Hamilton-Wolff-Källenius, un 'póquer mentiroso' a tres bandas

Fue el mismo día en el que Lewis Hamilton quiso plantear dudas sobre su futuro, sembrar el interrogante de una próxima 'retirada' como también el propio Toto viene insinuando, aunque en su caso sería un paso atrás en la gestión del día a día y pasar a ocupar una posición más cómoda y menos ejecutiva como tenía Niki. ¿Responde la gorra de Parmalat a esa reivindicación? Sólo él lo sabe.

En cualquier caso, el 'pulso' con Lewis Hamilton está en el aire. En el fondo es un problema de dinero. Lewis quería, quiere, exige... un contrato estratosférico, a la altura de sus grandes éxitos. Su pretensión inicial parece iba por los 55 millones de euros anuales y parece que a la vista de los acontecimientos justo antes del verano rebajó sus pretensiones a 44 millones de euros.

Pero al parecer Olla Källenius, el 'grande capo' del Grupo Daimler, no está dispuesto a darle más de 20. "Con la pandemia todos deben revisarse todos los sueldos", ha dicho Olla.

Es algo que ya anticipo Bernie Ecclestone hace unos meses: "No volverá a ganar 50 millones de dólares en la vida", dijo en junio.

Y en el centro de la cuestión está el límite salarial que quiere imponer la F1. En realidad no cuestionan que un equipo pueda pagar lo que desee a sus pilotos, sino que todo lo que pague a sus dos pilotos -se supone que los reservas, terceros pilotos, pilotos de simulador ya están dentro del límite presupuesto- por encina de los 25 millones de dólares se descontará del techo presupuestario. Es decir que todo lo que se pase de 25 millones, reducirá el dinero disponible para I+D.

En definitiva, una disyuntiva para los 'team principal': gastar más dinero en pilotos o hacerlo en tecnología. Pocos tendrán dudas, sobre todo si tenemos en cuenta que en el paddock existe un convencimiento general: al volante de un Mercedes puede ganar cualquiera. No han descubierto la pólvora: más del 80% del éxito es gracias al trabajo de los ingenieros, aunque el piloto es quien acaba poniéndolos en valor. Es más o menos admitido que el piloto pone por sí mismo las ultimas tres o cuatro décimas... pero los ingenieros -gracias al trabajo de los probadores en su día y con los medios de simulación ahora- son los que ganan un segundo o dos. 

Lewis juega con un 'as' bajo la manga. Leclerc está en contrato con Ferrari hasta 2024. Verstappen lo mismo con Red Bull, aunque pudiera tener una cláusula de salida. Estamos hablando de las dos únicas alternativas reales a Hamilton. Russell es una opción de futuro, pero quizás no de presente inmediato. Alonso está con Renault. Vettel debería demostrar en Racing Point que recupera su pulso de campeón que hoy parece perdido. Y por si fuera poco Lewis es el único piloto con un carisma diferente, con 'otra vida' fuera del paddock.

Es cierto, hecha la ley, hecha la trampa. El equipo no puede, en la práctica, pagar más por los pilotos... pero sí pueden aportar un 'complemento' o 'prima' los patrocinadores o la casa madre. En cualquier caso, entre Lewis, Toto y Olla se está jugando no una si no dos partidas de 'póquer mentiroso' y los dos primeros usan encriptadas declaraciones a los medios para tratar de imponer sus bazas.

El resultado final: Hamilton seguirá y Wolff tendrá un adjunto de peso. Källenius ya ha declarado que abandonar la F1 será casi un suicidio desde el punto de vista de marketing, sobre todo su para la marca de la estrella la F1 no sólo es 'dólar neutral' sino que se acerca al concepto coste cero. El problema para Källenius es como justificar un dispendio o ficha faraónica en un momento donde las cuentas de resultados no son precisamente brillantes, el panorama de futuro inmediato incierto e incluso la previsión de secuelas en el empleo no precisamente optimistas.

La respuesta no creo que se haga esperar hasta el final de temporada.