Red Bull, los rivales y el flautista de Hamelín

Es cierto que eran muchos los que pensaban que ‘truco’ iba a sacarse Adrian Newey de la chistera para mantener una cierta ventaja, pero el cambio de dirección seguro que no lo esperaban.

Newey ha jugado con sus colegas cual Flautista de Hamelin con los rodeores. Ha hecho que siguieran su senda y cuando ésta le ha parecido que estaba agotada, justo antes de entrar en el río, ha cambiado súbitamente de dirección sin darles tiempo de reacción.

A tenor de lo visto en estos ensayos diríase que los rivales de Red Bull están con el agua al cuello.

Todos se las prometía muy felices. Habían progresado mucho este invierno. Los datos dejan claro que el coche de 2024 debía ser mejor que el de 2023. Y esperaban haber reducido de forma drástica la diferencia. Quizás no para ganarles en el arco del campeonato, pero sí para sorprenderles más de una vez.

Muchos entendían que quizás el progreso no sería suficiente para ir más allá de inquietar a ‘los energéticos’, que la brecha se habría estrechado, aunque difícilmente neutralizada. Red Bull estaba muy arriba, demasiado para colmar la diferencia en un solo año. Y han comprobado en Bahrein que quizás ni siquiera se ha estrechado. Puede incluso que Red Bull haya mejorado más que los otros.

Veo a los ingenieros de Mercedes buscando donde erraron en su concepto inicial, donde se pasaron de frenada. O lo que ha descubierto Newey para que funcione. Porque el rumor es que este es sólo un primer paso, que Newey tendrá una evolución más drástica de su nuevo concepto para el otoño.

"Han sido valientes al cambiar el concepto", decían algunos. Posiblemente el pasado año, viendo el potencial de esta nueva idea, Newey dedicó sus esfuerzos a la misma. La ventaja era tal que podía permitirse el lujo de no gastar dinero solucionando problemas e incluso minimizar las evoluciones del coche. Todo eso era dinero y tiempo empleado a favor de 2024.