A subasta el Maserati 300 S de Fangio

Hablamos del Lote 38, el que integra el Maserati 300 S de 1957, chasis 3069 y motor 3058, un 3.0 litros de seis cilindros en línea, con cuatro marchas, y 245 caballos a 6.200 revoluciones por minuto. Desarrollado entre 1954 y 1955 por el ingeniero Vittorio Bellentani, combinó en el modelo lo mejor del anterior coche sport de la marca, el A6GCS de 2.0 litros, y el famoso Fórmula 1 de la marca, el 250F. La conjunción, en palabras de Stirling Moss, piloto de la marca en 1956, es que era "uno de los más sencillos, preciosos y bien equilibrados coches sport nunca fabricados".

Se fabricaron sólo 26 unidades, y esta se produjo en 1956, con miras a la temporada siguiente, año en el que se unió al equipo el piloto más grande de su era, y de los más legendarios de la historia: Juan Manuel Fangio, que combinaba la actividad en F1 con la de los coches sport. Sí, hubo un tiempo en que los pilotos corrían en todo lo que se les pusiera entre las manos, y eran buenos en todo. Algunos, claro, eran sublimes, como el argentino.

La primera carrera documentada de este chasis es precisamente en manos de Fangio, el Gran Premio de Portugal en el fabuloso circuito de Monsanto, conformado por carreteras y rapidísimo, que se disputó el 9 de junio. Allí, el argentino tuvo una lucha cerrada con otro coche de referencia, el Ferrari 250 Testa Rossa pilotado por el estadounidense Masten Gregory. Marcada a 55 vueltas, en la décima, tras haber marcado el mejor tiempo en la clasificación, Fangio tomó el liderato y se empezó a escapar de Gregory. Sin embargo, llegado un momento, el Ferrari aumentó el ritmo y el Maserati no podía responderle, aunque no se dejaba recortar excesivo tiempo. Gregory marcó la vuelta rápida, pero sólo pudo llegar a 16 segundos del argentino. Fangio había tenido que pelear tanto, que, honores de antaño, felicitó a su rival y lo hizo subir con él al coche que daría la vuelta de honor al circuito para recibir los aplausos.

Desde ahí, el Maestro Fangio y su Maserati se reencontrarían al otro lado del Atlántico, para el Gran Premio de Brasil, a disputar en el circuito de Interlagos el 1 de diciembre. Fangio ya era quíntuple campeón del mundo de F1, y lo había logrado con la Maserati 250F. Con la 300S, sin apenas rivales de notoriedad, aunque sí máquinas potentes, Fangio barrió a toda la competencia, y se hizo con la pole, la vuelta rápida y la victoria. El coche enamoró a un acaudalado playboy brasileño, Severino Gomez-Silva, que lo adquirió. Fue una de las últimas victorias de Fangio al volante, pues en 1958 participó en pocas pruebas, y a mitad de año se retiró definitivamente del automovilismo.

Así que lo que ofrece Bonhams es historia en estado puro, la posibilidad de empuñar el mismo volante que una vez, con la elegancia y velocidad que le caracterizaron, tocó Fangio. Exprimir el mismo motor. Además de poseer un automóvil de una belleza espectacular, es esa sensación de verse en una larga recta en el calor de Monsanto, o en una retorcida horquilla de Interlagos. Es sentirse cerca de la leyenda, que ha pasado por varias manos y continentes, siempre venerado como la pieza histórica que es.

Pero las leyendas tienen un precio, y no suele ser barato. La unidad sale a la venta por un precio estimado de entre 5,2 y 6 millones de euros. Efectivamente, la historia puede ser contada, pero poseerla no está al alcance de todos. Y sin embargo, ahí está. El Maserati 300S de Juan Manuel Fangio, tuyo si puedes pagarlo. Pocas cosas valdrán tanto la alegría como esta.