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Ferrari está enredada en su propia telaraña

22/04/2019 09:30

Tiemblan los cimientos de Maranello. Un terremoto sacude los sentimientos de los tifosi y la gente de Ferrari. Tres carreras de sufrimiento y frustración van a marcar y mucho el rumbo del barco de los de 'Il Cavallino Rampante' en lo que resta de temporada en este año 2019. Sin embargo, hace tiempo que el navío se desvió de su ruta.

Las sonrisas y la tranquilidad que se veían en los test de Barcelona se han desvanecido por arte de magia en cuestión de un mes. Lo que se esperaba que fuera una campaña de ensueño se ha convertido en una pesadilla a la que no se le espera que tenga un despertar temprano.

Las tinieblas de los de rojo siguen presentes tras el adiós de Stefano Domenicali y Maurizio Arrivabene. El problema indescifrable sigue presente años después. Han pasado pilotos, jefes, directivos, trabajadores... Sin embargo, la vida sigue igual para la escudería más laureada de la historia de la Fórmula 1. Los resultados no llegan y la paciencia se agota entre sus fans más fieles.

Los aficionados, el paddock, la prensa e incluso los propios pilotos hablan. Sin embargo, nadie sabe encontrar una respuesta a por qué la Scuderia no gana un Campeonato de Constructores desde el año 2008. Las excusas ya no son una solución viable. Se escucharon en su día, pero ya no sirven para esconder las vergüenzas de una entidad que necesita reinventarse.

La presión por ganar es incesante. No es nada nuevo y nadie se esconde. La sienten tanto Louis Camilleri, Mattia Binotto, Sebastian Vettel como el novato Charles Leclerc. Puede que ese sea el problema. Tener entre ceja y ceja el éxito como máxima meta no es quizá el mejor camino para resultar victorioso en una carrera de desarrollo tecnológico. Esa no es la mentalidad ganadora de la que tanto quieren presumir.

Ganar en Fórmula 1 significa tener un buen monoplaza, ser regular, reponerse a todos los contratiempos, innovar y pulir hasta el último detalle para marcar la diferencia. A día de hoy la única escudería que reúne todas estas aptitudes es Mercedes.

El factor psicológico juega cada vez más peso en un deporte de riesgo donde hasta la última milésima cuenta. Los alemanes le han comido la moral a Ferrari y ya están a años luz en el aspecto mental.

Los de la escuadra 'rossa' se enfrentan a ellos mismos todas las semanas desde hace ya varias temporadas. Este año ha quedado incluso más evidenciado debido a la llegada de Charles Leclerc. Ahora, con dos gallos en un gallinero alborotado, la situación es más delicada que nunca. Las órdenes de equipo son quizá la mejor prueba del nerviosismo que siente la escuadra por dar la cara ante la invencible armada plateada.

Esta inquietud de los de Maranello viene arrastrada desde la última prueba en Abu Dabi de la temporada 2010. En situaciones de máxima presión y cuando más hay que demostrar el honor y el coraje de un equipo es cuando Ferrari se merma. El resultado de una mala estrategia desencadenó en cuatro años consecutivos de dominio de Red Bull y en especial, de Sebastian Vettel.

A partir de 2014, los motores de antaño desaparecieron para traer consigo una tormenta perfecta de color plateado a la categoría reina. Un equipo prácticamente nuevo y lleno de ilusión se adaptó a la perfección para dominar durante cinco años seguidos - ahora en busca del sexto- una era híbrida que ha dejado muy tocada a la entidad transalpina.

Lo que empezó siendo un error puntual ha terminado por convertirse en una bola de nieve gigante que acumula todos los infortunios de la Scuderia en la última década: malos monoplazas, decisiones equivocadas y por encima de todo, falta de concentración. La actitud tiende a multiplicar en positivo, pero a Ferrari tan solo le amarga la existencia.

"Ningún hombre será el mejor si no tiene fuego en la sangre", decía Enzo Ferrari. Probablemente, los de la casa roja se tengan que agarrar a esta frase y encontrar esa chispa de la que carecen desde hace 11 años. Quizá deban aprender a quererse algo más a ellos mismos y no vivir tan acomplejados con los fracasos de 2010, 2012 y 2018. Es decir, hacer borrón y cuenta nueva.

Se han cumplido tan solo tres carreras de las 21 que forman el calendario de esta campaña. Queda mucho camino por recorrer y visto lo visto, todo puede cambiar de un circuito a otro. Es hora de que Binotto y sus chicos abran un poco su mente por el bien de Ferrari. Hay tiempo de arreglar un desastre inesperado, la historia está para escribirla.