Abarth F595

El Abarth F595 es uno de esos coches que encajan perfectamente en la categoría de capricho. Y como todos los caprichos, ofrece altas dosis de diversión, en este caso al volante. Puede que su interior no sea el más tecnológico del mercado –llega incluso decepcionar en este sentido si se tiene en cuenta el precio del coche–, pero es algo que se olvida según se arranca su motor. El sonido que emanan los escapes recuerda enseguida al de un coche de competición, aunque lógicamente con menos decibelios.

Apenas hemos dado tres vueltas al circuito del Jarama, pero ha sido distancia suficiente como para comprobar lo que uno ya sabía y esperaba pero que a su vez no deja de sorprender. Por tamaño es un urbano, pero por carácter no tiene nada que ver. Es una máquina pensada por y para disfrutar. Sobre todo por su ligereza, que permite jugar con él al límite tanto como uno quiera.

Tan sólo hemos probado el coche con el modo Scorpion activado, es decir, el que le aporta el carácter más radical al coche. Afecta tanto al tacto de la dirección como a la respuesta del acelerador. La primera es directa y precisa, aunque de un tacto algo menos firme de lo que puede ser en un vehículo de estas características, mientras que la segunda es contundente a partir de las 2.300 revoluciones por minuto. Es desde ahí, por cierto, cuando el escape emite la mejor de sus melodías.

Los 165 caballos del motor 1.4 T-Jet son más que suficientes como para disfrutar, y en ningún caso demasiados como para causar problemas. Raro es que se produzcan pérdidas de tracción si uno da gas donde toca. Además, el cambio manual de cinco velocidades que hemos probado permite acelerar con más progresividad que si se hubiese optado por uno de seis. También ayuda que el motor recupere razonablemente bien aunque se encuentre por debajo de su zona de máximo rendimiento. No obstante, esto último sucede en una pista de carreras como la utilizada para nuestra primera toma de contacto que permite dejar correr el vehículo como toca en determinados momentos.

Otro de los puntos que tiene a favor este Abarth F595 es la manera en la que se apoya sobre el asfalto. Parte de culpa la tiene la suspensión Koni del tren trasero, que viene de serie. Hace de este pequeño escorpión un coche duro pero efectivo, especialmente en un circuito. Queda por comprobar cómo afecta este tarado en el día a día, aunque no será algo que preocupe al comprador tipo de este vehículo.

Como decíamos al principio, el Abarth F595 es un capricho capaz de desplegar todo el espíritu de la marca italiana. Pero, ¿es el coche adecuado para aquel que busque emociones fuertes en tamaño reducido? Sin duda que el que se lo compre disfrutará, pero hay que tener en cuenta que los 26.000 euros que cuesta no están tan lejos de los 29.990 que se piden por el Hyundai i20 N. Sí, es más grande, pero ofrece unas dosis de emoción bastante más contundentes.