CURIOSIDAD

Expulsado de Nürburgring... ¡por exceso de ruido!

01/11/2018 11:30

Nurburgring, ‘El Infierno Verde’, es un lugar de peregrinación y culto para los amantes de la velocidad, de la conducción deportiva, incondicionales de la adrenalina y de los motores potentes. También ruidosos, aunque todo tiene un límite.

En los poco más de 20 kilómetros que tiene Nürburgring todo está permitido. Se han visto accidentes múltiples de hypercars o a quien para y saca un spray para 'firmar' el asfalto. Se puede pisar el acelerador sin más límite que tu miedo o tus dotes de pilotaje, si éstas son inferiores a lo primero, claro. Tienes que ir tan pendiente de la pista que está frente a ti como de los retrovisores para asegurarte que no cortas la trazada a una máquina mucho más veloz.

Casi nada está prohibido, pero hace una semanas un coche fue detenido y no se le permitió volver a la pista. No fue por un problema de conducción sino por algo mucho más simple y casi sorprendente: ¡era demasiado ruidoso!.

Un Nissan GT-R convenientemente preparado con 760 caballos de potencia, gomas semislicks y llantas, suspensiones y frenos modificados -al parecer no podía circular por las calles por las modificaciones adoptadas- alcanzó los 134 decibelios. Es una cifra escalofriante, pues la escalada de decibelios es logarítmica, es decir, que el aumento de un solo dB se nota muchísimo. Y en este caso debía dar mínimo unos 20 dB más que un F1 de los buenos tiempos, de esos que añoran los aficionados que tildan a los F1 actuales de excesivamente ‘silenciosos’. Dicen que sólo los aviones militares despegando de un portaviones, cuando alcanzan la máxima potencia, se acercan a la cifra. Pudo efectuar dos giros antes de que le obligaran a dejar la pista.

El Nissan GT-R Nismo de serie, con menos potencia, quedó muy cerca de bajar de los 7 minutos en la vuelta a Nürburgring (hizo 7’08”), lo que es ya una cifra espectacular que muy pocos coches han logrado. Este 'coche prohibido' parecía poder ir tanto o más deprisa. El propietario del Nissan en cuestión necesitó de un amigo con un Porsche 911 GT2 para que fuera capaz de seguirle y filmar sus evoluciones, precisamente desde donde se grabó el vídeo que preside estas líneas.