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Al volante del Volkswagen Golf R en Cheste: cafeína alemana para el día a día

12/05/2017 15:07

En SoyMotor.com nos hemos desplazado hasta el Circuito de la Comunidad Valenciana Ricardo Tormo situado en Cheste para ponernos al volante de la versión más potente y prestacional –por el momento– del nuevo Volkswagen Golf 2017, el Golf R. Toda una máquina de circuito perfecta para el día a día.

Qué difícil es definir la delgada línea que separa a un coche deportivo de uno que no lo es, máxime hoy en día, cuando nuestras calles están plagadas de SUV de 'altas prestaciones' y la idea del coupé o el descapotable de dos plazas está casi obsoleta para referirnos a este término.

Es evidente que la industria automotriz está centrada en crear vehículos cada vez más polivalentes y que puedan cubrir, a su vez, la necesidad de emocionarnos al volante de vez en cuando, sin que nos duela excesivamente el bolsillo.

Volkswagen sabe muy bien esto desde 1976, cuando lanzó el primer Golf GTI al mercado, modelo que marcó la pauta de los deportivos compactos e influenció al resto de marcas generalistas hasta nuestros días, para fabricar otros hatchback de altas prestaciones.

Pues bien, con motivo del inicio de la comercialización del restyling del Golf MK7, nos hemos acercado hasta el Circuito Ricardo Tormo, en Cheste –Valencia– para probar el nuevo Golf R, buque insignia de la gama, en la Volkswagen Race Tour que organiza la marca alemana todos los años.

El nuevo Golf R, al igual que su versión del 2014, nace con la misma filosofía del primer MK4 R32. Sin embargo, aquella R hacía referencia a 'Reihenmotor', es decir, 'motor transversal' en alemán, dado que por aquel entonces equipaba un V6 atmosférico en esa disposición.

Sin embargo, las imposiciones de la normativa actual sobre los consumos y las emisiones ha llevado a Volkswagen a redefinir lo que significa esa R, ahora 'Racing', pues ahora equipa un humilde motor de cuatro cilindros en línea –el mismo 2.0 del GTI con una mayor presión del turbo y una ECU reprogramada– pero que es capaz de otorgar 310 caballos y un par máximo de 400 Newton metro, tal y como ya avanzamos el pasado 25 de abril.

Aunque el Golf R se puede configurar con carrocería de cinco puertas y familiar Variant, la unidad que probamos disponía de tres puertas, pintura metalizada azul eléctrico con los retrovisores en plata –símbolo distintivo de esta versión– y unas llantas Luca de 19 pulgadas con acabado mixto.

Cuando nos presentaron el coche, lo primero que nos llamó la atención fueron los parachoques ensanchados que realzan su agresividad y las nuevas ópticas, que ahora cuentan con tecnología Full-LED e intermitentes dinámicos en los pilotos traseros.

No obstante, los cambios más relevantes se encuentran en el interior, allí nos encontramos con un cuadro de mandos completamente digital –lo que Volkswagen denomina Virtual Cockpit– y un nuevo sistema de infoentretenimiento que remata una gran pantalla sobre la consola central en acabado brillante, que ahora equipa un sistema de reconocimiento gestual y un sinfín de aplicaciones de conectividad que nos dejaron boquiabiertos: App Connect, Guide and Inform y Car and Service, pareciéndonos de especial importancia este último por su firme apuesta por la seguridad.

Los asientos deportivos, de tela color antracita, no se han modificado notablemente. Ni falta que hace, dado el excelente confort que brinda su acolchado a los cinco ocupantes y el aferre que ofrecen las butacas delanteras, tanto al piloto como al copiloto. También se pueden elegir en cuero con contraste negro-blanco a juego con los reposabrazos de las puertas.

Al encarar la salida del Pit Lane, ya notamos diferencias notables con respecto a un Golf convencional o incluso en comparación de un GTI. Un sonido muy agradable proviene de las cuatro colas de escape.

Cuando dejamos de acelerar, el coche expresa un placentero y grave gorgoteo digno de un coche de más cilindrada. Esto es debido al trabajo que ha hecho la firma eslovena Akrapovic en la línea de escape del Golf R, que posee un equipo de titanio que ahorra hasta siete kilogramos de peso y lo dota de una presencia más brava.

Aunque nos decepciona saber que, al menos por ahora, no se puede equipar un cambio manual en esta versión, la transmisión DSG de siete relaciones revisada por Volkswagen se complementa perfectamente con el proyecto de Akrapovic.

Resulta que si mantienes el pedal del acelerador pisado mientras cambias de marcha con las pequeñas levas que hay detrás del volante, parte de la gasolina que no se ha quemado en el motor durante el cambio de relación, explota en el escape, emitiendo un petardeo que llega a erizar el vello.

Al tomar la primera curva, percibimos algunas de las mejoras técnicas del nuevo R y empezamos a discrepar de la idea de que sólo se trata de un facelift. La tracción integral 4Motion de la casa, combinada con una amortiguación mucho más deportiva, los neumáticos de mayor anchura –235 milímetros, uno más que en la anterior versión– y una mayor carga aerodinámica, animan a buscar un límite difícil de encontrar.

Este Golf se pega al asfalto como una lapa debido principalmente a un mayor apoyo y a un diferencial electrónico que hace girar más rápido las ruedas que se encuentran en el exterior del viraje, lo que ayuda a trazar las curvas.

Si sumamos esto al trabajo que realiza el desmultiplicador de la dirección asistida cuando salimos de la curva con el pie a fondo, tenemos como resultado un coche muy deportivo, capaz de transmitir emociones al volante dignas de automóviles de segmentos superiores.

Aunque la recta del circuito se nos quedaba corta y sobrepasar los 210 kilómetros por hora podía ser temerario –el modelo, que ya no equipa limitador, alcanza los 267–, unos discos de acero 17 pulgadas nos garantizaban una frenada escandalosamente eficaz.

Sin embargo, no es recomendable abusar de ellos más de tres o cuatro vueltas, debido a las altas temperaturas que alcanzan. Según nos comentó uno de los instructores de la marca, es algo en lo que Volkswagen trabaja de cara a futuros modelos de altas prestaciones.

De hecho, se espera la llegada de una edición Performace a la gama R que, como ocurre en el GTI, equipe mejoras mecánicas como unos discos de freno perforados de mayor diámetro y unas cuantas decenas de caballos de potencia más. Vamos a estar muy pendientes a los comunicados de prensa que realice la firma germana en este sentido.

En cualquier caso, el actual Golf R ya puede acelerar de cero a 100 en 4,6 segundos con ayuda de un Launch Control –un Porsche 911 Carrera lo hace en 4,9– y llevar a cabo recuperaciones de velocidad extraordinarias con un consumo más o menos contenido, ya que la marca homologa siete litros, aunque la realidad, como siempre, dista bastante de esa cifra.

Unas vueltas sin parar de hacer kick down sobre el acelerador de este GTI con anabolizantes, desconectamos el modo Sport desde un botón situado a la derecha de la palanca de cambios. La dirección se vuelve más blanda y los pedales no responden con tanta ansiedad.

Después de haber logrado exprimir la agilidad y el dinamismo de este Golf, nos damos cuenta que también es capaz de manifestar una faceta afable, con un aplomo y comodidad superiores al de cualquier otro hatchback deportivo, consagrándose como un vehículo que también puede ser usado para el día a día.

Volvemos al paddock mientras jugamos con las virguerías que incorpora la pantalla de alta definición y, como no podía ser de otra forma, enamorados del que nos ha demostrado que es el Golf definitivo, pues cuenta con las ventajas del modelo estándar –como su garantía, su habitabilidad o su calidad– pero con un corazón mucho más conmovedor.