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TÉCNICA: El funcionamiento de los frenos en Monza

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30 Ago 2018 - 10:08

La Fórmula 1 es sinónimo de velocidad y ésta encuentra su máxima expresión en el Autodromo Nazionale Monza, que se celebra desde el 31 de agosto hasta el 2 de septiembre en el GP de Italia, 14ª prueba del Campeonato Mundial de 2018.

Conocido universalmente como el 'Templo de la Velocidad', el circuito, ubicado a 15 kilómetros de Milán, se construyó en 1922 para albergar al Gran Premo de Italia.

Con 67 Grandes Premios disputados, el Autodromo Nazionale Monza es el circuito más usado en la historia de la F1: en Mónaco han competido 65 Grandes Premios y en Silverstone, 52.

Para limitar el rendimiento de los monoplazas, en los años 70 se introdujeron tres chicanes, llamadas Varianti.

El último cambio en el diseño de la pista se llevó a cabo en el año 2000, con la modificación de la Variante del Rettifilo. El récord de vuelta con esta configuración pertenece a Rubens Barrichello, quien en 2004 con el Ferrari F2004, equipado con sistema de frenado Brembo, detuvo el crono en el 1'20''089.

El récord podría ser superado gracias a las nuevas prestaciones de estos monoplazas de 2018. En cualquier caso, esto dará como resultado un esfuerzo notable para los sistemas de frenado de los coches que han podido desarrollar un mayor par de frenado durante estos dos años.

Además, la baja carga aerodinámica utilizada para aprovechar las largas rectas se traduce en frenadas extremadamente violentas y difíciles de manejar.

Según los técnicos de Brembo, que han clasificado las 21 pistas del Campeonato del Mundo, el Autodromo Nazionale Monza entra en la categoría de circuitos exigentes para los frenos.

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En el circuito italiano se frena pocas veces, pero siempre fortísimamente.

El compromiso de los frenos durante el GP

Hace tres años, en Monza, los coches más rápidos se clasificaron a 250 kilómetros/hora de promedio de vuelta, mientras que este año podrían superar los 260 kilómetros/hora.

El tiempo de frenada puede parecer modesto: solo el 12 por ciento de toda la carrera. Los seis veces que se frena en cada vuelta también es un valor bajo respecto al resto del Mundial: en Mónaco hay 12 frenadas, en Budapest y Bakú 11. En promedio, los frenos se usan 9,9 segundos por vuelta, un valor superior solo al de Spielberg, que es más corto, incluso a pesar de ser bastante más corto.

La presencia de pocas frenadas, pero todas violentas dan una desaceleración promedio en cada vuelta de 5,6 g: la frenada menos exigente, en la Curva 7, de hecho, tiene una desaceleración de 5,1 G.

La mezcla de potentes frenadas, pero en escaso número hace que la energía disipada en estas frenadas por cada coche durante todo el GP esté en línea con el resto de trazados del calendario: son 180 kWh, similares a los valores de Barcelona y Bakú.

Desde el inicio hasta la bandera a cuadros, cada piloto ejerce una carga total en el pedal de freno de 56 toneladas. Esto requiere una gran preparación física, que también es indispensable para lidiar con las aceleraciones laterales en las curvas.

 

 

LAS FRENADAS MÁS EXIGENTES

Las seis veces que se frena en el Autodromo Nazionale Monza están clasificadas como exigentes para los frenos.

La más difícil para el sistema de frenado es la último antes de la línea de llegada: los monoplazas llegan a 314 kilómetros/hora y descienden a 205 kilómetros/hora en sólo 72 metros, dos tercios de la altura del Duomo de Milán.

Para tener éxito, los pilotos frenan durante 1,22 segundos, ejerciendo una carga de 211 kilos en el pedal del freno y frente a una desaceleración de 6,7 G. Impresionante también es la frenada en la Curva 4, de 326 kilómetros/hora a 117 kilómetros/hora en sólo 2,37 segundos y 127 metros: la carga en el pedal es de 176 kilos y la máxima deceleración de 5,7 G.

En valores absolutos, por otro lado, la frenada más larga se encuentra en la primera curva: 140 metros necesarios para bajar de 320 kilómetros/hora a 84 kilómetros/hora. Todo en solo 2,60 segundos gracias a una carga de pedal de 165 kilos.

El esfuerzo requerido por los pilotos en la sucesión de las curvas 6, 7 y 8 es bastante monstruoso: tres frenadas con desaceleraciones de entre 5 g y 5,5 G y cargas de pedal de 180 kilos, 165 kilos y 166 kilos. Una secuencia que quita el aliento y requiere la máxima claridad para aprovechar al máximo los frenos.

 

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