Historias de carreras: el día que Cesare Fiorio se convirtió en director deportivo de Ferrari

Un inciso, casi lloró al ver la lista de inscritos, nada menos que 18 Lancia Delta, entre Integrale y el modelo anterior, el HF, en grupo A, la categoría reina. ¿Os imagináis no ya quince sino simplemente 10 Hyundai i20 Rally1 o otros tantos Toyota Yaris Rally1 en la línea de salida?

De eso hace 34 años. Y, sin embargo, quizás lo más importante de ese Rally Portugal no sucedió allí, entre Estoril y Oporto, en los 38 tramos, 593 kilómetros cronometrados, sino a más de dos mil kilómetros, en Turín. Marco me ha transmitido la historia, que el propio Fiorio ha contando en Porto Cerco durante el Costa de Esmeralda Histórico, donde fue estrella invitada.

El viernes, Cesare Fiorio, el ‘diesse’ —abreviatura italiana de director deportivo, pero que puede sonar también como ‘dios-director’ del equipo — se pudo ir a dormir satisfecho, tenía tres Lancia en cabeza con diferencia, a su hijo en segunda posición. La ‘escabechina’ de las dos primeras jornadas había sido importante y cruzaba los dedos, aunque quedaban tramos en la zona de Fafe y el siempre temible Arganil. La ventaja era mucha y los pilotos oficiales de equipos rivales ya habían dejado la carrera, pero hasta el final, nunca se sabe.

Pero el despertar del sábado fue inesperado. Recibió una llamada de Cesare Romiti, el capo del Grupo Fiat. “Cesare, es imprescindible que estes mañana en Turín”. Fiorio se resistió, en Portugal aún podían pasar muchas cosas, no había faltado nunca a dirigir una prueba, mejor dejarlo para el lunes porque un domingo poco se pueda hacer que no espere al lunes.

Romiti insitió: “Yo mismo te iré a buscar al aeropuerto”. No era una cita, era una orden, explícita, tajante, inapelable… y un tanto sorprendente. Fiorio ni imaginaba de qué podía tratarse. Romiti sólo le avanzó que su presencia era imprescindible.

Fiorio, obviamente, el domingo por la la mañana estaba en Turín. No había móviles, así que lo de tomar decisiones a distancia no era sencillo, quizás ni factible.

Romiti le esperaba, como prometió. “César, haz las maletas. Mañana comienzas a trabajar como director de la Scuderia Ferrari”. No era una pregunta, era una orden. No era una propuesta de contrato, sino una misión encomendada. La complicidad y fidelidad a la familia Agnelli lo era todo, incluso estaba en el Consejo del Grupo.

El lunes 1 de marzo de 1989, Cesare Fiorio entraba entre los muros de Maranello con la misión imposible de ‘descabalgar’ a los dictatorias McLaren Honda de Senna y Prost. Se llevó a este último a Ferrari en 1990. Dejó su cargo a principios de 1991, tras los tres primeros Grandes Premios, con un saldo de 9 victorias y 25 podios en 36 Grandes Premios. McLaren-Honda había encontrado en Williams-Renault un escollo que no superaría y Benetton estaba por delante de Ferrari.

Su palmarés es, sin embargo, espectacular: 18 títulos en el Mundial de Rallies —10 de Lancia, tres de con Fiat y cinco de pilotos — y tres Mundial de Resistencia con Lancia.