La marcha de Hamilton es un problema grave para Mercedes, pero no un drama

Esa frase va que ni pintada para explicar el momento actual de Mercedes. Perder a Lewis Hamilton es grave y su sustitución no es fácil. Pero ahora vuelve a tener a James Allison al frente de las responsabilidades técnicas del equipo para enderezar la situación.

La marcha de Lewis, con 40 años –en 2025–, era algo anunciado. Su fichaje por Ferrari simplemente puede haberla anticipado un poco. Toto ya lo tenía previsto desde hacía tiempo que iba a precisar un relevo y formó a George Russell para que cumpliera esa labor.

Para el segundo coche había candidatos de sobra. En clave de futuro cree mucho en Andrea Kimi Antonelli, a quien acaba de promover a la Fórmula 2. Y hasta que llegue su hora, tiene para escoger: Carlos Sainz, Alexander Albon o incluso Sergio Pérez estarán libres para 2025, por ejemplo.

Sabe que la oferta de su asiento es mejor que ese asiento que muchos soñaban en Audi; la apuesta por la estrella puede dar resultados inmediatos, mientras que con los ‘cuatro aros’ los éxitos deberían hacerse esperar.

Puede decirse que Lewis Hamilton es superior a cualquiera de los posibles candidatos. Pero los resultados dependen más del coche que del piloto. Si el W16 –presumiblemente el coche de 2025 debe llamarse así– es competitivo, cualquiera de los citados es capaz de ganar, incluso el título si es superior. Y si no lo es, como no lo han sido W13 y W14, difícilmente Hamilton podría hacerlo ganar.

Toto ya se enfrentó a una situación similar cuando Nico Rosberg, con el título recién conquistado en el bolsillo, decidió de forma inesperada para todos colgar el casco. La gestión de sus dos gallos agotó a Toto, quien pudo apostar por Valtteri Bottas, un piloto eficaz, para que fuera escudero de Lewis y continuar la racha de victorias. No desea volver a pasar por el mismo trance, aunque en su fuero interno sabe que eso puede suceder.

Muchas veces se ha dicho que el piloto es la punta del iceberg, que sólo puede asomar una pequeña parte de toda su masa; que la mayor parte de él no se ve, está sumergida. Pero es un bloque único. En Cataluña tenemos un ejemplo más ilustrativo que ese: los ‘Castells’, estas construcciones humanas en la que todos son clave.

Montar un Castell, una torre humana, cuyas piezas son hombres, es complejo: se necesita una gran base y hombres fuertes para los que conforman los pisos de la torre, todos colocados de forma adecuada, según un estudiado patrón, y presionados por ‘la pinya’, la multitud que conforma el circulo externo y que hace de contraoferta. Algunas veces la torre se tambalea, pero entre unos y otros intentan reequilibrarla. Si uno falla, solo uno, ya sea de los que componen la torre o de los que están en el círculo inmediatamente próximo, todo se viene abajo.

Toto ha recompuesto el ‘Castell’ con la repesca de Allison. Ahora hay que buscar un nuevo ‘anxaneta’. Éste sólo podrá coronar el ‘Castell’ si la torre está bien montada y, obviamente, si tiene un cierto nivel.

Pero para que el ‘triunfo’ sea completo, el ‘anxaneta’ debe coronarla y luego desmontar la torre. El piloto sólo es el ‘anxaneta’: que llegue a la cima depende en primer lugar de que la torre esté bien montada, sea firme, resistente… sólo después entran sus habilidades.