Paul di Resta y Anthony Hamilton entierran el hacha de guerra

El escocés contó con los servicios de Hamilton como mánager hasta 2012, año en que decidieron partir peras con el disgusto del propio Anthony, que demandó a Paul di Resta por incumplimiento de contrato. A partir de entonces una serie de juicios dejaron la reputación del padre del campeón de 2008 un poco por los suelos. 

A lo largo de la pelea legal hubo mucho movimiento y dudas al respecto. En diciembre el propio Anthony Hamilton encontró una caja con posibles pruebas materiales que se suponía perdida debido a una mudanza por parte del ex mánager de Di Resta, cosa que alargó el caso cierto tiempo más. La misteriosa caja contenía, según fuentes, una serie de dispositivos móviles que darían la razón a Anthony Hamilton. Como es normal, ese hallazgo de la caja supuso un alud de acusaciones de manipulación de pruebas.

Hamilton: "Es triste que Paul y un servidor llegáramos a tal extremo"

Por suerte esta semana hemos sabido que se ha solucionado el caso de forma civilizada, sin necesidad de que el juez decidiera inculpar a uno u otro. O lo que es lo mismo, cada uno por su banda y se olvida el tema.

"Es triste que Paul y un servidor llegáramos a tal extremo, y me alegra que enterremos el tema y no sigamos batallando"- declara Anthony Hamilton-. "Paul es un piloto con muchísimo talento y es una pena que se quedara sin asiento de cara a 2014, aunque estoy seguro que en el DTM lo hará genial".

Por su parte, Di Resta ahora busca centrarse en su 'nueva' casa, el DTM. "Ha sido un año muy duro y ya era hora que pusiéramos este tema lejos de nuestra vista, así puedo centrarme en mi trabajo, que es correr"- comenta el piloto de Mercedes. 

Dicen las malas lenguas que Di Resta se ha visto manchado por el caso y que sería una de las causas por las que no correría en Fórmula 1 este año. A nadie le gusta un piloto con historial judicial, y si no que se lo pregunten a Bertrand Gachot en 1991, cuando por una disputa con un taxista londinense propició el debut del piloto más laureado de todos los tiempos: Michael Schumacher.

Enterrado el hacha de guerra, ambas partes seguirán sus respectivas labores, y aunque estas cosas se entierren, siempre florecerán de un momento a otro.