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De cómo el Ford Probe estuvo a punto de convertirse en un Mustang

06/11/2021 09:40

A finales de los años 80, Ford se encontraba en la tesitura de renovar el Mustang para su cuarta generación. En aquellos tiempos, la marca americana mantenía una cada vez más estrecha colaboración con Mazda, hasta tal punto que decidió que aquel nuevo Mustang contaría con plataforma japonesa, tracción delantera y motores V6. Para consuelo de muchos, la firma tuvo que rectificar.

El momento de renovar un modelo icónico es muy difícil para una marca. Debe plantearse dilemas tales como el de apostar por el continuismo o la innovación. Tras ello hay infinidad de opciones de acometer el desarrollo, entre las cuales el aprovechamiento de sinergias automotrices.

Es en esta tesitura donde se encontraba Ford, que preparaba el reemplazo de la tercera generación del Mustang, una generación marcada ya por la incorporación de la plataforma Fox y de su nuevo estilo de carrocería más cercana a los gustos europeos, así como su concepción menos potente y prestacional derivada de la crisis del petróleo a finales de los años 70.

Y es que con la cuarta generación, desde Ford planeaban darle un giro de tuerca más al cambio de filosofía del Mustang. Desde 1979, Ford y Mazda compartían una alianza en la que la americana llegó a tener hasta el 33,3% del accionariado llegados a 1996. Se estima que los japoneses ahorraban unos 90 millones de euros al año en desarrollos gracias a esta colaboración y, en el caso de Ford, muchos millones más.

En este aspecto, la marca había lanzado en 1987 el primer Probe con la plataforma GD de Mazda, base entre otros de los 626 o MX–6, de los cuales Ford había comprado los derechos para ser fabricados en Detroit. Pero por alguna razón, los directivos decidieron que sería una gran idea adaptar esta plataforma para dar vida al nuevo Mustang.

Ford Probe presentado en 1993

Según decían, al conductor del Mustang le encantaría contar con una plataforma extranjera de tracción delantera y motores V6 siempre y cuando tuviese la insignia del purasangre en el frontal y el precio de venta fuera realmente asequible. Solo una vez en su historia, en 1974, el Mustang II no ofreció motores V8 debido a la crisis del petróleo, algo que se corrigió en un solo año. Aún y así, por muchos es considerado el peor de la historia.

De alguna manera, el plan fue filtrado a la prensa, que no tardó en alzar el grito al vuelo con editoriales como el de AutoWeek, que lo calificó de ''total blasfemia'', a lo que siguieron las legiones de seguidores, que bombardeaban con graves desaprobaciones las sucursales de la firma.

Ford rectificó y el desarrollo de este modelo terminó dando forma al Probe de segunda generación que pudimos ver también por Europa. ¿Y qué hay del Mustang? Crear una nueva plataforma iba a resultar tremendamente costoso, aparte de que llevaría mucho tiempo. El Thunderbird tenía la suya, pero elementos como la suspensión trasera independiente elevaban el precio un escalón por encima del objetivo y alejaban del coche una de sus señas de identidad, como era el eje rígido. De modo que no les quedó otra que reciclar y actualizar la base ''Fox'' de la generación previa.

El Ford Mustang de 4º generación que finalmente conocimos


Finalmente, el Mustang de cuarta generación debutaría en 1993 para empezar a comercializarse en 1994 y se mantuvo en liza durante una década. En 2005 llegó la quinta generación, que supuso la despedida de la plataforma ''Fox'' y de la línea de producción del Mustang en Dearborn, Michigan, lugar donde se fabricaba desde sus inicios en 1964.