Overdrive: un 'The Fast and the Furious' elegante con Scott Eastwood

¿Qué de qué va la película?. Dos hermanos van a pegar el golpe de sus vidas en Mónaco: robar un Bugatti Type 57SC Atlantic, del que sólo se fabricaron cuatro unidades, del malvado más maléfico y delincuente sobre la faz de la tierra. Pero como la trama se queda sosa con eso, el malo los pilla.

Si fuera un malo de verdad, se los liquidaría nada más pillarlos. Es más, ni les vería la cara, lo harían sus sicarios. Pero seguramente hay toda una charla entre vacilona y reflexiva sobre la vida, los coches, hasta que el villano decide perdonarles la vida si, y sólo si, fastidian al rival del mafioso robándole otro coche. ¿Cuál? Pues un Ferrari 250 GTO, claro. No nos vamos a poner con tonterías, su venimos de un Bugatti.

Entre medias, coches tuneados, maniobras imposibles, fiestas tremendas en las que todo el mundo parece tan enrollado que te preguntas por qué no estás en ellas, y seguramente algo de amor con Ana de Armas. Vamos, lo que viene siendo un guión profundo, con mensaje, sobre todo en el plano de la seguridad vial –hola, Dirección General de Tráfico, ¿tomamos cartas en el asunto para evitar que nos salgan Torettos en nuestras calles?–.

Reconozcamos algo. La película tiene más clase en los modelos que aparecen que en toda la saga de Fast and Furious junta. En el tráiler vemos coches de auténtico ensueño, incluído un Alfa Romeo 158 de Gran Premio, joya de valor incalculable y escasa.

Pero pensemos un momento en Clint Eastwood. Un actor duro, pero también un cineasta tremendo que ve como su vástago se dedica a hacer esto. Yo es que lo veo en una comida familiar más tenso que la cuerda de un piano, hasta que no aguante más, saque el Magnum y le diga: "Venga, Scott, acepta el guión y alégrame el día".

Overdrive. La próxima película sobre el mundo de la delincuencia sobre ruedas.