15 años desde que la Marea Azul celebrase la victoria de Fernando Alonso en España

La victoria de Fittipaldi por el revuelo que formaron una nutrida colonia brasileña, los marineros del busque escuela de la Armada de Brasil, que habían llegado en viaje de prácticas a Barcelona unos días antes y que coparon una tribuna situada poco metros antes del rasante del Estadio. Marineros que llegaron con Bande en uniforme de gala incluida. 

Uno se puede imaginar el jolgorio, a ritmo de samba, que montaron ya antes de comenzar la carrera. Y no digo nada de cuando, a mitad de carrera, estaba claro que su ídolo ganaba. El ritmo de samba hizo peligrar la estabilidad de la tribuna y por megafonía, incluso en portugués, se rogaba encarecidamente y cada cinco minutos que no bailaran en la tribuna. 

Pero incluso aquello quedó pequeño con la 'invasión' de la Marea Azul de los seguidores de Fernando en 2006. Es cierto que el término llevaba algún tiempo acuñado, pero en esta ocasión fue algo especial: ¡Fernando corría por vez primera en casa tras haberse proclamado el año anterior Campeón del Mundo! Un título que ponía fin al dictatorial reinado del Kaiser Schumacher y una corona que deseaban mucho Fernando "porque el primer título sin Schumacher en pista no valdrá lo mismo".

Tantas ganas había de 'entregarse' al Nano que el viernes el circuito parecía lleno, con 67.000 espectadores; una impresión corroborada por Alonso diciendo que no había visto jamás tanta gente un viernes. Nada menos que 113.000 el sábado -igualado la cifra de asistentes el domingo del Gran Premio de 2005- y cartel de no hay billetes el domingo: 130.000 personas, el aforo máximo.

Fue algo épico, inolvidable. El gesto de Fernando en la última vuelta saludado pulgar en alto a los aficionados, algo electrizante, de ponerte los vellos de punta. Esperanza e ilusión, el viernes. Delirio el sábado, cuando hizo la Pole. Y éxtasis el domingo, que hizo entrar a la afición en trance, tras su victoria: ¡Era su primera victoria en el Gran Premio de casa!

Por una vez, el habitual rojo de las tribunas -las banderas de los 'tifosi' que llevaban casi una década cubriendo los circuitos- quedaron ahogadas por la Marea Azul. La formaba por las banderas de Renault -azules y amarillas- y sobre todo las asturianas, azules con la cruza amarilla de Covadonga.

Mención especial mereció la tribuna N, la que la recién bautizada 'Peña Asturias F1'. Dos mil asturianos que se habían marcado 12 horas de autocar entre pecho y espalda para acudir a Montmeló y otras tantas para la vuelta. Y cada día, además, casi 300 kilómetros porque pernoctaron en Salou -donde el Ayuntamiento montó una cena en el Paseo Marítimo para ellos y después tenían una discoteca alquilada-... cuestión de precio. 

Las entradas iban a 190 euros y el autocar y hotel de una noche -para los que salieron de Asturias el viernes a las ocho de la tarde para llegar directamente al circuito el sábado por la mañana- 179 euros. Es decir, mínimo 370 euros, más lo que cuelga de restauración, camisetas de merchandising, etc. Para muchos de los aficionados, un fortunón.

Quince años después, Fernando llega a Montmeló en una situación muy distinta. Tras dos años de ausencia de los Grandes Premios y con un coche que dista de poder batallar incluso para estar en los Top 5.

El 'chivarri' que montaron, espectacular. Fernando llegó a decir que oía sus gritos a través del casco. Por eso al finalizar la carrera Alonso dijo que "había sentido más emoción con esta victoria que el día que ganó el título en Brasil". No sólo era la victoria en casa, que de por sí ya lo justificaría, sino que ese GP de España al que Fernando y Michael llegaron empatados a dos victorias se consideraba clave para el título.

Este fin de semana, cuando 'Nano' pase por las desiertas tribunas -1.000 aficionados es nada, ni se ven ni se notan-, gentileza de la covid-19, seguro que sentirá nostalgia de aquellos tiempos. Pero seguro que volverá a dar el máximo.