Nandu Jubany, un segundo puesto cocinado a fuego lento

“Estoy muy contento, sobre todo por Marc, por el equipo, por mi mujer, por los patrocinadores… y todo el equipo de mis restaurantes que lo están dado todo allí para que los clientes queden contentos y el restaurante salga adelante”, dijo.

Nandu es cocinero, una estrella Michelin, enamorado de la cocina desde que su padre le dijo, tras una lesión de motocross, que había llegado el momento de dejar el motor y pasar a los fogones. Lo segundo lo ha hecho, lo primero, su otra pasión, evidentemente no. Pero viendo su actuación uno tiene la sensación de que la cocina nos ha arrebatado el que podría ser un gran piloto del Dakar.

“Bien, bien. Hemos terminado y no sabíamos cómo terminaría esto, porque hasta que no llegas al final, nada está conseguido”, decía en la meta. 

Lo sabe perfectamente. En esto, el deporte del motor se parece a la cocina… o la cocina al deporte del motor. En ambos casos se necesitan los mejores ingredientes, una cuidada elaboración, la presentación y servir en el momento justo y temperatura adecuada.

Ni en el Dakar ha olvidado que es cocinero. Si había algo de tiempo, al final de la etapa no dudaba en cocinar algo mejor de lo que se da en el vivac. Aprovechó el día de descanso para la paella… escapándose a la ciudad nada más acabar la quinta etapa para conseguir el ingrediente fresco que le faltaba, sepia.

Lo suyo lo define como “correr sin prisas”. Parece un contrasentido, incluso contrario a lo que es su extrovertido y espitoso carácter. Pero sabe que los buenos platos “necesitan ser paciente”, cocerse a fuego lento. Quizás por eso ha entendido muy bien que en este tipo de carreras la precipitación pasa factura y que tan importante es ir suficientemente rápido como no pararse, evitar las trampas.

Marc Solà, su copiloto, estaba sorprendido y jubiloso. “¡Un gran resultado en su primer Dakar en coche! Este gran resultado creo que no se lo esperaba nadie. Hemos cumplido el objetivo, sino que lo hemos sobrepasado y estamos muy contentos”.

Desde el primer momento, Nandu ha estado entre los mejores de la categoría, acechando primero el podio y luego ganando posiciones a la que llegaba la ocasión. Ha aprendido muy rápido y seguro que ahora quiere más.

En Barcelona, antes de partir, dijo que quería acabar la prueba, hacerlo bien… un podio sería un sueño y que pensaba en que con un poco de fortuna podría luchar por la victoria. Se atribuyó al deseo, a la inquietud, al sueño… pero ha dejado claro que no hablaba en vano. Ahora llega el siguiente paso. El coche es suyo y no lo ha comprado para un Dakar, sino al menos dos… o tres, amén de alguna otra prueba.