En Italia se preguntan si Renault montará motor Ferrari

Renault y FCA –FIAT Chrysler Group– están en negociaciones para llegar a un acuerdo de fusión que podría dar lugar a la creación del tercer grupo automovilístico del mundo, por detrás del Grupo Volkswagen y Toyota. Podrían ser líderes si se une a la operación Nissan, aliado de Renault. En ese caso, estaríamos hablando de un grupo que podría acercarse a los 16 millones de vehículos anuales.

Es curioso que esta operación se plantee pocos meses después de la muerte de Sergio Marchionne –exdirector ejecutivo de FCA– y de los problemas legales de Carlos Ghosn –el hombre que forjó La Alianza y la salvación de Renault–. Dos ejecutivos de éxito con personalidades muy fuertes.

De producirse, no está claro si se trataría de una alianza entre pares o de un primer paso para que FCA tome el control de Renault. Eso probablemente no sería del agrado del gobierno francés, aunque algunas informaciones señalan que éste habría dado luz verde a las conversaciones. No olviden que el automóvil se enfrenta a una gran transformación: el paulatino abandono del motor térmico en pro del eléctrico, la llegada del coche autónomo y, sobre todo, la apuesta por el coche compartido en detrimento del automóvil particular de propiedad.

Mientras tanto, en Italia comienzan las especulaciones sobre la posibilidad de que se incluyera en el acuerdo la cesión de motores –o tecnología– del equipo Ferrari de Fórmula 1 a la escudería de Renault, que seguiría exhibiendo sus logotipos en los culatines de estos motores.

Está claro que esta sinergia supondría un ahorro importante para Renault y también una fuente de ingresos para Ferrari. Una operación rentable desde el punto de vista económico que justificaría esta unión, que hoy parece irreal. El hecho de que Renault esté ampliando sus instalaciones en Viry es irrelevante ante las ventajas que se podrían derivar de posibles sinergias.

Para Ferrari, esto no sería ninguna novedad. En su día ya dieron sus motores a Sauber para que estos los rebautizaran como Petronas. Y hoy ofrecen a esta escudería unidades de potencia que se llaman Alfa Romeo.

Pero el tema no es tan sencillo. Ferrari ya ha anunciado que dejará de suministrar motores para los Maserati. La firma del tridente se pasará a los propulsores de Alfa Romeo.

Todo depende de John Elkann. Hay un detalle que no conviene olvidar: Sergio Marchionne segregó en su día a Ferrari de la FCA para preservar la independencia de la marca y, quizá, evitar posibles legislaciones sobre emisiones que hoy se anuncian para los grandes grupos, y que son algo más permisivas para los pequeños constructores independientes.

Ferrari cotiza en bolsa de forma independiente. Dos tercios de su capital –66%– cotizan. El resto está en posesión de Exxor –24%– y de Piero Ferrari –10%–. Sin embargo, ente Exxor y Piero Ferrari tienen el 50% de acciones con derecho a voto, con lo cual controlan la compañía. 

Exxor es el holding financiero de la familia Agnelli, que a su vez es la máxima accionista de FCA. De ahí las vinculaciones y esa imagen de Ferrari como perteneciente al Grupo.

Así que todo está en manos de John Elkann, el miembro de la familia Agnelli que lleva la voz cantante en los negocios y que tiene un interés personal particular en Ferrari.

De llevarse a cabo, no hay duda de que sería un problema para la Fórmula 1. De facto, se perdería un motorista y McLaren quedaría en una posición muy delicada. Difícilmente podría montar motores Ferrari, difícilmente podría reconstruir el puente con Honda y no sería nada sencillo alcanzar un acuerdo con Mercedes.

No creo que esto llegue a ocurrir, pero si un periodista como Franco Nugnes se lo pregunta es porque esta posibilidad no es del todo imposible.