El Diesel, en el punto de mira fiscal
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Razones medioambientales hacen necesario aumentar el precio del gasoil en casi un 30% según un Comité de Expertos. La medida provocaría una fuerte inflación por el encarecimiento del transporte si no se ponen en marcha mecanismos compensatorios.
El Diesel –los automóviles Diesel, mejor dicho– no tiene los días contados, pero pronto dejará de ser 'apetecible' para los conductores particulares, o al menos para el grueso de ellos. Ésta es, al menos, la pretensión que tienen un Grupo de Expertos medioambientales, que aconseja desincentivar el uso de los turismos a gasoil –una especie de 'discriminación positiva'– hasta conseguir, no su prohibición por decreto, pero sí que sea el propio ‘mercado’ quien los expulse o convierta en marginales.
El movimiento está ya en marcha y es visible en las cifras de ventas que en los últimos meses muestran un declinar de este tipo de turismos y un repunte de los de gasolina. Éstos parecen llamados a invertir la preponderancia que en el mercado tenían hasta hace no mucho los motores a gasóleo.
La razón por el momento no es un tema ‘de país’, sino municipal. Son los ayuntamientos, al menos los de las grandes ciudades, los que llevan la iniciativa y han puesto los Diesel en el punto de mira por motivos medioambientales. Sin embargo, ahora también el ‘fisco’ parece dispuesto a poner su granito de arena en esa persecución desencadenada a raíz del escándalo del Caso de las Emisiones y ateniéndose a razones medioambientales.
Barcelona y Madrid, al que seguirán las poblaciones limítrofes –especialmente las del Área Metropolitana y las del Valles en el caso de Catalunya– y también otras capitales, ya han anunciado severas restricciones en periodos de gran contaminación a las que sólo escaparán por el momento los Diesel más modernos. Unas restricciones que quieren incluso convertirse en permanentes en un par de años. La razón son las emisiones de óxidos de nitrógeno –NOx– y también las de partículas, sobre todo las primeras; Barcelona y Madrid se arriesgan a multas importantes por parte de la Comisión Europea por superar los límites anuales de estas emisiones.
Es algo de lo que ya nos hicimos eco hace unos días.
El Comité de Expertos para la Transición Energética ha aconsejado también subir el precio del combustible Diesel ¡casi un 30%!. Pasaría de 1,140 euros/litro a 1,466, algo más de 30 céntimos por litro, es decir, entre 15 y 25 euros de más cuando llenamos al completo un depósito –estos van de 50 a 80 litros–.
Preparando el camino, los políticos ya hablan desde hace algún tiempo de que el Diesel es un combustible subvencionado o primado. Me niego a aceptarlo. El resultado puede ser el mismo en los balances, pero el concepto, la ética, no. Al igual que ellos hablan de ‘subvención’, el que suscribe estas líneas no puede hablar de sobreimposición en el caso la gasolina. Tanta ‘mentira’ es la suya como la mía.
La razón de la menor imposición sobre el gasolil no es caprichosa, sino económica. Y no por un tema de las ‘arcas del estado’, sino por un tema de la ‘economía global’. El transporte funciona con gasolil al 99% en nuestro país y la distribución, también.
Lo considero una falacia, hacernos comulgar con ruedas de molino para intentar justificar, hasta ahora, una medida de efectos fiscales: recuperar la recaudación perdida si todos los coches fueran de gasolina.
La inflación provocada por este aumento impositivo sería importante, casi inasumible, para el mundo del transporte y la economía en general, ya que a la postre repercutiría en los consumidores.
Este 28,6% de incremento del precio del Diesel implicará un encarecimiento del precio del transporte brutal y afectará a todo tipo de productos, así que debería arbitrarse una fórmula para ‘devolver’ parte de esta imposición sobrevenida –con el peligro de una cierta picaresca–, o bien se acepta la inflación, cosa que ya sugieren los Expertos.
El tema no es nuevo. Surge de forma recurrente y no hay más remedio que abordar ya sin dilación en un país que es más propenso en anunciar posibles medidas que en implementarlas.
El Comité también apoya el un aumento del impuesto de circulación de los turismos Diesel. En esto se alinean con los ayuntamientos, algunos de los cuales ya están pensado seriamente en ello, vinculándolo más a las emisiones, no sólo de CO2 sino también de NOx, partículas, etc.
Un doble frente que causará estragos, sin duda, y provocará un vuelco del mercado. La esperanza de los expertos es que en lugar de coches Diesel, adquieran híbridos o se decanten por el gas, al menos hasta que los eléctricos sean una alternativa real para la mayor parte de conductores.
Quizás sea más lógico comenzar por el Impuesto de Circulación. Y desde luego, si se sigue en la política de gravar el precio del gasoil, ello debe hacerse de forma paulatina a la par que apostar decididamente por las energías renovables. Las políticas en este sentido hicieron un día a España líder en este campo, pero desde entonces el parón ha sido evidente.
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