24 días: El año que un Rolls-Royce superó el desierto

Me he vuelto a acordar de él porque el coche que empleó en su primera participación saldrá ahora a subasta. La casa francesa de subastas Aguttes se encargará de ella y se espera que se pueden recaudar no menos de 600.000 euros, incluso subir hasta 850.000 por algo único.

El coche se salía de lo normal. Era 1981, el Dakar comenzaba a ser una leyenda. Muchos de los coches tenían preparaciones caseras, artesanas y los buggy no eran lo que son ahora. Y a que en estos primeros Dakar todavía tomaban pache algunos turismos o derivados de turismo, como los Citroën DS.

Un Range Rover tenía cierta clase, pero muchos competidores lo usaban. Un Toyota… bueno era casi un coche de trabajo. Un Lada Niva parecía un ‘quiero y no puedo’ a pesar de que era un coche adaptado a la función para la que fue creado. Y hacerlo con un Renault 4L… simplemente era casi un insulto.   ¿Clase? ¡Qué coche con más clase que no fuera un Rolls Royce! 

¿Idea disparatada? Seguramente. Dicen que a Montcorgne y su amigo Jean Claude Pelletier se les ocurrió la idea en una velada supuestamente bien regada de Burdeos de cosecha escogida -quizás Châteauneuf-du-Pape- y algunos cognac, Courvoisier o Hennesy de añada posiblemente.. Posiblemente habría otros participantes y no nos extrañaría que hubiera alguna apuesta.

La pareja no se amilanó y decidió poner en marcha el proyecto. Pelletier tenía uno, del que lamentaba sus constantes averías y problemas… así que tenían base para comenzar. 

Hablaron con Michel Mokrycki, un conocido preparador de la época, especialista en los grandes motores V8 americanos. El Corniche era muy pesado, no tenía tracción a las cuatro ruedas, había que levantar las suspensiones. Así que la ‘receta’ propuesta fue clara: un chasis de

Toyota HJ45, uno de los coches más usados en el Dakar por su robustez; cambio, transmisión, suspensiones y frenos también del Toyota con la preparación ‘dakariana’ más avanza del momento. Motor, un V8 pero no el de Rolls sino uno más ligero y potente, un motor de un Corvette de 5,7 litros y 330 CV..  Seguía pesando demasiado, así que los paneles de la carrocería se realizaron en fibra de vidrio. El interior conservaba el tablier del Rolls, pero donde iban los asientos traseros se colocó un depósito de poco mas casi 330 litros de gasolina. Y obviamente los elementos de seguridad requeridos y las correspondientes terra-trip y brújulas de navegación… el GPS aún no estaba inventado.  Rolls-Royce montó en cólera, Hizo movimientos en sede judicial para prohibir la participación. Pero la pareja tenía un as bajo la manga: Jules. Este era el nuevo perfume para hombres que quería lanzar Dior, y la firma decidió patrocinar esta aventura. Yendo de la mano de Dios, todas las dificultades con Ross se allanaron.

Los ‘dakarianos auténticos’ casi se rieron… pero la risa se tornó pronto en asombro. Casi 300 coches en la salida y la pareja entrando regularmente en los ‘top 20’ y superando etapas. Dicen las malas lenguas que entre el equipaje que llevaban había un buen surtido de ostras y champagne… algo más exquisito que las raciones dakarianas.

Llegaron a 13º de la general superado la mitad de recorrido.. y allí, el número maldito hizo de las suyas, Chocaron contra un árbol y dañaron la dirección. Un mecánico local pudo rescatarlos y reparar la pieza… pero habían quedado fuera de carrera. Sin embargo, Thierry Sabine les permitió reengancharse, fuera de clasificación, y llegar a Dakar. Completaron el recorrido y el desafío.