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Prepárense para un fin de semana repleto de mariachis, tacos, gueys, cuates, sombreros gigantes y de espectáculo, de mucho espectáculo. El Mundial ya tiene decididos sus dos trofeos grandes, que irán destinados a dar más brillo a las vitrinas de Brackley, pero eso no significa que el show haya acabado, para los mexicanos acaba de empezar. 25 años sin Fórmula 1 son muchos y en México tenían muchas ganas de poder disfrutarla de nuevo.

Toalla en la cara, rodillas en suelo, pelo desaliñado y lágrimas que rebosan brillo. Ahí estaba, un hombre que lleva siendo de hierro dos años en el asfalto más vulnerable que nunca tras bajarse del coche, más humano que nunca. Porque todos nos pudimos meter en su sueño, sentir su emoción, notar su piel erizada. Lo hizo. Vaya si lo hizo. Lewis Hamilton entró en la historia, aún más. Tricampeón del mundo. Sobras las palabras, escasean los elogios.

En un fin de semana lleno de retrasos, suspensiones y largas esperas por la intensa lluvia que ha caído durante los tres días, la FIA ha decidido ser la protagonista también en la sesión de clasificación, ya que ha suspendido la Q3 tras aumentar la intensidad de la lluvia en la última parte de la sesión.

Los avances, propuestas y comentarios de la FIA en las últimas semanas, meses y años en cuanto a seguridad se han ido al traste en la jornada de hoy al decidir seguir adelante con los terceros entrenamientos libres. La ciudad de Austin se levantaba con el aviso de inundaciones y las autoridades han recomendado que todo el mundo se quedara en sus casas. Sin embargo, el Gran Circo vive ajeno a la lógica y, apenas media hora antes del inicio de la sesión, la Federación ha confirmado que se seguiría adelante con el programa.

Apunten: Huracán Patricia, categoría 5, promete vientos de hasta 320 km/h y lluvias de 150 l/m². Es el mayor ciclón que se recuerda en la zona del Pacífico, y sí, se espera que su recorrido atraviese principalmente México, pero también se va a dejar notar en Texas, y mucho. Para empezar, nada de acción en la tarde del viernes en el Circuito de las Américas. Una hora antes de la hora prevista para que se encendiera el semáforo empezó a diluviar y ya no paró.

Imaginen ese olor inconfundible proveniente de la cocina que te lleva embelesado hasta la mesa donde espera recién hecho tu plato favorito. Una delicia. Pues ahora, trasladen eso a los fogones donde se fabrican los sueños. Cambien el olor que colma los estómagos por uno que sacia las ganas de éxito. Un olor que avisa que algo grande se está cocinando. Alguien dentro de la Fórmula 1 ya puede olerlo, sentirlo tan fuerte que hasta lo puede agarrar con las manos.

Ya más relajados y con todos los temores sacudidos de nuestras cabezas, la normalidad volvió al trazado ruso y pudimos disfrutar de la clasificación desde nuestras televisiones. Como hizo el propio Sainz instalado en su habitación del Hospital 4 de Sochi, con un pijama sin patrocinios, el mando en la mano y una sonrisa en la cara. Parecía que no se hubiera pegado un susto de 41G apenas un par de horas antes. Están hechos de otra madera.

Fin de semana lleno de obstáculos para todos los pilotos en Rusia. La jornada de ayer fue completamente irrelevante tras la fuga de gasóleo y la lluvia que interrumpieron gran parte de los dos entrenamientos libres. Los terceros y últimos entrenamientos libres prometían ser muy activos, ya que todos los equipos necesitaban probar las condiciones de carrera y las de clasificación en apenas una hora.

En Mercedes vaticinaban ayer que la de Rusia no iba a ser una cita tan plácida para ellos como lo fue la anterior de Japón, donde volvieron a recuperar su músculo. Y, en su rival más cercano, Ferrari, veían casi un imposible repetir el triunfo que lograron en Singapur con las mismas gomas con las que se correrá en Sochi. Pues, no sabemos si alguno de ellos acertará en su pronóstico porque en el primer día de trabajo en el trazado ruso no ha pasado nada.

La primera sesión de entrenamientos libres del Gran Premio de Rusia 2015 no será recordada como la más representativa de la historia. El fin de semana no podía empezar peor en Sochi al arrancar con media hora de retraso tras una fuga de diésel desprendida en el asfalto. Los comisarios tenían que trabajar a contrarreloj y los pilotos apenas tuvieron una hora de sesión. 

De Jinmu en el siglo VII a.C al actual Akihito hay una lista de 125 emperadores de Japón, unos legendarios y otros de carne y hueso. Pues el país del sol naciente ya puede contar a otro más. Este no tiene un nombre asiático ni una nación a sus pies, ni tampoco ha dirigido ejércitos. Simplemente, se trata del hombre que hace imperar su ley por encima de la del resto, de alguien que no tiene rival y que va directo a por su tercera corona. Es el Emperador Hamilton.

Otra vez la misma sensación. Ojos pegados a la pantalla, corazón en un puño, respiración cortada… Por suerte, esta vez no hubo nada que lamentar. Oír la voz tranquilizadora de Kvyat fue como escuchar la de tu propia madre en medio de una pesadilla horrible. Parece que el caprichoso destino nos quiere dar un susto cada vez que el Mundial pise Japón. Los recuerdos se vienen a la mente rápida e inevitablemente... 

Y explotaron en mil colores para deleitarnos una última vez con un juego de luces que ponía el broche a un fin de semana brillante. Los fuegos de artificio recibieron con honores al ganador de una carrera de desgaste para todo y todos, y que vio a un hombre imperturbable cruzar la meta venciendo a cada obstáculo, aislándose de lo que sucedió a su alrededor, manteniendo indemne la burbuja en la que se refugió para volver a ganar. Como antes, a lo tetracampeón.

Frótense los ojos. ¿Ya? Háganlo de nuevo. ¿Nada? No se preocupen, no es problema de su vista, ahí todo funciona bien, quizá, si se tocan un poco más abajo noten que le ha pegado un vuelco al corazón. No se preocupen, no es nada grave, es algo normal, un síntoma propio de algo que hacía demasiado que no sentíamos, de algo que echábamos de menos, de algo que es imprescindible para la buena salud de este deporte. Es la adrenalina de la Fórmula 1.

Un asfalto demasiado sucio, un niebla de polución en el ambiente que va a menos pero que aún se deja ver, un calor que derrite por dentro y una modificación en el trazado que no acaba de convencer. Sí, una amplia lista de puntos negativos, pero ninguno empaña la atmósfera que solo se vive aquí, entre sus inmensos rascacielos, sus luces de neón, sus focos que hacen de la noche el día y sus amenazantes muros. Esto es Singapur. Una de las siete maravillas de la F1.