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El desafío de Seat y Nissan ante el secesionismo catalán

06/10/2017 11:57

La industria automovilística representa cerca de un 10% del PIB tanto en España como en Cataluña, región donde a su vez se ensamblan una quinta parte de los vehículos que se producen en nuestro país. Prácticamente, toda esta fabricación corresponde a la que generan las plantas de Seat en Martorell y de Nissan en la Zona Franca, compañías que, entre otras sitas en Zaragoza, Valencia o Vigo, lideran este sector en la península. Sin embargo, la deriva secesionista catalana las ha puesto en jaque, sin apenas margen de maniobra y a expensas del devenir político.

Tal y como ya está ocurriendo con las empresas del sector bancario, los planes de contingencia de Seat y Nissan podrían pasar por poner a salvo sus intereses o más bien los de sus clientes y accionistas fuera de Cataluña ante una posible declaración unilateral de independencia. No obstante y especialmente para la firma española perteneciente al Grupo Volkswagen, esto supone un grave problema, ya que su factoría es nada menos que la tercera más grande de Europa con casi 3 millones de metros cuadrados, imposible de desplazar a otro lugar sin pérdidas descomunales.

Por otro lado, los modelos fabricados en Martorell se destinan a la exportación en más de un 80%, lo cual tendría consecuencias arancelarias catastróficas si la hipotética nueva nación catalana quedase fuera de la Unión Europea, como previsiblemente pasaría. Además, al tratarse de una filial, su matriz alemana podría decidir trasladar sus inversiones hacia otras plantas sitas en lugares con mayor estabilidad política, económica y social. De hecho, el pasado mes de septiembre ya supimos que la fábrica de Barcelona no produciría los coches eléctricos de Seat, el futuro de sus productos.

Finalmente, cabe mencionar la pérdida de empleo que supondría, concretamente 14.500 personas sólo en Martorell, que se podrían sumar a las 4.700 que trabajan para Nissan, entidad capaz de crear más de 100.000 automóviles al año en unas instalaciones que, al ser mucho más pequeñas, su traslado a otro territorio dentro de España sería más factible pero no exento de una serie de gastos multimillonarios. “Tenemos confianza absoluta en las autoridades” declaraba Marco Toro, presidente de Nissan España, hace unas horas, quien no detalló plan B alguno.

Por ahora, cierto es que ambas compañías han mantenido sus previsiones de crecimiento y su nivel de producción con firmeza, incluso el pasado martes, día 3 de octubre, cuando tuvo lugar una ‘huelga general’ en Cataluña que ni Seat ni Nissan secundaron, sin miedo a posibles consecuencias negativas por parte de la Generalitat –la producción diaria apenas acusó unas bajas que fueron casi excepcionales–. Otros sectores industriales, sin embargo, no pudieron decir lo mismo.

En esta línea, el Puerto de Barcelona es el que más pierde, máxime con el apoyo de sus estibadores a las eventuales paralizaciones y con la deriva masiva de mercancías y cruceros turísticos. Así, según varias fuentes y tal y como ya ha hecho el Grupo PSA con sus modelos fabricados en Figueruelas aprovechando el trazado ferroviario de Teruel, ambas compañías podrían desplazar sus exportaciones a Valencia, cuya dársena no es sólo la más importante de España por volumen de géneros, sino también la de todo el Mar Mediterráneo.