Juan Morera y Lidia Ruba, de las 'odiseas' de 2022 a ganar el 'Dakar Classic' en 2023

"Esta vez voy porque quiero. No me pillará por sorpresa. En mi primera participación tuve muchos nervios y no conseguí disfrutarlo totalmente. Además, tuvimos muchos problemas mecánicos y con los aparatos de navegación. Fue una odisea. Pero me encantó el ambiente que hay entre participantes y la cantidad de historias diferentes que motivan a cada uno a venir a esta carrera. Me sorprendió la cara de felicidad de todo el mundo, a pesar de la dureza de las etapas", reconoce esta zaragozana, ingeniera y arquitecto técnico.

El año pasado, Juan Morera y Lidia Rubia vivieron una auténtica odisea en el Dakar Classic, que afrontaron con un modesto Panda 4x4.

Averías, problemas, odiseas… pero acabaron. Juan decidió volver, pero mejor preparado, con un Toyota HDJ 80 y en el marco del equipo Toyota Classic. Lidia ‘se dejó convencer’. Seguramemnte, como tantos otros, acabó la prueba jurándose no volver… pero poco tardó en comenzar a saborear los momentos –buenos y malos– vividos y pensar en la siguiente edición.

Y además, todo por una buena causa, la ONG ‘Bicicletas sin fronteras’.

Ha valido la pena. Han dominado la prueba con aplastante autoridad. En la primera etapa fueron terceros, en la segunda ya tomaron el liderato y lo han mentenido hasta el final por delante de Carlos Santaolalla y Aran Sol, controlando bien la prueba, con autoridad… aunque el Dakar Classic no es de velocidad sino que la regularidad y la orientación son sus claves. Y el menor error puede acabar con todo.

"Esta carrera es una carrerra contra los nervios. Cada día salíamos líderes y no podíamos fallar en nada. Pero al final hemos explotado de alegría", admite Lidia.

Juan, su marido y piloto, estaba exultante. "La realidad ha superado mi sueño. Suena a tópico, pero es la pura verdad. Sabíamos que lo podíamos hacer bien pero es que nos ha salido todo muy bien y eso es lo que te permite ganar el Dakar".

El patrón de marca de biciletas Momabike y uno de los impuslores de la ONG ‘Bicicletas sin Fronteras’, que se preocupa de llevarlas a Senegal para que niños y niñas no tengan que caminar diaramente cinco kilómetros de ida y vuelta a la escuela, estaba convencido de que el cambio a un coche más estándar, más adecuado para el desierto, daría buen resultado, aunque no imaginaba que tanto. "Aprendimos mucho de 2022, donde tuvimos errores de novatos y problemas con los aparatos de regularidad", señala como base del éxito.

Santaolalla y Sol, los segundos clasificados, ya brillaron el pasado año cuando acabaron sextos absolutos y terceros de su categoría.