebato. Convocó a sus 'fieles' a una reunión en el Hotel Fairlane. Y allí les habló del automóvil que debía captar al nuevo tipo de clientes para los cuales la marca no tenía oferta. Nació así el 'Falcon Special Projet' a finales de 1961.

Ford estaba burocratizada. Cualquier proyecto de envergadura necesitaba la aprobación de numerosos comités antes de conseguir el beneplácito, imprescindible, del propio Henry Ford. Todo ello empleó un año hasta que en diciembre de 1962 se hizo oficial el 'Blue Letter Plan' que debía servir de revulsivo de la compañía.

Iacocca no había esperado a la aprobación del proyecto para comenzar a trabajar en él. El 'Projet T5 Special Falcon' preveía tomar el chasis de un Falcon, equiparlo con motores V6 y V8 potentes, todo bajo una carrocería de aspecto decididamente deportivo, pero capaz para cuatro plazas. Un coche del que se deberían vender 150.000 unidades anuales y que tuviera un margen de beneficio de 750 dólares por unidad.

Iacocca admiraba la forma en como General Motors hizo del fracasado Corvair de motor trasero un auténtico éxito al convertirlo en Coupé y Convertible Monza y dar mayor potencia al motor. Las 400.000 unidades de estos vendidas en dos años lo atestiguaban.

El nuevo Ford debía ser lanzado en 1964… o aplazarse por años. En 1965, el programa de lanzamientos de Ford estaba al completo.

Todos los centros de diseño de las marcas del grupo fueron llamados a competir entre sí. En otoño de 1962, un año después, había 18 proyectos de estilo listos y moldeados en arcilla. Incluso se pensó en un coche deportivo dos plazas con motor central V4, el motor que después sería empleado en los Ford Taurus alemanes.

No sólo eso, sino que también llamó a una empresa independiente, Budd, que propuso una solución rápida, el XT-Bird, una versión 'reducida' del Thunderbird. Pero Iacocca lo descartó: a los jóvenes, les podría recordar al coche de sus padres. Y a los padres podría molestarles tener una 'réplica' más económica.

A finales de 1962, a menos de 20 meses del lanzamiento, todo estaba en el aire todavía. Hubo un último boceto debido a un diseñador. Otros dos diseñadores lo interpretaron para plasmarlo en un modelo de arcilla: uno se ocupó del lado izquierdo, otro del derecho. Un tercer diseñador se encargó de 'enlazar' ambos lados con el diseño frontal y posterior.

Mecánicamente la cosa estaba clara. El chasis se tomaría del Ford Falcon. Los motores, los seis cilindros en línea y V8 ya disponibles, que muy pronto recibieron un incremento de potencia.

Y el nombre final fue inesperado, no figuraba entre los seleccionados inicialmente. Dicen que se debió a una suerte de homenaje al avión de combate Mustang y otros señalan que uno de los responsables del proyecto era fan de los caballos, esencialmente de los Mustang, caballos pequeños, ágiles, rápidos… cualidades que se corresponden con este coche encuadrado dentro de una categoría que se comenzaba a conocer ya popularmente como 'pony cars'.

El éxito superó lo esperado. En 1964, sólo ocho meses en el mercado, se vendieron 121.000 unidades y en 1965 se triplicaron las previsiones del proyecto, 560.000 unidades.

A lo largo de estos 60 años, el Mustang ha sufrido grandes cambios de carrocería, incluso de tamaño. En 1974, cuando la primera crisis del petróleo, el Mustang era demasiado grande… pero Ford ya había estado trabajando en un modelo más pequeño. Y al final, la carrocería volvió a ofrecer el ADN original en 2005 a los ragos definitorios de entonces que aún conserva ahora… cuando a la par se ha lanzado una nueva versión, SUV y eléctrica.

La actual generación, recién lanzada, es la séptima de la vida de este modelo, todo un icono… que nació sin intención de serlo, sólo de salvar a la marca más por imagen que por ventas, aunque ha aunado los dos roles.