Feliz 65 cumpleaños, Ari Vatanen

Es curioso cómo los finlandeses tienen una especie de gen que les hace ser veloces a los mandos de un coche, sea de la categoría que sea y sobre la superficie que sea. En el caso de Vatanen, su disciplina fueron los coches de rally, donde se estrenó a los 18 años.

Su estreno mundialista se produjo cuatro años después, con motivo del Rally 1000 Lagos de Finlandia, a los mandos de un Opel Ascona con el que tuvo que retirarse. Pero sus manos empezaron a no pasar desapercibidas, y el equipo oficial de Ford le dio una oportunidad en el RAC Rally de Inglaterra en 1975 con un Ford Escort. Se retiró también, pero su velocidad impresionó al manager del equipo, Stuart Turner, le ofreció un volante para el campeonato británico de 1976, que ganó.

A partir de ahí, el despegue de Vatanen fue imparable. Al principio con apariciones puntuales en el campeonato mundial, siempre dentro del equipo oficial Ford, a partir de 1979 tuvo que enrolarse en un equipo privado por la retirada de la marca americana. Y entonces logró sus mejores resultados. Su primera victoria mundialista en 1980 en el Acrópolis.

Pero sobre todo, el campeonato del mundo de 1981, con David Richards como copiloto, a los mandos del Ford RS1800 privado, frente a todas las formaciones oficiales. Es el único piloto que ha logrado el mundial con un coche privado.

Y sin embargo, los siguientes años casi suponen el declive de Vatanen, hasta que llegó la llamada de Peugeot en 1984 para pilotar a la bestia del Grupo B que era el 205 Turbo 16. Esa es la imagen imperecedera que queda de Vatanen en los rallies. Con ellos disputó 13 pruebas, ganó 5, logró un segundo puesto, y abandonó en siete ocasiones. Pero el espectáculo del finlandés domando al 205 es algo que aún está en la retina de los aficionados.

Precisamente con el 205 tuvo su accidente más grave. Fue en el Rally de Argentina de 1985, donde un fuerte impacto hizo que su asiento se soltara de los anclajes, y Ari sufriera lesiones en los tobillos y las rodillas, que quedaron destrozados. Eso marcó el devenir de su carrera, y seguramente le privó de mejores resultados en el mundial.

Volvió en 1987, y alargó su carrera hasta 2003, con participaciones puntuales, ninguna victoria, pero sí varios podios. Sin embargo, la carrera de Vatanen no estaba acabada y lo demostró con creces en otras categorías a la vez que seguía en el mundo de los rallies.

Uno de los mayores espectáculos del mundo del automovilismo es este vídeo que os ponemos aquí, por si no lo habéis visto:

El Peugeot 406 T16. 600 caballos de pura fuerza turboalimentada. Un alerón descomunal. Y una carretera hacia el cielo: hablamos del Pikes Peak de 1988. De una victoria con tiempo record, sobre tierra, que sólo fue batido por Sebastian Loeb en 2013. Tienes que verlo. Cambiando con palanca, quitando las manos del volante para tapar el sol que le cegaba, mientras al otro lado de la curva hay un terraplén que podría significar la muerte. Este es Ari Vatanen en estado puro.

A su palmarés hay que sumarle la nada desdeñable cifra de cuatro Rally Dakar en 1987, 1989 –con la famosa moneda al aire de Jean Todt que dio la victoria al finlandés frente a Jackie Ickx–, 1990 y 1991, los tres primeros con Peugeot, el último con Citröen. Precisamente, su vuelta a la competición fue con el Dakar de 1987, tras 18 meses de rehabilitación para mantenerse en pie y andar. Era la primera vez que corría el Dakar, y lo ganó. Podrían haber sido incluso cinco Dakar, si en 1988 no le hubieran robado el coche en Bamako –lo recuperó, pero fue descalificado–.

En 1993 se fue a vivir a Francia, donde tiene una granja y unos viñedos. Y en 1999 se presentó a eurodiputado, cargo que ostentó hasta 2009. E intentó ser presidente de la FIA, pero perdió las elecciones frente a su exjefe Jean Todt. Siempre polifacético, este Vatanen. Su accidente le privó de un palmarés todavía mejor, pero siempre dijo que era feliz por estar vivo. Con uve de Vatanen. Con uve de versátil. Con uve de veloz.