Senna vs. Schumacher, un final abierto

A lo largo de sus 70 años, la F1 ha sido experta en crear historias de héroes y villanos, rivalidades míticas: Villeneuve contra Pironi, Hunt contra Lauda, Prost contra Senna, Alonso contra Hamilton…

Pero hay una película que nunca llegó a las taquillas: Michael Schumacher contra Ayrton Senna. La muerte del brasileño en 1994 nos privó de lo que se perfilaba como uno de las mayores duelos del deporte. ¿Que por qué lo pensamos? Porque esa peli ya empezaba a tener guion, y hasta su primer momento estelar, cuando el astro brasileño le puso la mano encima al joven alemán.

Nuestra historia comienza en Londres, la fría tarde del 10 de diciembre de 1990. En un cruce de Hyde Park, un coche y un taxi se rozan. El taxista, enfadado, se dirige hacia el otro coche, abre la puerta y agarra por la corbata al conductor, que se defiende con gas pimienta.

En 1991, ese mismo conductor gana las 24 Horas de Le Mans y consigue la vuelta rápida en el GP de Hungría. ¿Nombre y apellidos? Bertrand Gachot, piloto de Jordan.

Algo así debió de decir ante el tribunal que le sentenció a seis meses de cárcel por usar gas pimienta, un arma prohibida en el Reino Unido.

Eddie Jordan, jefe del equipo necesitaba un reemplazo para el GP de Bélgica, y lo encontró en un joven alemán que compartió pista con Gachot: Michael Schumacher.

La decisión no pudo ser mejor: en su primera clasificación, 'Schumi' consiguió la séptima posición. Al día siguiente, no pudo tomar la salida por problemas mecánicos, pero todas las miradas ya se habían puesto en él, especialmente la de Flavio Briatore.

El italiano estaba dispuesto a hacerse sí o sí con los servicios de Michael. Y encontró la complicidad del propio alemán y de su equipo legal.

Durante el fin de semana del Gran Premio de Bélgica, Schumacher firmó con Jordan una carta de intención que le vinculaba con el equipo irlandés a largo plazo. Sin embargo, su manager Willi Weber había modificado un detalle en la carta que resultó crucial.

Donde el documento rezaba inicialmente “firmaremos el contrato en siete días", ellos escribieron "firmaremos un contrato en siete días". Y lo firmó, sí. Pero con Benetton.

Desde el siguiente Gran Premio en Italia, efectivamente, Schumacher vestía ya el mono amarillo Camel, y le metió por cierto tres décimas a Nelson Piquet en su primera quali juntos.

LOS COLOSOS COINCIDEN EN PISTA

Así llegamos a 1992. El Dios de la Fórmula 1 es Ayrton Senna. Acaba de conseguir su tercer título mundial y se ha convertido en el mayor icono actual del deporte. Seguramente sea el Ayrton más místico de su carrera, una especie de pastor de la Fórmula 1, un padre para las nuevas generaciones.

En ese lado se encuentra Schumacher, que no deja de ser un rookie en la categoría, aunque visto ya con mucho recelo por todos sus rivales. Gerhard Berger, por ejemplo. El austriaco decía que los veteranos preferían debutantes respetuosos y que supieran esperar su momento, justo lo opuesto a lo que hacía Michael. La actitud casi desafiante del teutón le trajo muy pronto una oleada de detractores. Senna no estaba entre ellos… Hasta el GP de Brasil. Ahí, todo cambió.

Pese a ser el vigente campeón, Senna no atravesaba un buen momento. Los Williams de suspensión activa eran inalcanzables, y Ayrton no pudo más que clasificarse tercero, a más de dos segundos de la Pole de Mansell. Y luego hablamos de Mercedes en nuestros tiempos…

El domingo, más problemas para Senna, esta vez de fiabilidad. El paulista ya arrancó mal y Schumacher se le coló, pero el brasileño tiró de galones para recuperar la plaza. Sin embargo, su V12 de Honda no tardó en dar problemas de potencia, lo que permitió acercarse a Schumacher y al resto del grupo.

Senna, pese a vislumbrar la retirada por los problemas mecánicos, bloqueó al Benetton tanto como pudo. Aun así, en la octava vuelta, el alemán le metió un exterior a Senna en la subida a meta, pero el brasileño, en un movimiento casi suicida, volvió a recuperar su sitio.

El bloqueo extremo de Senna, que se retiró en la vuelta 18, enfadó tanto a Schumacher que el alemán habló sin tapujos ante la prensa al término de la carrera: "Empezó a jugar conmigo. Estoy realmente molesto con Ayrton, no creo que sea necesario para un tricampeón del mundo comportarse así".

Las palabras de Schumacher cayeron como un jarro de agua fría. No era normal airear trapos sucios de esa forma, y menos aún por parte de un rookie, contra el vigente campeón, y además en su casa!

Senna, desde luego, se la guardó. Primero, por haberle criticado públicamente sin hablar antes con él, y segundo, por obviar sus problemas mecánicos. Había tensión, y esa tensión explotó cinco carreras después, en el GP de Francia.

EL CORRECTIVO

El día amaneció nublado en Magny-Cours, y con la pista ligeramente húmeda. Los Williams ocupaban la primera fila de la parrilla, claro, con Senna tercero, Berger cuarto y Schumacher quinto.

En la salida, los dos Williams se alejaron y Senna perdió la posición con Berger. Eso permitió a Schumacher ponerse a su estela. En la frenada de la horquilla de Adelaide, Senna estaba claramente por delante, pero Schumacher se lanzó con demasiado optimismo. Y, evidentemente, se llevó por delante a Senna.

El motor del brasileño se paró, cuarto abandono en ocho carreras. Schumacher, por su parte, rompió el alerón delantero, pero pudo continuar.

Senna, muy enfadado, se quedó un rato mirando desde la barrera antes de volver al motorhome. El brasileño se duchó y se vistió de calle mientras la carrera seguía en marcha, y salió del motorhome camino del aeropuerto cuando vio en las pantallas que la lluvia había forzado a sacar bandera roja y que los pilotos estaban en la parrilla.

Y entonces se dio la vuelta. Y se dirigió a la parrilla. Y se fue hacia Michael Schumacher, no para reñirle por el golpe, sino para evitar que volviera a desahogarse con la prensa.

La escena tuvo lugar en la misma parrilla. Senna agarró a Schumacher y se lo llevó a un lugar apartado de los periodistas, que se acercaron hasta que Senna los echó. El jefe era él. Sin soltar en ningún momento a Schumacher, siguió con su discurso al alemán, que escuchaba cabizbajo al tricampeón. Entre el bullicio, se entendió al brasileño decirle esto:

"Así que, la próxima vez, hablamos de ello […] No puedes hacer mier*** así, porque si empiezas a hacer esas mier***, como las que dijiste sobre mí […]. Vienes y hablas conmigo, pero no criticas públicamente antes de ir a hablar con esa persona. Como hoy, la has cagado ahí, no pasa nada".

Schumacher le recordó sus maniobras en Brasil, Senna le corrigió abruptamente: "No, no, noooo, era el […] en las curvas. El motor estaba […] por completo, a veces tenía que […]".

"No, eso es lo que no entiendes. […] mierdas, y no es bueno. Como hoy, la has cagado ahí, no pasa nada, vengo y hablo contigo. Pero no voy a hablar con él, con él o con nadie, vengo y hablo contigo". Y terminada la lección, se marchó.

La cuestión es que ese no fue el único encontronazo entre ambos durante 1992, porque en los test previos al GP de Alemania, Senna sintió que Schumacher le bloqueó a propósito, y en esta ocasión pasó de las palabras a las manos.

El brasileño se encaró con Schumacher y acabó empujándole antes de que llegaran miembros de McLaren a contener al brasileño.

A final de año, Schumacher terminó tercero, por delante de Senna en el campeonato aunque sólo con 3 puntos de ventaja. En 1993, la tensión entre ambos se relajó, aunque básicamente se debió a  que Senna ganó cinco carreras y Schumi sólo una, y eso que el Benetton tuvo mejor especificación del motor Ford que la de McLaren. El jefe volvía a ser el jefe. Senna terminó subcampeón por detrás de Prost, mientras que Schumacher fue cuarto, a 21 del brasileño.

UN FINAL PREMATURO Y DRAMÁTICO

Tras dos años llamando a la puerta de Williams, Senna consiguió un contrato con la escudería británica para 1994. McLaren había dejado atrás sus años dorados, y ahora, solamente Williams parecía en disposición de ofrecer coches campeones.

Claro que soplaban vientos de cambio, y un equipo Benetton con Briatore, Pat Symonds, Ross Brawn, Rory Byrne y Joan Villadelprat se volvía cada vez más temible. El duelo Senna-Schumacher se perfilaba como el gran atractivo del año. Sin embargo, en las dos primeras carreras, el brasileño no consiguió sumar ni un solo punto.

La revista Autosport mandaba un mensaje muy claro en su portada previa a San Marino: Michael 20, Ayrton 0. Tristemente, Senna no conseguiría sumar ningún punto más. El accidente del brasileño, cuando rodaba justo por delante de Schumacher, resulta casi metafórico: el rey de la F1 abría paso a la nueva era.

Eran similares, pero distintos: Senna también fue visto como un piloto demasiado agresivo y una máquina de ganar que cuidaba cada detalle; Schumacher era lo mismo, pero en alemán: perfección, la victoria por delante de todo y el primer gran atleta de este deporte, alguien que dio una vuelta a la tuerca de la profesionalidad de los pilotos y su entorno en la Fórmula 1.

¿Quién de los dos era mejor? Nunca sabremos la respuesta, se quedó en el muro de Tamburello aquel maldito 1 de mayo.