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Ford Edge 2017: el americano que se quedó en Europa

24/09/2017 18:50

El Ford Edge nació en 2006 como un crossover familiar para competir directamente con los Chevrolet Captiva, Hyundai Santa Fe, Kia Sorento y Mazda CX-7 en el mercado norteamericano, donde también se le ha conocido como Lincoln MKX. Pero con su nueva generación, que fue lanzada en 2015, el SUV estadounidense se internacionalizó y llegó a Europa en lo que se consideró una de las apuestas comerciales más arriesgadas por parte de Ford Motor Company en la última década.

Con casi 30 centímetros más que el Ford Kuga, el Edge desenbarcó en el Viejo Continente como un coche más bien grande –4,81 metros de longitud–, elegante y especialmente robusto, ya que su estética voluminosa con aristas acentuadas recuerda mucho a un muscle car americano. Por tanto, este modelo a día de hoy rivaliza directamente con vehículos del segmento D superior como el Volkswagen Touareg o el Lexus RX, es decir, otros SUV de cotas similares pero sin opción de 7 plazas –su maletero supera los 600 litros–.

No obstante y a diferencia de lo que se podría pensar en un principio, el Edge europeo sólo cuenta con dos versiones y ambas están propulsadas por motorizaciones Diesel tetracilíndricas y turboalimentadas: un 2.0 TDCi de 180 caballos con cambio manual de 6 velocidades y un 2.0 TDCi biturbo de 210 con cambio automático Powershift –doble embrague– de 7 relaciones. Sorprendentemente, queda excluida cualquier motor de gasolina o híbrido, a pesar de tratarse de un modelo originariamente ‘yanqui’.

En el primer caso, el Edge con acabado de acceso Trend parte de un precio de 38.440 euros sin descuentos en España. Si optamos por el motor más potente y con transmisión automática, que sólo está disponible a partir de la versión Titanium, la suma de dinero asciende hasta los 45.490 euros. Si, además, queremos dotarle de un nivel de equipamiento Premium y un diseño más deportivo o distinguido, existen las variantes ST-Line y Vignale, que pueden llegar a superar los 60.000 euros.

Sea como sea, el Ford Edge cuenta con uno de los mejores sistemas de tracción integral del mercado, que deriva directamente del que emplea la Ford F-150, una de las camionetas profesionales más capaces del mundo, luego se trata de un vehículo muy capaz fuera del asfalto, algo a lo que también contribuyen unos buenos ángulos de ataque y defensa, una suspensión muy eficaz, una buena distancia al suelo y el gran par motor que erogan sus propulsores Diesel a bajas revoluciones.

Aunque este coche no conste del V6 de 3,5 litros y 265 caballos que se ofrece al otro lado del océano, el D-SUV de Ford es tan confortable en Alicante como en Oakville a pesar de ser un vehículo pesado –prácticamente 2 toneladas–. Su calidad de rodadura, su buen aislamiento acústico y su respuesta en curva contribuyen especialmente a que así se le considere. Pese a ello, la firma de Michigan ha conseguido una relación calidad-precio excelente y que pone en entredicho los precios de otros todocaminos Premium.

Es cierto que tras dos años en el mercado y vista la evolución que ha llevado a cabo el Kuga en 2017, el Edge necesita un lavado de cara, especialmente en su interior, donde se encuentra una consola central con una línea un tanto anticuada, si bien cuenta con un buen nivel de conectividad y de tecnologías asistentes. Cabría esperar una nueva opción de gasolina, presumiblemente hibridada, aunque todavía es pronto para avanzar los cambios que podría traer el restyling de este SUV tan ágil, espacioso y original.