17 días para los test: El intento fallido de Fangio en Indianápolis

Dos de estas apariciones fueron queridas por ‘El Chueco’. Quiso correr en Argentina y en Reims. En su tierra, para despedirse de la afición, de sus fans, de sus paisanos; el segundo, para despedirse de sus amigos europeos en el mismo circuito donde debutó en Europa.

En ambos casos lo hizo al volante de un Maserati 250F privado. Era el mismo modelo que le había permitido ser campeón de F1 el año anterior, pero que había quedado desfasado y además era privado, entre otras razones porque Maserati se había retirado oficialmente de la competición.

Fue la carrera de Reims aquella en la que Mike Hatworth se negó a doblarlo en la última vuelta -Juan Manuel había hecho un trompo- “porque a Fangio no se le dobla”.

La tercera fue un ‘cameo’ en las 500 Millas de Indianápolis. Aunque la carrera era puntuable para el Campeonato del Mundo de Conductores, muy raros eran los pilotos que acudían allí. Fangio no lo había hecho nunca… pero decidió aceptar la oferta que le hicieron.

El millonario Floyd Clymer le ofreció pagarle los gastos, más 500 dólares si salía a pista. 1.000 dólares si se clasificaba para la parrilla.  2.500 dólares si acababa entre los 5 primeros con un coche americano y 5.000 si lo logra con un coche extranjero, es decir europeo.

Floyd Clymer era un 'riquísimo' empresario, pionero del motociclismo. En su fuero interno no confiaba en Fangio, pensaba que tenía miedo de enfrentarse a los pilotos americanos y por eso lanzó este órdago al cinco veces campeón del mundo. Era una forma de decirle al mundo que los verdaderos pilotos estaban en USA y que Indianápolis valía más que ser campeón del mundo.

Fangio optó por un coche americano. De hecho, tuvo a su disposición dos. Ambos eran chasis Kurtis Kraft, el más popular constructor americano de la época, pero uno llevaba motor Novi de ocho cilindros en línea y tres litros, montado sobre un chasis 500 F, el chasis del año anterior de Kurtis Kraft, inscrito por Novi Auto Air Conditioner. El segundo, un más moderno 500 G con motor Offenhauser de cuatro cilindros y 4,5 litros. Inscrito por Drayton Steel Foundry. Era el coche que iba a usar Bill Cheesbourg, pero entre que se subía el americano, Fangio acumulaba experiencia. De hecho, debía pilotar para Drayton; lo de Novi fue simplemente porque el coche no estaba a punto para los primeros ensayos.

La inscripción de Fangio causó sensación. Llegó pronto a Indianápolis, de sobras para los primeros ensayos, con un mes de antelación, para trabajar con el coche de Drayton.

“Mi deseo de participar en Indianápolis es una aspiración que he tenido desde hace mucho tiempo”, dijo Fangio cuando decidió afrontar el óvalo, Algunos sostiene que este interés le llevó a correr en Mónaco y Holanda.

Receló desde que aterrizó en Indianápolis. Ni coche ni equipo parecían preparados, El coche estaba a medio montar, los problemas se iban acumulando. Pese a ello, superó el ‘test de novatos’ y se presentó a los primeros ensayos.

Pese al intentos trabajo realizado con Drayton, el Kurtis Kraft 500 G Offenhauser no estaba listo y esto se vio en la primera jornada de ensayos. El chasis no estaba a punto, la dirección no era precisa, la carburación del motor tampoco, los recambios escaseaban y en conjunto el equipo resultaba un desastre.

Faltaban quince días para la carrera y Fangio había tomado ya su decisión. “El coche no está en óptimas condiciones para permitirle al señor Fangio mantener su reputación como piloto campeón del mundo”, dijo a través de un portavoz.

Antes de marcharse de Indianápolis, Fangio recibió otra propuesta, la del equipo Novi. La tentación de correr en Indy seguía vigente y decidió probar. Decidió ‘regalarse’ un segundo día de intento. No tardó, diez vueltas tan solo, en ser más rápido que su compañero Paul Russo. Pero Fangio sabía que su promedio 228 kilómetros por hora era escaso frente a los 236 de los mejores. Y en Indy esa diferencia era insalvable. Juan Manuel hizo definitivamente las maletas y se alejó de Indianápolis.

Bill Cheesbourg heredo su coche, lo clasificaría y acabó 10º a más de ocho minutos del ganador. En aquel entonces la carrera no se saba por finalizara al bajar la bandera de cuadros al ganador, sino que cada piloto la cavaba al completar las 200 vueltas.

Hoy, son muchos los pilotos de F1 que, al finalizar su carrera en la categoría reina, buscan el futuro en Indianápolis. Y otros que se quedan a las puertas del Gran Circo buscan este camino.