ARTÍCULOS SOYMOTOR.COM

Louis Chiron, único piloto monegasco ganador del GP de Mónaco y del Rally de Montecarlo

22/01/2020 11:00

El apellido Chiron es bien conocido por los amantes del automovilismo, sobre todo para los más longevos y los amantes de la historia. Quizás a algunos sólo les suena gracias a un superdeportivo de extremas prestaciones, pero Louis Chiron fue y aún a día de hoy es el único piloto monegasco que ha ganado el Gran Premio de Mónaco y el Rally de Montecarlo.

Hijo de un metre del Hotel de París, nacido en el siglo XIX –concretamente el 3 de agosto de 1899–, su pasión por los bólidos de cuatro ruedas comenzó a despertar en la adolescencia. De hecho, aprendió a conducir a una edad muy temprana y en la Primera Guerra Mundial fungió como conductor de los mariscales Pétain y Foch.

No fue hasta después del conflicto bélico, sin embargo, cuando compitió en su primera carrera. A principios de los años 20, este apuesto joven se ganaba el pan como 'gigoló', es decir, como bailarín erótico privado para mujeres adineradas, y como en la época éstas actuaban a veces como cazatalentos de pilotos que no habían tenido la suerte de nacer en una familia rica, Louis empezó a embaucar su camino.

De esta manera, y gracias a Alice Hoffmann-Trobeck –esposa de Albert Hoffmann y apasionada por los deportes de motor que incluso llevó a cabo labores de cronometraje–, el monegasco consiguió su primer patrocinio con la compañía farmacéutica Hoffmann y estuvo en disposición de competir con su primer coche de carreras, el exitoso Bugatti Type 35B.

Antes de ello corrió algunas carreras locales desde 1923 hasta 1925, si bien el verdadero empujón para Chiron llegó en 1926, cuando venció en el Gran Premio de Comminges –en Saint-Gaudens, un municipio francés cercano a Toulouse– y despertó la atención del equipo oficial Bugatti, que lo fichó para la temporada 1927.

A partir de ahí llegan los éxitos de la mano de la firma francesa. No en la campaña como debutante, en la que sólo pudo cosechar una cuarta posición en el Gran Premio de Gran Bretaña, pero sí en las posteriores. A finales de 1928, el monegasco se las apañó para lograr la victoria en los Grandes Premios de España e Italia, además de otros triunfos de menor calado como el GP de Roma o el GP de la Marne.

Por supuesto, este polivalente piloto no sólo tenía en mente los Grandes Premios. Al igual que muchísimos corredores de la época, Louis fijó su punto de mira en otras pruebas icónicas como las 24 Horas de Le Mans y las 500 Millas de Indianápolis: en la cita francesa no hubo demasiada suerte en sus primeras participaciones –1928 y 1929–, pero en Indianápolis –1929– concluyó en séptima posición con un Delage antes de volver al viejo continente.

Ya en 1930 le 'esperaba' la victoria en el Gran Premio de Bélgica –también una segunda plaza en la Targa Florio–, a la que se pudo unir otra en su cita de casa, Mónaco, pero fue batido de una manera ajustada por un René Dreyfus que también pilotaba un Bugatti –en realidad, los únicos seis coches que cruzaron la línea de meta en aquella ocasión fueron Bugatti–.

Sí, se quedó con la miel en los labios en las calles del Principado tras salir desde el quinto lugar, pero su excelente actuación sería un preludio de su primera y única victoria en el Gran Premio de Mónaco. Justo al año siguiente –1931– y saliendo desde la undécima posición, Chiron arrasó con una diferencia de casi cuatro minutos respecto a Luigi Fagioli. El monegasco empezaba a forjar su leyenda, pero quería más.

Esa misma temporada conseguiría la victoria en el Gran Premio de Francia y volvería a participar en las 24 Horas de Le Mans, de nuevo sin demasiado éxito. No obstante, todo se truncó al año siguiente en cuanto a la relación con Bugatti y sus patrocinadores, y no precisamente por los resultados en pista.

La relación amorosa que mantenía Louis Chiron con la que había sido su valedora, Alice Hoffmann-Trobeck, era un secreto a voces. Y claro, un día la 'burbuja' explotó: su marido Albert Hoffmann decide cortar el suministro de 'pasta' y Bugatti, harto del monegasco tras una serie de desobediencias de órdenes, decide ponerlo de patitas en la calle.

El sustituto para Chiron en Bugatti sería un viejo conocido suyo, René Dreyfus, mientras Louis tuvo que emprender una nueva aventura con Ferrari. Sí, Ferrari, esa escudería que a día de hoy es probablemente la más mediática a nivel internacional, pero que en sus inicios –se fundó en 1929 y, en principio, iba a ser creada bajo el nombre de Mutina– hacía correr los coches de Alfa Romeo.

Allí formó equipo con Rudolf Caracciola, uno de los mejores conductores de la época, y en 1933 regalaron algunos éxitos a la Scuderia del Cavallino Rampante –Chiron ganó los Grandes Premios de España, Checoslovaquia y Marsella, además de las 24 Horas de Spa–, pero al año siguiente comenzó a notarse la asfixiante presión de los Mercedes y los Auto Union, por lo que sólo pudo vencer en el GP de Marruecos y el GP de Francia.

Por ello, y tras un año 1935 no demasiado exitoso –sin victorias– en el equipo italiano, decide poner rumbo en 1936 hacia Daimler, pero se convirtió en un simple oasis. Un fortísimo accidente en el Gran Premio de Alemania y la mala relación que había labrado con Rudolf Caracciola –quien contrajo matrimonio con Alice Hoffmann-Trobeck– propiciaron que sólo durase cinco carreras en el equipo.

En 1937 sólo pudo ganar el Gran Premio de Francia a los mandos de un Lago-Talbot T150C y, a partir de ahí, el monegasco decide tomarse un pequeño descanso de los Grandes Premios que, desgraciadamente, coincidiría más tarde con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, lo que supuso un parón de las carreras a nivel global.

No fue hasta después de la guerra cuando volvió a enfundarse el casco, pero las dotes de conducción estaban intactas. Aún le quedaban dos victorias más en los Grandes Premios, ambas en Francia –1947 y 1949–, en el circuito de Reims, con un Lago-Talbot T26C, antes de pasar a pilotar un Maserati en la temporada inaugural de la Fórmula 1.

En efecto, lo que a día de hoy conocemos como el Mundial de Fórmula 1 tuvo su pistoletazo de salida particular en 1950, y aunque Louis Chiron no pudo subir a lo más alto del podio en ningún GP –su mejor resultado, tercero en Mónaco 1950–, sí rubricó el récord de ser el piloto más longevo en correr una carrera, con 55 años y 9 meses en aquel Gran Premio de Mónaco de 1955 que finalizó sexto con un Lancia D50.

Pero quizás uno de los mayores logros de su carrera deportiva llegó justo un año antes, cuando ganó el Rally de Montecarlo en 1954. Fueron dos los intentos previos, no en vano a la tercera llegó la vencida y pudo coronarse en los míticos tramos del 'Monte' al volante de un Lancia Aurelia B20 GT, con Ciro Basadonna como copiloto. Allí batieron a la 'armada francesa' liderada por los Peugeot 203, los Panhard Dyna X86 o los Renault 4 CV; o incluso al famosísimo Stirling Moss, que sólo pudo ser decimocuarto.

Ese año, Louis Chiron se convirtió en el único piloto monegasco capaz de ganar el Gran Premio de Mónaco y el Rally de Montecarlo, las dos citas icónicas locales. A día de hoy, ningún piloto del Principado ha logrado la victoria en ninguna de ellas, aunque sí lo ha hecho Daniel Elena como copiloto de Sébastien Loeb –ganadores del Rally de Montecarlo en siete ocasiones–. En el Rally de Montecarlo Histórico también ha habido algún ganador monegasco, como Jean Ferry en 2003, pero ésa es otra historia.

Hay que decir que fue una victoria polémica la de Chiron y Basadonna en el Montecarlo de 1954. El Lancia Aurelia B20 GT con el que corrieron había tenido algunas actualizaciones en 1953, como un nuevo motor de 2.5 litros, y algunos rivales llegaron a reclamar que era un coche con desarrollo de fábrica que distaba mucho del modelo de producción, lo cual no estaba permitido. Hubo protestas antes y después del rally, incluida una que llegó a las dependencias de lo que es a día de hoy la FIA, pero meses más tarde el recurso fue desestimado.

Volviendo al presente, y tras pasar por un Olivier Beretta que no consiguió ningún punto en la Fórmula 1 –sí ganó otras muchas carreras, como las 24 Horas de Le Mans en varias ocasiones–, la historia de amor del Principado con la categoría reina continúa gracias a un joven Charles Leclerc que ya ha conseguido subir a lo más alto del podio, pero no en su cita de casa. El tiempo dictaminará si Charles es capaz de lograr algún día la victoria en el Gran Premio de Mónaco, pero de momento Louis Chiron es el monegasco más 'casero'.