Se viene un Lexus con alma de Toyota GR: paso al LBX Morizo RR

Hablamos del Lexus LBX Morizo RR, una de las propuestas más vistosas de la marca para la última edición del Salón de Tokyo. Un coche que, lejos de ser un mero ejercicio creativo, era un proyecto personal del mismísimo presidente de Toyota, Akio Toyoda, que usa habitualmente el nombre ‘Morizo’ cuando compite en carreras para pasar desapercibido y que la gente no sepa que se trata del mandamás de uno de los mayores fabricantes del mundo.

Debajo del capó, el LBX Morizo RR tiene 305 caballos de potencia que provienen de un motor tricilíndrico turboalimentado. Tiene una transmisión automática de ocho velocidades y tracción a las cuatro ruedas, y también cambios en la suspensión para proporcionarle una amortiguación más rígida que lo haga óptimo para los circuitos.

Su motor es básicamente el mismo que el de la especificación japonesa del Toyota GR Yaris, que también rinde 305 caballos de potencia con 400 Newton metro de par. El coche que tenemos disponible en Europa es ligeramente distinto, porque, aunque conserva el motor tricilíndrico de 1.6 litros, su rendimiento es ligeramente inferior y se queda en 280 caballos.

En los últimos días, el mismo Akyo Toyoda ha confirmado que este prototipo se acabará convirtiendo en un coche de producción. Y el hecho de que sus especificaciones concuerden con las de un modelo real y tangible como el GR Yaris permite intuir que la versión de producción no perderá ni un ápice de competitividad respecto al prototipo que conocimos este pasado mes de enero. El segmento de los B-SUV ganará así un Lexus con toda la velocidad que caracteriza a los GR de Toyota.

EL ORIGEN DEL NOMBRE MORIZO

Morizo es el alias de Akio Toyoda, que además de ser el actual presidente de Toyota y el nieto del fundador de la empresa también es un conductor experimentado y el responsable en ultima instancia del programa de pruebas de todos los nuevos modelos de la compañía.

Cuenta la leyenda que, cuando Akio Toyoda regresó a Japón tras un periplo como vicepresidente de la filial estadounidense, el responsable de pruebas del momento, Hiromu Naruse, le reprochó que no sabía conducir lo suficientemente bien como para opinar sobre los coches de la compañía e influir en su desarrollo.

Naruse argumentaba que, si el objetivo era crear el mejor coche posible, era necesario ponerlo en manos de pilotos de pruebas experimentados que lo llevaran al límite. Sólo entonces el feedback que obtendrían valdría la pena y les pondría sobre la pista de cuál era el mejor camino a seguir.

Al ver que Akyo no tenía el nivel, Naruse se ofreció a darle lecciones de conducción deportiva. Se volvieron una dupla inseparable y el presidente de Toyota mejoró tanto que acabó llegando a competir en algunas de las mayores carreras del mundo, como las 24 Horas de Nürburgring.

Qie un ejecutivo de su calibre se expusiera al peligro del automovilismo de competición motivaba críticas tanto dentro como fuera de la empresa. Así que Akyo vio rápidamente que tenía que hacerse invisible, que tenía que pasar desapercibido. Su solución fue correr bajo un nombre falso: Morizo.