Rory Byrne, la cara oculta y mágica de Ferrari

Trabajo, esfuerzo, el haber dedicado posiblemente más tiempo y medios que nadie a las nuevas reglas. Y un toque de magia por parte de Rory Byrne. Ese clavo ardiendo al que se agarra Ferrari cada vez que ve cómo el objetivo de recuperar victorias y coronas se aleja de nuevo.

Byrne es uno de los mejores técnicos de la historia de Ferrari, aunque no sea tan mediático y conocido como muchos otros. No encontrarás su nombre entre los miembros del staff de la escudería. Y muy difícilmente lo verás en los 'paddocks' porque no le gusta exhibirse. Byrne es sólo 'consultor' de Ferrari desde que Mattia Binotto, en 2020, decidió recuperarlo para que ocupara ese rol por segunda vez, sacándole de nuevo de su retiro tailandés, donde dirigía –esta vez– un negocio inmobiliario.

¿Cuál es la valía de este sudafricano de 78 años que sigue destilando ideas y conceptos tan brillantes que han permitido a Ferrari dar el salto? Joan Villadelprat lo escribió en un artículo en El País en 2011: "Que nadie se engañe. El hombre que diseñó los coches con los que Schumacher ganó siete títulos mundiales no fue Ross Brawn, sino Rory Byrne. Él es el genio, el hombre que tomaba riesgos, que era capaz de innovar tal como lo está haciendo Adrian Newey en Red Bull. Y Brawn tuvo el mérito de saber sacarle siempre lo mejor, de desarrollar sus grandes ideas y de desestimar las que les habrían podido llevar al desastre".

Este sudafricano, nacido en 1944, a sus 78 años, sigue siendo una mente brillante y uno de los diseñadores que más coches ganadores ha hecho. Los dos Benetton que hicieron a Michael campeón. Y todos los de la era Schumacher en Ferrari. Ross Brawn era el ejecutor de estas ideas, el cerebro en la pista, el hombre de las tácticas, pero Byrne era el hombre de las bases técnicas, de los conceptos, del diseño, que destacó desde que comenzó a trabajar en 1981 para Toleman.

Un ejemplo más nos dará su muestra de la consideración que le tienen en el 'Circus'. Cuando Jean Todt convenció a Michael Schumacher y Ross Brawn para que se unieran a Ferrari, ambos le exigieron, poco menos que condición indispensable, que Byrne se uniera a ellos. No fue fácil: Rory quería dejar la F1 y acababa de abrir una escuela de buceo en Tailandia. Los tres personajes no dudaron en volar hasta Tailandia para convencerle... y lo lograron.

Oficialmente Byrne dejó de pertenecer a Ferrari a finales de 2006, cuando se retiró Schumacher y Brawn se tomó un año sabático para no retornar a la Scuderia. Pero a finales de ese año le ofrecieron un contrato como consultor. Volvieron a llamarle más adelante para los coches de 2012 y estuvo colaborando en coches 'de calle', entre ellos el F12 Berlinetta.

Gerhard Berger, que ha pilotado sus coches, no duda en señalar que "Byrne es tan genial como Newey. Ya en 1980 supo trabajar en los problemas de rebote, que este año son de actualidad, y solucionarlos".

Razón clara para que Binotto haya decidido renovar el contrato de consultor a Rory por tres temporadas más. Rory, como Newey, usa el tablero de dibujo, no desdeña la regla de cálculo y puede imaginar cosas que quizás los programas de simulación no sean capaces. Dicen que mientras se afeita, en lugar de cantar imagina soluciones mágicas.

En Benetton trabajó con Brawn pero también con Pat Symonds. Estos han sido artífices de las reglas que este año han entrado en vigor. Seguro que aprendieron cosas de Byrne y que Byrne conoce su forma de trabajo, sus líneas de actuación.

El secreto de Byrne no está en la carga aerodinámica, sino en la comprensión de los neumáticos, en saberle sacar un gran partido, y hacer que sus coches tengan siempre una gran aceleración.

Éstas parecen ser las claves del nuevo Ferrari, precisamente. Ello me trae al recuerdo una anécdota de cuando Montesa, en busca de mantenerse como marca independiente y salvarse del cierre, quiso resucitar la mítica Impala. Llamó de nuevo al ingeniero Leopoldo Milá, diseñador de la Impala original. Mantuvo el estilo de la anterior, con aditamentos más modernos (llantas de aleación o frenos de disco), pero sobre todo mantuvo el peculiar asiento de la Impala. Y cuando le preguntaron la razón, contestó rápido y decidido: "Porque los culos no han cambiado". Seguro que Byrne podría decir algo similar: "Porque sacar el máximo a las gomas es la clave".