Los comisarios llaman a capítulo al promotor del GP de Australia por la invasión de pista final

Cuando la ‘caravana’ de F1 abordó el primer viraje tras este giro final, ya había algún espectador en la hierba de la escapatoria. Algo que Lewis Hamilton dijo por radio a su box y dirección de carrera puso de inmediato bandera roja para ralentizar al máximo los coches.

No sólo eso. Los aficionados rodearon el Haas de Nico Hülkenberg, que dejó parado su coche en la curva 2, tras un fallo eléctrico nada más superar la meta. El problema es que los espectadores se acercaron mucho al coche, cuando este tenía encendida aún la luz roja que indicaba que el circuito eléctrico de alta tensión no se había desconectado aún y existía el peligro de una descarga grave si alguien lo tocaba sin el equipo de seguridad necesario.

Los responsables del AGPC (Australian Grand Prix Corporation) reconocieron fallos en la seguridad y los comisarios entendieron que el lapsus había creado "una situación inaceptable que podría haber tenido consecuencias desastrosas".

Aunque no impusieron sanción alguna, ante las promesas de corregir los defectos y la redacción de un plan de seguridad que remitirán a la FIA, pusieron el caso en manos de la FIA, comunicándolo al Consejo Mundial para que determine si deben ponerse en práctica medidas suplementarias.

El trazado australiano tiene unas accesos habilitados para que los espectadores, una vez concluida la carrera, puedan asistir desde la pista a la ceremonia del podio. Pero esta vez se adelantaron, quizás confundidos por el safety car.

El GP de este año ha sido récord para Melbourne, con nada menos que 131.000 aficionados presentes el domingo y casi 445.000 a lo largo del fin de semana. Hay que decir que aquí el jueves ya hay acción en pista con los Supercars V8, la máxima categoría automovilística del país austral.