¿Se han vuelto locos en Bentley? Más de 200 kilómetros de curvas con el nuevo Continental GTC Speed híbrido de 782 caballos

DISEÑO MÁS ‘COOL’ Y MECÁNICA ECO

El nuevo Continental estrena un diseño más arriesgado: inspirado por las series limitadas Bacalar y Batur, que se agotaron en horas, incorpora unos faros únicos en lugar de los dobles, con un rasgo intermedio que los hace mucho más llamativos, especialmente de noche. Se dice adiós a los cromados, la parrilla es imponente, el capó larguísimo, y las formas de la carrocería son similares a las del modelo que se retira, pero más afiladas y aerodinámicas. Debajo de la piel incorpora el conjunto motriz estrenado en el cuatro puertas Flying Spur, hermano técnico y tecnológico del Continental. Un nuevo V8 de cuatro litros, biturbo y con 600 caballos llega a la gama, heredado de la familia Porsche Panamera/Cayenne, y se suma a un conjunto eléctrico con 190 caballos alimentado por una batería de 25 kilovatios hora. El resultado es que, si no pasamos de 135 km/h, el motor térmico no se pone en marcha y, en homologación, se consiguen 85 kilómetros de autonomía eléctrica. La pega está en una recarga de solo 11 kW, por lo que tendrás que estar al menos dos horas enchufado a la red antes de poder retomar el camino en modo eléctrico.

Con esta mecánica, el Continental alcanza los 335 kilómetros/hora en el coupé, 285 por hora en el cabrio, y hace el 0 a 100 entre 3,1 y 3,3 segundos, cifras de auténtico escándalo. Pero más que todo eso, destaca la tracción total inteligente, dirección a las cuatro ruedas, estabilizadoras activas y otros gadgets que hacen que los 2.300 kilos de peso se muevan con gran soltura.

INCREÍBLEMENTE RÁPIDO EN CURVAS

Para pasar de la teoría a la práctica, Bentley ha citado a la prensa internacional en Suiza, y en su recorrido de prueba no hay ni una autopista ni media: sino cuatro pasos por famosos puertos de montaña repletos de curvas que haremos en seco, en mojado, con niebla o con lluvia, dependiendo del valle al que nos dirijamos. ¿Nos acompañas?

Lo primero es subirnos al coche y, como nos hemos metido en los zapatos de gente adinerada y extravagante, hemos elegido un ‘candy red’ descapotable, seguramente uno de los colores más vendidos en América, su principal mercado. Los asientos de gran tamaño nos ubican en un interior afortunadamente convencional: con dos pantallas digitales, pero también muchos botones para controlarlo todo. La pantalla del cuadro de relojes imita los relojes convencionales, y la central se puede esconder para ofrecer una brújula y otros relojes. Funcionan muy bien, pero es un gusto encontrar palanca, diales para la temperatura o multitud de botones para funciones que nos gusta encontrar de forma física: asientos calefactables o ventilados, el botón de apertura de la capota eléctrica, etc.

El Continental mantiene dos asientos traseros que esperábamos más grandes, pero que en realidad son muy reducidos para viajar, sobre todo en espacio para las piernas, aunque en altura pueden pasar. El maletero es un desastre, porque en el cabrio pasa de 380 a 270 litros cuando vamos descapotados, pero nos dicen que cabe un juego de palos de golf, así que salvamos la importante partida del fin de semana. ¡A conducir!

Nada más salir, notamos que el coche balancea mucho de una curva a otra, así que elegimos el modo Sport, que desconecta el motor eléctrico y endurece las suspensiones. Hay tres modos más: el Bentley, que es híbrido, uno completamente eléctrico y uno personalizable, donde pondríamos la suspensión dura y la respuesta del motor suave. Pero ya que el motor está rugiendo, es hora de aprovecharlo, y nos lanzamos a enlazar curvas una tras otra, de diferente radio, todas con el buen asfalto que se espera de uno de los países más ricos del mundo y con buen agarre. Las llantas de 20 pulgadas con ruedas específicas agarran de maravilla y los frenos, aunque no tienen un mordiente inicial espectacular, detienen bien un coche que supera con mucho las dos toneladas de peso. Destaca la agilidad, en la que tiene mucho que ver la dirección en el eje trasero, que nunca es protagonista destacada, pero que ayuda a que nos sintamos como auténticos ‘jefes’ conduciendo este coche: muy rápido y muy fácil de llevar. Descapotamos –en marcha hasta 45 por hora y en unos veinte segundos– y sube el ruido y el viento, pero nos gusta más, porque nos permite ver los Alpes en su mejor versión, con las cascadas de agua interminables cayendo desde los glaciares de sus montañas, cada vez más escasos en nieve. 

Paramos y pasamos al coupé, que se siente más rígido y más veloz, pero sin excesivas diferencias. Se confirma que detrás no caben cómodamente adultos para largos viajes, aunque sí niños, y al menos el coupé tiene más espacio en el maletero, que alcanza los 500 litros en un portaequipajes muy refinado. Hay detalles que nos encantan, como las mullidas moquetas de lana británica, y otros no tanto, como los tiradores de las salidas de aire algo antediluvianos en un coche como este. Pero en general, el coche nos gusta y se siente deportivo en su mecánica, ágil en su comportamiento –aunque no es un Porsche– y extrovertido en su diseño. Es increíble lo mucho que agarra y lo seguro que te sientes en suelo mojado, y lo más destacable es la personalidad ‘Dr Jekyll & Mr. Hyde’ que se consigue con los modos de conducción. El consumo, por cierto, es de unos 20 litros con una conducción dinámica, así que será mejor que usemos el modo eléctrico a menudo si no queremos sentirnos mal con nuestra conciencia ecológica.

Llega el asunto del vil metal, y este acabado First Edition salen por 360.000 euros más algunos detalles pequeños, como las opciones, que lo sitúan en el entorno de los cuatrocientos mil. Eso sí, tiene algo que gusta a los más ricos: no paga impuestos, y en este caso podemos eludir el de matriculación ahorrándonos unos 50.000 euros. Aún así, 360.000 es lo que es lo que costaba un Rolls hace nada. ¿Valen tanto ahora los Bentley? Sí, y si en su día se podían conseguir por menos de 200.000 euros, hoy el público quiere que sean más caros, ya que son los propios clientes los que eligen cada vez más opciones, más colores únicos, más personalización a través del programa Mulliner o versiones más potentes, motivo por el que Bentley ha lanzado primero la versión más alta de la gama: el GTC Speed. Le seguirán versiones de menor potencia, quizás con un V6 híbrido enchufable, como en el Bentayga, o quizás uno de combustión, pero eso será en el futuro. De momento, tenemos un Bentley más deportivo, elitista y único, y eso, para qué engañarnos, nos gusta. Y si somos de aquellos que disfrutamos de un yate, un avión privado o una colección de coches, quizás nos venga bien uno de estos Bentley para el día a día.