1989-2020: 30 años entre dos primeras victorias arrebatadas

Entonces Carlos Sainz Sr. iba directo hacia su primera victoria a los mandos de un Toyota Celica oficial. Había llegado aquel año al equipo y se había colocado líder: no tenía un gran palmarés, pero era rápido y, sobre todo, trabajador y meticuloso, incansable y con una cierta obsesión –digámoslo así– por la puesta a punto perfecta del coche. En este punto, Carlos Sainz Sr. cambió los rallies para siempre. Tenía dos podios detrás de él, dos terceros puestos, y estaba claro que sólo era cuestión de tiempo que ganara.

Ese día yo estaba en Dalby, desgraciadamente no en Monza ayer. Era el antepenúltimo tramo de la prueba, de 28 kilómetros. Carlos lo abordó con ventaja consistente sobre Pentti Airikkala, casi medio minuto, y si salía líder de esta especial, ésta sería su primera victoria.

Lo ví pasar por delante de mí, todo iba bien. Estaba en lo alto de la primera ladera del bosque, se bajaba al valle y se subía de nuevo por la ladera de enfrente, a través de lo que parecía un empinado cortafuegos que divisamos en lontananza. Nuestro corazón se detuvo cuando vimos a Airikkala abordar la empinada cuesta por delante de Carlos.

La explicación, simple: ¡Sainz había pinchado y perdido dos segundos! Airikkala se había colocado líder con prácticamente minuto y medio de ventaja. Fue la única victoria del espectacular finés en el Mundial de Rallies.

Este fin de semana Carlos Sainz Jr. mereció la victoria en Monza. Su carrera fue impecable… pero un coche de seguridad primero y la bandera roja después arruinaron sus opciones y le hicieron conformarse con el segundo puesto.

Pero entre los dos hechos, salvando las distancias, hay algo común. Ambos anunciaron que las victorias iban a llegar, que el piloto estaba maduro y que sólo era cuestión de un poco de paciencia.