El Parlamento Europeo aprueba una normativa Euro 7 más laxa

La revisión de la normativa que se ha aprobado es más suave que la que en su momento propuso la Comisión Europea, muy criticada por los fabricantes de coches debido a las altas inversiones que requería en un momento en el que la electrificación se lleva gran parte de su presupuesto.

Han sido 329 votos a favor, 230 en contra y 41 abstenciones las que han determinado los límites de las emisiones nocivas de los coches y la introducción de nuevas medidas para hacer que las que expulsan elementos como neumáticos o frenos también se contengan, sin dejar de lado otro punto caliente como la durabilidad de las baterías.

La aplicación de la normativa estaba prevista inicialmente para 2025, pero ahora se plantea un período de carencia que será de hasta tres años para los turismos y las furgonetas y de entre cuatro y cinco años para autobuses y demás vehículos pesados. El primer grupo podrá emitir un máximo de 60 miligramos de NOx por kilómetro, mientras que el segundo tendrá que reducir un 60% su nivel de contaminación respecto a Euro 6. Lo que se va a mantener son los métodos de medición de la actual legislación para evitar costes adicionales a las marcas.

A las baterías de los coches eléctricos se les va a exigir que, pasado un período de diez años, mantengan al menos el 75% de su capacidad original, porcentaje que se reduce al 70% en el caso de las furgonetas.

Las partículas contaminantes derivadas del consumo de neumáticos están pendientes de una regulación internacional que tiene previsto estar lista en el año 2026. Si por cualquier razón ésta se retrasa, desde el Parlamento se pide a la Comisión Europea que tenga previstos los límites a aplicar en junio de ese mismo año. En cuanto a los frenos, la propuesta de la europarlamentaria Susana Solís, única representante española, reclama una reducción de 7 a 3 miligramos por kilómetro.

El objetivo es que esta revisada normativa resulte aprobada antes de que acabe el presente año o, como mucho, que tan sólo queden pendientes los últimos flecos para que pueda considerarse como definitiva. Desde la patronal europea de fabricantes de vehículos, ACEA, se considera que esta propuesta es más realista que la precedente, aunque aún se afirma que tendrá un precio elevado en un momento crítico para la industria.