Hamilton marca el ritmo en una sesión interrumpida por la lluvia

Porque acción en la pista se vio poca. Más que los pilotos y sus monoplazas retorciéndose con quiebros imposibles por las estrecheces monegascas, los protagonistas fueron los paraguas, chubasqueros y, sobre todo, los radares meteorológicos. Las posibilidades de que el cielo descargara agua en el primer día de trabajo en Montecarlo no fallaron. Había un 40% de que el asfalto se mojara, y así fue.

Cuando los monoplazas solo llevaban treinta minutos rodando por el circuito más longevo de la historia del Mundial, empezaron a caer las primeras gotas y algunos pilotos ya no volvieron a abandonar sus garajes. Allí se encontraban porque instantes antes de que comenzara a llover se había interrumpido la sesión debida a una bandera roja provocada por un accidente de Roberto Merhi en la piscina.

El de Castellón tomó la salida del túnel y el cambio de rasante que hay en la frenada antes de la chicane desestabilizó su Manor. Con el coche descontrolado, a pesar de los esfuerzos del español por devolverlo a su sitio, hubo un primer impacto contra las barreras en el que perdió el alerón delantero y luego fue acariciando el muro hasta tener un segundo y definitivo golpe que paró en seco el coche. Por suerte, Merhi salió completamente ileso.

Además, el tiempo perdido no penalizó absolutamente nada a Roberto, puesto que los demás tampoco pudieron sumar más kilómetros a su cuenta particular, a pesar de que alguien se empeñó en hacerlo en el peor momento… Y es que, cuando todos estaban resguardados de la lluvia en sus garajes, Pastor Maldonado enfiló el pit lane calzando las ruedas superblandas dispuesto a retar a todas las adversidades.

Pero, justo en ese momento, el agua empezó a azotar con más fuerza y convirtió el Lotus del venezolano en un cubito hielo sobre un cristal. Con esa combinación de neumáticos y lluvia, el asfalto era una auténtica pista de patinaje. Así, Pastor consiguió llegar al box a duras penas con el coche sano y salvo tras irse un poco largo en la curva de Loews y de saltarse la chicane de la piscina. Valiente o descerebrada, en cualquier caso, salida fallida.

Sin embargo, a falta de diez minutos las condiciones cambiaron. El cielo dio una tregua y más de la mitad de los pilotos abandonó el garaje para salir con los neumáticos intermedios. Alonso fue el primero en hacerlo. Y más allá de que sirviera para algo, puesto que no se espera lluvia para el resto del fin de semana, dejaron un final de jornada más ameno a base de derrapadas y contravolantes continuos que evidenciaban lo difícil que era pilotar en ese momento.

Así, lo poco que valió lo pudimos ver en la primera media hora. En ella, y para no perder el hábito, Hamilton se quedó con la primera posición tras rebajar en un 1.6 segundos su crono de los FP1. A siete décimas se quedó su compañero Rosberg y por encima del segundo los Ferrari, Kvyat, los Toro Rosso y un Alonso situado en la octava posición. Nada real, lógicamente, pero alegra la vista observar a Sainz y Fernando entre los ocho primeros puestos.

Sin seguir analizando una tabla de tiempos intrascendente, ya que no se montaron las ruedas más blandas, queda por contar los problemas mecánicos que dejaron inédito a Ericsson y las típicas salidas de pista que ocurren en Mónaco al mínimo error. Contamos cuatro: las de Räikkönen y Kvyat en Santa Devota y las de Vettel y Maldonado en Mirabeau. Así, la trascendental clasificación del sábado llegará llena de incógnitas. Si siempre es interesante, ésta lo será aún más…